Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy - 12.06.2012
“EL PERDURABLE” EN LA
VISIÓN DE RAFAEL BAYCE
En aquella tardecita veraniega de
diciembre las escalinatas de la
Universidad de la República mostraban encendidas sus luminarias de
época. Conducían a los asistentes a la sala Ing.
Oscar Maggiolo, espacio solemne que recuerda al ex Rector, personalidad
relevante de la resistencia democrática y entrañable amigo.
Hubo momentos de asombro pues la
concurrencia iba al encuentro de Carlos Gardel para aprehenderlo en toda su
estatura y, al divisarlo, lo vieron rodeado por la magia de otros artistas
inmarcesibles: Louis Amstrong, Al Jolson, Bing Crosby, Maurice Chevalier, todos
entre todos, en plática abierta con Agustín Magaldi, Hugo del Carril, Edmundo
Rivero…
El Lic. Rafael Bayce tiene
especializaciones académicas en sociología y ciencias sociales. Es profesor
universitario grado 5, siendo él quien transportó a Gardel hasta el mayor
ámbito de estudio, el viernes 11.12.1987.
Del Archivo de Aníbal Barrios
Pintos tomaré fragmentos de los apuntes concedidos por el disertante al
semanario “Brecha” (del día 18 del mes
y año ya citados), en los que enriqueció más de dos horas de exposición con
grabaciones antológicas. He aquí, a grandes zancadas, algunas reflexiones del catedrático:
La continuidad gardeliana. “El éxito perdurable de Gardel
depende de cualidades personales, de coyunturas rioplatenses e internacionales
y de un desarrollo histórico que hizo aparecer al tango, a sus múltiples
consecuencias culturales y a su compleja relación con el todo macrosocial que
lo enmarcó en su origen y evolución. La máxima figura interpretativa del tango
puede ser favorablemente comparada con muchos de los mejores intérpretes del
mundo de música popular.”
Caracterización de la voz. “Su extraordinaria voz, de
amplio registro, gran presencia y expresividad, unida a una corrección académica
remarcable en cantantes populares, a su mezcla de sentimentalismo de
canzonetta, de elocuencia de ópera ligera y de telúrico ruralismo, hizo posible
su aclamación por críticos de la “música seria” y por representantes de
subpoblaciones sincreticamente fundidas por una situación material y simbólica
similar.”
Capacidad para reflejar estados de
ánimo. “Capaz de reflejar expresivamente emociones muy diversas (alegría,
tristeza, pena, resignación, rebeldía, nostalgia, ironía, arrogancia, reproche,
humor cachador, sobrador, etc.), esa diversidad estaba siempre permeada por el
sentimiento básico que le daba su tonalidad al tema, con gran preocupación por
“cantar” la melodía.”
Dicción. “Su profesionalidad lo hacía
preocuparse por la dicción (la sustitución de la “n” por la “r” se debía a que
estas suenan más y subrayan la melodía) y por el ajuste interpretativo.
Compárese “Mi noche triste” de 1917 con versiones posteriores, en que se
reelabora la medida; se enlentece y entristece el tempo; se independiza más de
los golpes del compás, como los grandes intérpretes lo hacen. Se hacen más
introspectivos y reflexivos la evocación y el presente.”
De lo mejor del mundo. “Incomparablemente mejor intérprete (expresivo y formal) que grandes
ídolos mundiales de la época como Maurice Chevalier y Al Jolson. Con un manejo
del registro y una densidad de voz mucho mayor que la de Bing Crosby, Gardel es,
de lo mejor del mundo…”
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