miércoles, 18 de abril de 2012

GARDELIANAS - ÚLTIMOS PELDAÑOS A LA GLORIA - 1ra. Nota

Escribe Walter Ernesto Celina

CONSIDERACIÓN PRELIMINAR

Los éxitos sucesivos de todo gran artista tienen, por primer efecto, sostenerlo en la memoria de sus contemporáneos con cierto grado de intensidad. El retiro del personaje de la escena, su desaparición y el transcurso inexorable del tiempo, hacen que la memoria colectiva lo difumine. El recuerdo se atomiza.

A diferencia de lo antes dicho, la gloria deviene por la trascendencia de la obra, por las cualidades óptimas de la personalidad, por la manera de gravitar en el medio de que se trate y por la propiedad de verterse más allá de él. Tratándose de un artista popular, por la aptitud para tocar la raíz de los sentimientos de una sociedad.

A esta especie pertenece el cantante rioplatense Carlos Gardel.

Por detrás de las luces que fueron coronando su inmenso e inagotable prestigio, escondidos en una penumbra cada vez más marcada, quedan los capítulos de los esfuerzos y las tensiones cotidianas, del entramado de las relaciones con los colaboradores directos -algunos perdidos para siempre en el anonimato- y algo ligado a la misma suerte del artista: la estrategia que hace al rumbo de su navegación, inseparable de la suerte de la empresa.ta especie pertenece el cantante rioplatense Carlos Gardel.

Existe una literatura amplia -no siempre disponible- de memorias, crónicas, entrevistas, etc., que han legado muchos actores del tango. Algunas de ellas dan cuenta de la forma tenaz con que El Zorzal Criollo ascendería, peldaño a peldaño, la escalera que lo ubicaría en el punto cenital de su carrera.

Me acogeré para esta reflexión a un reportaje que ya he comentado en parte, que vio luz en el Diario “El Día”, de Montevideo, con fecha 24 .06.1975 Fue concedido por uno de los pianistas de Gardel en Nueva York: el uruguayo Abraham Thevenet.

DE JOINVILLE A LONG ISLAND

Antes, ocuparé unos instantes para establecer qué elementos subyacen en la hora en que Carlos Gardel decide dar los pasos hacia al pináculo de su labor profesional, asociando voz y estampa al séptimo arte.

Cuando parte para Nueva York, en los estudios de la Paramount, de Joinville (Francia), había filmado: En mayo de 1931, Luces de Buenos Aires (con música del uruguayo Gerardo Matos Rodríguez); en setiembre de 1932, Espérame, y poco después, La casa es seria (cortometraje). En noviembre finaliza el ciclo con Melodía de arrabal.

Se propone dar un salto cualitativo y va a la conquista de Broadway. Llega el jueves 28 de diciembre de 1932. Temperatura de 25 grados centígrados bajo cero.

-¡Ché, qué frío! ¡Rajemos, viejo; todavía estamos a tiempo! Esto habría dicho Gardel.

En el muelle 57 una ligera comitiva lo aguardaba.

Abraham Thevenet recordará dos nombres esenciales de este grupo: los músicos Terig Tucci (argentino) y Hugo Mariani (otro uruguayo).

Numerosos artistas latinoamericanos y rioplatenses estaban integrados a la meca del espectáculo en que se había transformado la ciudad, en la costa este de los EE.UU. Era la misma que se sacudiera e hiciera crujir al planeta con la caída de bolsa de valores, en 1929.

Sobre los recordados giros de Rodolfo Valentino, en Los cuatro jinetes de la Apocalipsis, Carlos Gardel llegaba para imprimir en la pantalla de plata un género de comedia musical, de matriz cultural rioplatense.

Bullían en su cabeza proyectos audaces para un medio distinto a todos los antes recorridos. El tango no estaba en el centro de los escenarios neoyorquinos. El actor avanzaba hacia los 50 años. No ejercía el dominio del idioma inglés. Su voz comenzaba a resentirse. Aspiraba a ganar todo lo que colmara sus necesidades vitales para después que cerrara su actividad. Asimismo, brindar a Doña Bertha Gardés una ancianidad segura.

El pianista uruguayo Thevenet en 1975 abríó el libro de sus recuerdos. De su mano es posible recalar en muchos aspectos de las costumbres y trabajos El Zorzal Criollo.

En los espacios venideros me detendré en su valioso testimonio.-


walter.celina@adinet.com.uy - 13 .03.2012

GARDELIANAS - EL CREADOR INTRÉPIDO Y SU ENTORNO ARTÍSTICO - 2da. Nota

Escribe Walter Ernesto Celina

UN MÚSICO URUGUAYO EN LA TRANSFORMACIÓN ARTÍSTICA

Abraham Thevenet fue un calificado músico uruguayo, alumno del ilustre maestro Luis Sambucetti. En 1924 emigra para Nueva York, cuyos destellos atraían a decenas de valores latinoamericanos.

El mundo del espectáculo se revolucionaba. Era pianista y tenía como norte su apertura a la fama. Instalado en Sheridan Square, en un rincón de Greenwich Village, realiza ejecuciones y acompañamientos en el local “El Chico”, ocupando un apartamento unos pisos más arriba.

Allí vendrá a visitarlo, en 1934, Carlos Gardel acompañado de otro uruguayo: Hugo Mariani.

Antes, con un flash baste ubicar a Thevenet en su nuevo espacio. Todo crecía en la ciudad de modo vertiginoso. Las artes conectadas a la música estaban reprocesándose. Es el momento en que el blue urbano brilla en el firmamento con la voz de Ma Rainey, apellidada “la madre del blue”. Canto de amor y dolor y reivindicación de la alegría negra. Una forma que tiene células comunes con el jazz, que también gana territorio. Apenas otro nombre: Al Jolson. A todo esto,

Thevenet sirve a la cantante Helene Morgan y acompaña a Katherine Dunham, bailarina, coreógrafa, directora y antropóloga, precursora de la danza negra. Es la hora en que Martha Graham instaura la danza moderna, evadiendo el molde clásico. Quizás la primera fisura al estilo la perpetró Isadora Duncan, fallecida en 1927. Thevenet estaba en medio de estos estallidos inauditos, cuando aparece Carlos Gardel.

Importan las manifestaciones del pianista, alumbradas en 1975, cuando ya había retornado a Uruguay y vivía en el barrio Pocitos (en Montevideo). Efectivamente, ellas son concordantes y ampliatorias de otras. E ilustran sobre los eslabonamientos que dan apoyatura a las actividades de El Mago en la ciudad que levanta la formidable imagen de su estatua a la Libertad.

¿QUIÉN ERA HUGO MARIANI?

Resultará pertinente una pregunta: ¿quién era Hugo Mariani?. Se trataba de otro emigrante compatriota, coronado por sus éxitos profesionales. Director de orquestas de primer nivel en urbes de Estados Unidos, así como en Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo, Bogotá, y fundador de la Orquesta Sinfónica de la NBC (Nacional Broadcasting Corporation). En setiembre de 1933, en viaje a Buenos Aires -para actuaciones en Radio Splendid-, Carlos Gardel le es presentado por el común amigo argentino Remo Bolognini. ¡Era, nada menos, que el primer violín de la Orquesta Sinfónica de Nueva York, encabezada por el excelso Arturo Toscanini!

TERIG TUCCI, TALENTO Y MECENAZGO

Retornando al relato de Abraham Thevenet, este recuerda la labor de la orquesta conducida por Terig Tucci, que acompañara a El Morocho en celebradas composiciones para el cine.

Antes de repasar lo que trajo su precisa memorización, conviene saber cuál fue la relevancia de Terig Tucci. Argentino de nacionalidad, vivió en el período 1897-1973. Sus profesores musicales en instrumentos, teoría y armonía fueron los maestros Luis Vívoli y Alfonso de María, en La Reina del Plata. Director, compositor y orquestador. En la NBC colaboró con Mariani, Black, Spitalny, Rappee, Kostelanetz, Percy Faith y otros. Orquestó para Gardel, Martínez Oyanguren, Ortiz Tirado, Juan Albisu, Pedro Vargas, Los Panchos, para citar algunos. Dirigió, asimismo, la Cadena de las Américas, la División Latinoamericana de “La Voz de América”, trabajó para las Naciones Unidas y la RCA Víctor. Prestó colaboración mecenal a Azucena Maizani, Agustín Irusta, Armando Barbé, López Barreto y connacionales que anhelaban consagración escénica.

MÁS URUGUAYOS JUNTO A GARDEL

Sobre la integración de la orquesta, con que Terig Tucci acompañara a Carlos Gardel en sus últimos filmes, textualmente manifestaba Thevent: -“Éramos cuatro uruguayos. Navata (Vicente) en el violoncello, Zito (Eduardo) violinista, Guido (Domingo) en el bajo y yo (en el piano)… Creo que soy el único que queda ahora (1975). Había tres violines, los otros eran un argentino (Remo Bolognini) y un mexicano (Rafael Galindo) y además un acordeón a piano que lo tocaba un ítaloamericano, Joe Bibiano.” Seguidamente, añade: -Y nada más. Éramos 6 músicos en total (con lo que parece excluirse en el conteo), bajo la dirección del maestro argentino Terig Tucci.”

Importa ver cómo, en el complejo entramado con que Gardel va labrando su hazaña juglaresca, lo uruguayo pone notas distintivas.

Con nitidez puede advertirse que, junto a La Voz que Vence al Tiempo, existen sólidas personalidades. Ellas, en tiempos arduos, penetraron en un universo impar y altamente competitivo. Juntas conformaron el rico tejido con que tentaron el asalto al cielo.

Thevenet, pianista gardeliano, es un referente privilegiado de esta época. Fue testigo del antes, del durante y del después del terrible cimbronazo financiero del año 1929; de alumbramientos y sacudimientos en las artes escénicas y, particularmente, un evocador meticuloso del perfil del Cantante de todos los tiempos.

Corresponde agregar que, en el conjunto de estos hombres, no estaba ausente el vigor del talento rioplatense.-


walter.celina@adinet.com.uy - 13.03.2012

GARDELIANAS - GARDEL ARTISTA - 3ra. Nota

Escribe Walter Ernesto Celina

DE LAS PRUEBAS A LAS REALIZACIONES

El acto de migrar supone siempre, en todos los tiempos, una forma de peripecia personal. En general, no es un tránsito por un lecho de rosas. Pone a prueba el temple y la grandeza de los sujetos envueltos por el manto de las circunstancias. El artista que sale fuera de fronteras a la búsqueda de su mejor destino, aún gozando de renombre, no escapa a las vicisitudes, ni a las fatigas a que lo somete su estrategia.

En la dimensión de estas notas no cabe que me detenga en los momentos diversos que tuvo la estancia de Carlos Gardel en Nueva York. Baste decir, apenas, que debió remontar un lapso inicial con dificultades; luego instancias de aceptación progresiva y, un período de reconocimiento, abierto a nuevas y severas exigencias.

Abrahan Thevenet ilustra respecto de su firme voluntad y de la capacidad de asumir, a integralidad, las pruebas.

Además de eso, Gardel supo ser conductor de su destino. Conocía determinadas limitaciones que no podía franquear instantáneamente y, con realismo, llegando casi a los 50 años, se encaminó a administrar racionalmente su tiempo vital. Es cuando abandona la rumorosa ciudad y deja en suspenso los créditos abiertos y las contrapartidas peticionadas por los empresarios. Esto ocurre el 28 de marzo de 1935. Concibe una gira latinoamericana y pone proa a Puerto Rico.

ACERCA DEL ARTISTA

Películas rodadas en Nueva York. En forma sucinta, la producción fílmica en EE.UU. comprende: 1. Cuesta abajo. Mayo de 1934. Dirección musical de su amigo el pianista Alberto Castellano. 2. El tango en Broadway. Junio-julio de 1934. Dirección musical de Alberto Castellano (el que será sustituido por Thevenet, nacionalizado norteamericano). 3. Cazadores de estrellas. Diciembre de 1934. Escenas compartidas con Bing Crosby, Niños cantores de Viena y otros actores de nombradía. 4. El día que me quieras. Enero de 1935. Dirección musical de su amigo Terig Tucci. 5. Tango bar. Febrero de 1935. Dirección musical de Terig Tucci.

Método de trabajo. Interrogado Abraham Thevenet acerca de cómo Gardel se manejaba con el maestro Tucci y el letrista Alfredo Le Pera, respondía así: -“Era algo digno de verse Venía Le Pera y le daba un papelito con la letra a Carlos, quien la leía 3 o 4 veces y empezaba a silbar. Entonces llamaba a Tucci y le decía: “Escribímela así”. Aclara de inmediato: -“Él no escribía música, pero tenía una gran intuición musical. Y Tucci le transcribía exactamente lo que quería. Todo en un ratito y en 3 o 4 papelitos y, ya en seguida hacían las partes para cada uno de nosotros y pasábamos a ensayar.”

Para el pianista uruguayo Gardel no exageraba en sus requerimientos, excepto para preservar la cuestión melódica. Añade: -“No quería que nadie le diese la melodía. Cuando ensayábamos nos decía: “Muchachos, no me toquen la melodía, por favor.” Por eso los arreglos de Tucci son todos acordes sueltos, sin línea melódica. Nosotros lo vamos siguiendo a Carlos, apoyándolo, pero únicamente cuando él no canta hacemos fraseos melódicos. Él tenía una facilidad enorme, sabía siempre lo que hacía.”

Técnicas unificadas de grabación y filmación. -“Todas las tomas eran con acción y sonido a la vez. No había “playback” como ahora. Por eso Gardel gesticula mucho en esas películas, porque está cantando en ese momento. Se rodaban 4 o 5 versiones de cada tango o canción, para elegir después. Nosotros ensayábamos con él en un set, mientras arreglaban los decorados en otro. Cuando estaba pronto, se encendía una luz roja, pero Carlos no hacía caso y se quedaba conversando y haciendo bromas, porque sabía que nosotros ganábamos por hora y así nos favorecía.” Para el ejecutante uruguayo la conclusión no podía ser menos que esta: -“¡Era muy buena persona!”

Anticipos al juicio histórico. La conjunción perfecta entre el hombre y el artista allegó, entre más juicios, estas sentencias de memorables figuras de la canción norteamericana. Son para retener.

-Eddie Cantor (Actuó en 1927 en el primer film sonoro con Al Jolson y Conchita Piquer): “Su voz es una de las más hermosas que he oído. Gardel es un cantor notable e irá lejos.”

-Bing Crosby (En el film “El rey del jazz”, de 1930, interpretó la Rapsodia en blue, de George Gershwin; obtuvo un Oscar): “Es dueño de una indiscutible personalidad musical. Posee esa cuarta dimensión del canto que es la de saber hacer sentir a sus oyentes.”

-Al Jolson (Incomparable cantante ruso-americano y artista callejero en sus primeros años, fallecido en 1950):”Imprime su alma y su corazón a todo lo que canta. Es un gran cantante popular.”.-

walter.celina@adinet.com.uy -13.03.2012

GARDELIANAS - GARDEL HOMBRE - 4ra. Nota -

Escribe Walter Ernesto Celina

TRAS EL ARTISTA, DISCIPLINA Y SENCILLEZ

En las notas precedentes, en breves pantallazos, he dado cuenta del paisaje cultural neoyorkino al momento en que Carlos Gardel incursiona en la vida artística de la urbe tocada por el río Hudson.

Numerosas obras informan del modo en que el cantante transita este tiempo, contando con el apoyo de personalidades argentinas y uruguayas que le acompañaran, con gran fidelidad.

Resumiré algunos rasgos de las rutinas de El Zorzal Criollo, indicativas del apego a una disciplina, orientada al objetivo de trascender y llegar a la cima de la carrera, con seguridad económica.

Con especial preferencia, tomaré la palabra de Don Abraham Thevenet, quien legara un valioso y poco divulgado testimonio, en el reportaje aparecido en el Diario “El Día”, de Montevideo, de 24.06.1975, citado en notas anteriores.

Su valor reside en que trabajó con Gardel como pianista, cuando fuera requerido por este para la orquesta que le acompañara en sus últimos films.

A medida que El Mago va internacionalizando su perfil, pule más aún sus hábitos y acentúa la profesionalización de su labor. No es una sonrisa estereotipada y compradora, como con deformación ha podido ser mostrado. Joinville le abrió nuevas perspectivas. En Long Island es un artista consumado, con un bagaje extraordinario de experiencias. Será aquí donde articulará potencionalidades escénicas y definirá campos de acción.

Su residencia se ubica casi al borde de la Avenida Broadway. Ello le permite tomar el pulso a un caudaloso fluir de canto, danza, música, teatro y cine. En uno de los puntos cardinales de la city, visita el edificio Times Square, en el que tenía su sede el diario The New York Times (1). Con los directores musicales Tucci y Mariani, asiste al Carnegie Hall, presenciando óperas y conciertos. Se deleita con las atrayentes y reideras cintas de su amigo, el genial Charles Chaplin. Gusta, hasta el entusiasmo, del género de los westerns. Camina por los senderos del viejo Hyde Park, ejercitando piernas y pulmones. Se somete a sesiones de gimnasia y masajes. Cumple, al máximo posible su dieta, aunque con algunos esquives… Cuida lo inherente a su presencia, desde el cabello, pasando por terno, camisa y corbata al tono, luciendo calzados lustrosos. Atiende sus cuerdas vocales con un especialista.

LO URUGUAYO EN GARDEL

¿Qué más? ¿Qué otrosdetalles y revelaciones importantes? El músico uruguayo Thevenet ofrece sus vivencias.

Presentación: Cuando el director Mariani lleva a Carlos Gardel hasta el cabaret y restauran “El Chico”, para tomar los servicios del pianista, este queda sorprendido con una grata revelación. Así lo consigna: -“La noche en que lo conocí en Nueva York, apenas supo que yo era uruguayo, Gardel me dijo: “Yo también soy uruguayo.” Y añade: -“Me reí y le contesté ¡qué va ser uruguayo, usted!” Prosigue: -“Y él, cordial pero serio, insistió: “Sí, nací en Montevideo, en la calle Rondeau”. Agrega Thevenet: -“Después, siguió hablando de cómo le gustaba venir aquí (el maestro en 1975 residía ya en Montevideo) y andar por 18 de Julio, ir a Maroñas, ver a los amigos” Más aún: -“Nos contó: “estoy edificando una casa para mi vieja en Punta Gorda.”

Primera impresión. Gardel lo impacta de este modo: -“¡Ah! Era todo un señor. Elegante, simpático, cordial. Hablaba un lunfardo porteño, aunque tenía modales muy distinguidos. Estaba siempre en pose, pero era algo natural en él”.

Ausencia de vanidad. -“En “El Chico” sacó una cigarrera de oro macizo, toda recamada de esmeraldas y brillantes. Después, para fijarse la hora, levantó una cadena de oro que tenía en el bolsillo del chaleco y era un reloj empotrado en un bloque sólido de cristal de roca…” Unos pasos más adelante, ante la pregunta de si hacía ostentación de piezas tan valiosas, asegura: -“¡No, no, no! Las llevaba con naturalidad, sin darles importancia. No parecía un hombre vanidoso, todo lo contrario; en el trato era muy sencillo. Pero él sabía que era una estrella, una gran estrella.”

Hollywood y hábitos de vida. Thevenet memoriza las ganancias dadas por los filmes, revelando la existencia de planes para nuevas producciones: -“Iba a cobrar más en las proyectadas películas con Jeannette Mc Donald, que en aquel momento era una diva de Hollywood. Y puntualiza sobre otros hábitos que guardaba: -“Él estaba aprendiendo inglés. Él sabía que iba para arriba y se cuidada muchísimo. No salía de noche, fumaba muy poco.” E “iba a remar por el río Hudson”.

Mate a la uruguaya. Interrogado sobre qué bebía, contesta: -“Sí, mate, que lo bebía en mi casa.” Acota, precisando la situación: -“Y desde que supo que siempre en mi casa había yerba uruguaya -que me mandaba mi hermano desde Montevideo- Carlos venía muy a menudo. ¡Era un fanático del amargo y de la yerba nuestra!”

Campos de la conversación. Sobre los tópicos de las charlas, Thevenet recuerda con claridad. Se hablaba: -“de todo, menos de su vida privada. En eso era muy misterioso. Si uno tocaba el tema de su familia o de algo particular, en seguida desviaba la conversación. Pero nunca le oí hablar mal de nadie, ni quejarse ni enojarse por nada. Tenía una gran nobleza. De lo que más charlábamos era de películas y tango”

Apreciación de la edad. Contestando sobre la edad que cursaba en ese tiempo (2), precisa: -¡Ah!, era otro misterio. Sin maquillaje representaba entre 45 y 50 años. Tenía unas líneas detrás de los oídos, que me parecen eran marcas de cirugía estética, de una operación que le habían hecho en Francia. Pero se conservaba magníficamente…”

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COLOFÓN

Concluyo esta breve serie periodística estableciendo cuál ha sido su propósito. A grandes zancadas, mostrar algunas fases del Carlos Gardel que nos llega redivivo en sus creaciones para el cine y el canto. Segundo, y como elemento de fondo, exhibir el testimonio de Abraham Thevenet, a fin de que los investigadores gardelianos lo incorporen a sus estudios y debates.-

Notas:

(1) De adolescente había trabajado en una imprenta y, de sus visitas a Montevideo, dejó registros fotográficos al pie de máquinas en los talleres del diario “La Mañana”.

(2) “Tango Bar”, último film, con acompañamiento de la orquesta que Abraham Thevenet integró, es de febrero de 1935.

walter.celina@adinet.com.uy - 13.03.2012