sábado, 31 de julio de 2010

EL GARDEL URUGUAYO DE CARA A BUENOS AIRES

Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com – 28.07.2010

Cuando en el accidente de Medellín el fuego envolvió la vida de Carlos Gardel, junto a sí aparecieron partes chamuscadas de su pasaporte. Pudo leerse algo que, entonces, no tenía discusión alguna: nacido en Tacuarembó, Uruguay.
Si desde sus inicios artísticos, Montevideo se integró a su carrera y sus amistades uruguayas fueron tan constantes como múltiples, siendo notorio que, muchos años después, mantenía en las principales salas de teatro firmes índices de popularidad -mientras los mismos declinaban en las presentaciones bonaerenses-, pareció extraño lo que un día sucedió. Su madre de adopción y un albacea manejaron, en el silencio de los estrados judiciales, una verdad documentaria, tan singular como desconocida. Se trataba de entrar como derecho-habientes en la sucesión del fallecido.

Fue el momento en que nació un Gardel francés y un capítulo de suplantación de identidad.
La Reina del Plata le otorgó a Carlos Gardel los laureles que sólo una gran urbe puede conceder a un personaje que la asume y la colma, desentrañando sus más puras emociones.
Nacionalizado argentino, Gardel en ningún documento -de los múltiples en que declara su origen- abjura de su Tacuarembó natal.
Una ferviente campaña a favor del Gardel francés motivó que, en estos días, Buenos Aires haya escuchado una exposición metódica, que abarcó distintas fases de la vida del célebre intérprete. La particularidad ha sido que han participado figuras importantes de la investigación histórica, así como que se posibilitó la discusión para que representantes del núcleo francesista explicaran y documentaran la visión de lo que, también, se ha llamado la historia oficial.


La Sra. Martina Iñiguez, animadora constante de nuevas fases en la pesquisa de la existencia real de El Mago, ha dado a conocer un estudio que ahonda y enriquece los trabajos de Erasmo Silva Cabrera, Nelson Bayardo y Eduardo Paysée González, sostenedores de la uruguayidad de El Zorzal.
Anticipando la valía de este análisis, han opinado dos personalidades argentinas, de indiscutible solvencia y seriedad: Otilia Da Veiga, académica de la entidad lingüística del lunfardo de Buenos Aires, y Ricardo Ostuni, miembro del mismo instituto, profesor tangófilo, analista gardeliano y publicista de la materia.

Sobre Iñiguez y su labor, reflexiona Otilia Da Veiga: Es una estudiosa que cumple con todos los mandatos que conlleva la investigación; reflexiva, sistemática y controlada en su finalidad de interpretar los hechos, en una tarea objetiva y lógica. Agrega seguidamente: Investigar es una tarea tan inacabable como la realidad abierta y múltiple y no interpreto que nadie merezca por ejercerla, la hoguera virtual ni deba resignarse por ello a una reputación equívoca, con lo que alude a agravios que ha soportado la afanosa trabajadora gardelista. Y remata su comentario con una sentencia propositiva: Creo, más bien, en lo que decía San Agustín: “Busquemos como buscan los que aún no han encontrado, y encontremos como encuentran los que aún han de buscar”.

Tómense estos conceptos concluyentes de Ricardo Ostuni, avalando las noveles conclusiones de Iñiguez: Martina hunde el bisturí de la investigación en la misma médula del conflicto y extrae material que permite un estudio más profundo, más coherente, más ajustado a las circunstancias irrebatibles que fueron posible dar a luz porque se investigó sin preconceptos y con entera libertad.
Y apunta: La historia oficial, ya lo sabíamos, no resiste este tipo de compulsa. Está sostenida, apenas, por una partida de nacimiento y un cuestionado testamento. Entre ambos extremos existe un cúmulo de evidencias que contradicen a ambos documentos. Una misma persona no puede tener dos historias de vida absolutamente diferentes. Baste un solo ejemplo para llegar a tal conclusión. La historia oficial sostiene que Carlos Gardel cursó su 6to. grado en el Colegio San Estanislao, del cual egresó con la calificación de 10 puntos en todas las materias; esto ocurría en 1904, en el mismo momento en que hay constancias fidedignas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que se encontraba detenido en dependencias de la ciudad de La Plata…

Un escenario apasionante que, como en tantos casos, exhibe los rumbos zigzagueantes de la verdadera historia.
Es posible que lo discutido en el evento y/o recibido por Internet, llegue a las librerías, de la mano de Martina Iñiguez.

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