jueves, 30 de julio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS

TESTIMONIO DEL PIANISTA NEOYORKINO DE “EL MAGO”
-I-

Escribe Walter Ernesto Celina
EXHUMACIÓN DE ANTECEDENTES VALIOSOS


Concluyo esta fase de las notas que he rotulado “Páginas Gardelianas”, con un aporte que fracciono en dos contribuciones.
El objeto periodístico de esta pequeña serie ha sido difundir hechos reveladores de la vida y personalidad de Carlos Gardel, trayendo a la superficie testimonios que han quedado esparcidos en páginas de prensa.
Obviamente, se trata de elementos fehacientes del multicolor registro que nos legara el gran maestro del canto rioplatense.
Desde este preciso ángulo, su rescate ha de servir a quienes realizan investigación histórica, iluminando aspectos menos conocidos o difusos, todo lo cual ha de concurrir a la construcción de la más exacta biografía del artista. Incluidos los aspectos vinculados a su nacionalidad.
Abraham Thevenet dio su testimonio para el Diario “El Día”, de Montevideo, el 24 de junio de 1975. El recorte de página me ha sido proporcionado por un entrañable amigo: el académico Aníbal Barrios Pintos.
Cabe señalar que los recuerdos de la etapa neoyorkina del maestro Thevenet son de una gran frescura. Su propio rostro, captado para el reportaje, lo muestra con el aspecto de un octogenario de ojos brillantes y sonrisa abierta. Su exposición es minuciosa.

¿QUIÉN ERA ABRAHAM THEVENET?

Thevenet realiza estudios en Montevideo con el eminente Luis Sambucetti (1). En 1924 emigra a Estados Unidos para perfeccionarse. Integrado al mundo profesional, acompañó -como pianista- al ballet negro de Katherine Mary Dunham (2), así como a la cantante de blues Helen Morgan. Décadas después, se instala en España. Regresará a Montevideo en 1956.
En Estados Unidos actúa como integrante del conjunto orquestal que acompaña a Carlos Gardel en los filmes “El día que me quieras” y “Tango bar”.

GARDEL MANIFIESTA SER URUGUAYO

El reportaje al músico compatriota se inicia con estas manifestaciones tajantes:
“La noche que lo conocí en Nueva York, apenas supo que era uruguayo, Gardel me dijo:
-Yo también soy uruguayo.
Me reí y le contesté:
-¡Qué va ser uruguayo Ud.!
Y él, muy cordial pero serio, insistió:
-Sí, nací en Montevideo..., en la calle Rondeau.
Después siguió hablando cómo le gustaba venir a aquí (a Montevideo. W.E.C.) y andar por 18 de Julio, ir a Maroñas, ver a los amigos. Y me acuerdo que nos contó:
-Estoy edificando una casa para mi “vieja” en Punta Gorda.”
Y continúa Thevenet:
“Pero en los meses siguientes nunca más volvió a decirme que éramos compatriotas. Sólo una noche lo hizo y estoy seguro que mencionó la calle Rondeau.”

URUGUAYOS ACOMPAÑAN A GARDEL

Relata el entrevistado en otro pasaje:
“Era en 1934. Yo tocaba en el cabaret y restaurante latino “El Chico”, en Sheridan Square, una plaza de Greenwich Village -el barrio bohemio de Nueva York-, con la orquesta del local.”
Y precisa, con estos detalles:
“Una noche estaba al piano y veo que entra Gardel. Venía con el uruguayo Hugo Mariani, que era el Director Musical de la National Broadcasting. Nunca lo había visto a Gardel, ni tampoco sus películas, pero lo reconocí en seguida. ¡¿Y quién no iba a reconocerlo?!
A Mariani sí lo trataba mucho. Pero cuando terminé de tocar y me invitaron a la mesa de ellos, me quedé muy sorprendido y emocionado. Mariani me lo presentó y después de decirse eso de que era uruguayo -que yo creo que lo hizo un poco para entrar en confianza-, Gardel me habló para que fuese su pianista en las dos películas que iba a filmar. Me explicó que Castellanos no podía trabajar, por ser argentino (no nacionalizado estadounidense. W.E.C.).”
Más adelante, al preguntársele respecto a la orquesta, agrega estos datos:
“Éramos 4 uruguayos: Navatta en el violoncello, Zito violinista, Guido en el bajo y yo. Creo que soy el único que queda ahora. Había 3 violines (los otros eran un argentino y un mexicano) y, además, un acordeón a piano que lo tocaba un ítalo americano, Joe Bibiano. Y nada más. Éramos 6 músicos en total, bajo la dirección del Maestro Argentino Téreg Tucci.”

LLAMADAS:
(1)
Luis Nicolás Sambucetti, célebre violinista y maestro de música montevideano, había nacido en 1860. A los quince años cautivó al público del Teatro Solís, actuó en el Teatro Nacional de Buenos Aires, perfeccionándose en composición y armonía con grandes músicos franceses (Léonard y Dubois).
Por sus obras obtuvo medalla de oro en Milán y amplios reconocimientos en el Plata. Difundió música operística, alcanzando fama por sus creaciones.
(2)
Catherine Mary Dunham, nació en 1910 en Nueva York. Bailarina, coreógrafa y antropóloga. Organizó un elenco pionero de danza afronorteamericana.


12.07.2009
***

PÁGINAS GARDELIANAS

PERFIL DE “EL ZORZAL” SEGÚN SU PIANISTA THEVENET
-II-
Escribe Walter Ernesto Celina


UBICACIÓN DEL TESTIMONIO

Aunque fue expuesta en la contribución anterior, tiene interés volver a instalar los puntos de referencia del testimonio que ha de glosarse.
Como consideración primera, la seriedad del oferente del relato. Se trata, nada menos, que del pianista que, en la etapa neoyorkina, acompañó a Carlos Gardel cuando se produjeran “El día que me quieras” y “Tango bar”, sus últimos filmes.

En efecto, Abraham Thevenet era una personalidad musical uruguaya en auge cuando “El Mago” arribara a la ciudad de los rascacielos.
Los presenta Hugo Mariani, distinguido compatriota, director orquestal de la National Broadcasting y amigo íntimo de Gardel.
Tras un diálogo sobre la pertenencia a Uruguay del artista con su músico, en el relato de este -registrado en el Diario “El Día”, de Montevideo, del 24 de junio de 1975-, quedan evidenciadas algunas facetas inherentes a la personalidad, hábitos y compañías que cultivara el rutilante animador del canto rioplatense de todos los tiempos.
He aquí algunas transcripciones significativas, que podrán compararse y complementarse con otras, por quienes traten de ubicar a Carlos Gardel en su mismísima historia.

CÓMO TRABAJABA

Preguntado Thevenet si Gardel trabajaba directamente con Térig Tucci y Alfredo Le Pera, ideando las canciones, contestaba:
“Sí, eso era digno de verse. Venía y le daba un papelito con la letra a Carlos, que la leía 3 o 4 veces y empezaba a silbar. Entonces llamaba a Tucci y le decía: “Escribímela así”. Él no escribía música, pero tenía una gran intuición. Y Tucci le transcribía exactamente lo que quería; todo en un ratito y en 3 0 4 papelitos... y ya, en seguida, hacían las partes para cada uno de nosotros y pasábamos a ensayar.”

En torno a si “El Zorzal” era muy exigente, el entrevistado expone:
“No, solamente que él no quería que nadie le diese la melodía.”
Sostiene de inmediato Thevenet lo que Gardel les repetía: “Muchachos, no me toquen la melodía ¡ por favor!”
Y explica: “Por eso los arreglos de Tucci son todos acordes sueltos, sin línea melódica. Nosotros lo vamos siguiendo a Carlos, apoyándolo; pero únicamente cuando él no canta hacemos fraseos melódicos.” Y subraya: “Él tenía una facilidad enorme; el siempre sabía lo que hacía.”
En cuanto a si se filmaba y grababa por separado, el pianista gardeliano establece que las operaciones se efectuaban en simultáneo: “Todas las tomas eran con acción y sonido a la vez. No había “playback” como ahora. Por eso Gardel gesticula mucho en esas películas, porque está cantando en ese momento. Se rodaban 4 o 5 versiones de cada tango o canción, para elegir después.”
A renglón seguido, revela el comportamiento del actor con sus músicos: “Nosotros ensayábamos con él en un set, mientras arreglaban los decorados del otro. Cuando estaba pronto se encendía una luz roja, pero Carlos no hacía caso y se quedaba conversando y haciendo bromas, porque sabía que nosotros ganábamos por hora. Así nos favorecía.”
Y remata: “¡Era muy buena persona!”

QUÉ HACÍA, CÓMO ERA

La conversación deviene sobre las ganancias obtenidas, el volumen de nuevas filmaciones y la posible asociación con la diva Jeannette Mc Donald.
Anota Thevenet que Gardel aprendía inglés, siendo consciente que iba escalando mayores alturas en aquel medio. Por eso “se cuidaba muchísimo, no salía de noche” y “fumaba muy poco”.
Sobre si bebía: “Sí, mate; que tomaba en mi casa.” Con este agregado: “...Desde que supo que siempre había yerba uruguaya -que me mandaba mi hermano desde Montevideo- Carlos venía muy a menudo. Era un fanático del amargo y de la yerba nuestra (en realidad brasileña, diferenciada de la misionera por compacta y no contener palitos de molienda. W.E.C.).”
Llegaba al apartamento del uruguayo en la Plaza de Sheridan Square acompañado de una mujer muy bella, Perla Greco. En dichas reuniones hablaban y tomaban el clásico mate rioplatense. Entre Gardel y la mujer pudo existir una relación sentimental. No así, con Rosita Moreno, a la que, aparentemente, sólo lo unía una gran amistad.

El vínculo con Tito Lusiardo y Enrique De Rosas habría sido más aparente que real. Con Le Pera, en cambio, eran “inseparables”, no obstante su carácter “bastante hosco”.
Retornando a la disciplina, como a las reacciones femeninas que “El Mago” suscitaba, Thevenet manifiesta que no asistía a los hipódromos, usando una expresión categórica: “Nunca”. Y añade que “llevaba una vida muy concentrada”.
Rememora el pianista que “las mujeres latinas lo perseguían”. Cuando la “première” de “El día que me quieras” se produjo “un gran tumulto provocado por unas portorriqueñas enloquecidas”. Sin embargo, el actor no gustaba de las “exteriorizaciones histéricas”.

FAMILIA, EDAD Y ALGO MÁS

En el reportaje hay momentos que aluden a la elegancia personal, sobriedad de trato y generosidad de Gardel, a los que se agregan dos fragmentos especiales.
Ambos han sido tratados controversialmente por biógrafos e investigadores.
A la pregunta “de qué hablaba Gardel”, Abraham Thevenet responde: “De todo, menos de su vida privada. En eso era muy misterioso. Si uno tocaba el tema de la familia o de algo particular, en seguida derivaba la conversación. Pero nunca le oí hablar mal de nadie, ni quejarse, ni enojarse por nada.”

Ante la interrogante “qué edad tendría en ese tiempo” surge esta contestación, de por sí sugerente: “Ah!, otro misterio. Sin maquillaje representaba entre 45 y 50 años. Tenía unas líneas detrás de los oídos, que me parecen eran marcas de cirugía estética, de una operación que le habían hecho en Francia. Pero se conservaba magníficamente.”
De ahí, el comentario se desliza a otro aspecto conexo tanto a la estética, como al estado físico: “Para adelgazar iba a un club de remeros y salía a remar por el Río Hudson. Pero no quería que nadie lo viese remando.”

martes, 21 de julio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS

EXALTACIÓN DE LO URUGUAYO
EN CARLOS GARDEL

Escribe Walter Ernesto Celina

La corriente de extracción nativista, cultivada en la Banda Oriental desde los albores de la Revolución Independentista y desarrollada con vigor en los tiempos en que el tango irrumpía en la escena como una potente forma musical, mereció la atención de Carlos Gardel.
A los fines de este registro periodístico, importan los hechos objetivos. De seguro, no faltarán las conclusiones que extraigan quienes investigan, paso a paso, la vida del intérprete que mayor altura ha alcanzado en el mundo de habla hispana, desde la década diez del siglo XX hasta nuestros días.

El Prof. Dr. Juan Carlos Patrón dejó testimonios incontrastables de la identificación de “El Mago” con aquel lenguaje poético de cuño popular y acento nativista, de lo que he venido dando cuenta.
Vuelvo a los aportes que dejara registrados el citado académico y dramaturgo compatriota.
Como se recordará, la música de “Insomnio” le reportó a Américo Chiriff 42 pesos iniciales, merced a la letra de José Alonso y Trelles (El Viejo Pancho), interpretada por “El Zorzal”.
Tras percibir el emolumento y abandonando la vieja sede de la Asociación General de Autores (AGADU) -en la calle Uruguay, casi Julio Herrera y Obes-, Américo Chiriff encaminó sus pasos hacia el corazón del Centro. Con su inseparable amigo, el Ñato Pedreira, recalaron en varios “puertos secos", al solo efecto de calmar la sed...
Iban rumbo al Teatro “Artigas” a saludar a Gloria Faluggi -oriunda del Barrio Goes-, quien actuaba con Carlos Morganti y una compañía escénica.
Refiere Patrón que, inesperadamente, al llegar se encuentran -nada menos- que con Carlos Gardel, quien ponía broche final en cada función.
El relato es imperdible:
“-¿Qué tenés de nuevo Chiriff, preguntó Gardel, después de los abrazos de reglamento?
-Nada Don Carlos. Ando mal... No sale nada bueno.
Pero Pedreira había descubierto que Chiriff tenía una canción compuesta, también sobre versos de “El Viejo Pancho”:
“Era memoria linda/ la memoria del viejo/ pa contar sucedidos/ de quien sabe qué tiempos...”
Y Juan Carlos Patrón, continúa:
“Apenas escuchó el tarareo, Carlitos se llevó de arrastro a Chiriff al camarín, le pidio una guitarra a Riverol y la puso en las manos de Chiriff, que lleno de vergüenza insistía:
-No vale la pena, Don Carlos...
Pero no tuvo más remedio de cantar.
-Cantala otra vez pidió Carlos, según relata Patrón, quien sigue:
Y exigió una tercera, una cuarta, hasta una sexta vez. Al fin, se dio por satisfecho... Llamó a un acomodador y le dijo:
-Llevame a estos dos náufragos a la última fila de platea y vigilalos que no se espianten antes que termine la función.
Sobreviene en el testimonio que brinda el catedrático un momento especialísimo:
...Cuando las luces de las candilejas iluminaron una sonrisa -“esa sonrisa tuya que nadie olvidará”- los dos goenses se despertaron totalmente y quedaron embelesados oyendo a Gardel.
La primera interpretación fue un vals:
“Tú eres la vida,/ la vida dulce/ llena de encantos y lucidez...”
Después Carlitos interpretó el primer tango que había cantado en público, estrenado por Manolita Poli en “Los dientes del perro”:
“Percanta que me amuraste/ en lo mejor de mi vida...”
Y para cerrar su actuación, Gardel sonriendo se puso de pie y dijo:
-Señoras y señores... Ahora tendré el gusto de cantarles un estreno. Unos hermosos versos de un gallego que tenía el corazón oriental, “el Viejo Pancho”, con música de otro oriental que se llama... Américo Chiriff!
Rememora Patrón:
"Cuando Gardel terminó de cantar “Misterio”, los dos goenses se abrazaron llorando. Mientras Carlitos señalaba con la mano estirada las sillas de ocupaban los dos amigos, los reflectores los iluminaban y el público los aplaudía de pie.”

En la circunstancia convergen sentimientos que anudan emociones, valoración estética y reconocimiento de la creación.
En Gardel habita lo uruguayo; lo uruguayo es inseparable en Gardel.
Su patria respira con el vigor de lo platense en estilos, vidalitas, cifras, gatos, zambas, cuecas, chacareras, tonadas, triunfos, milongas, para no hablar de sus tangos y canciones, más otras formas exteriores, cultivadas con vivacidad singular.
Cantor de excelencia para vastas comarcas, desde el cenit su voz une pueblos, sin distancias.



06.07.2009

sábado, 18 de julio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS

LA URUGUAYIDAD EN EL TRADICIONALISMO
DEL HAEDO PLATENSE
Escribe Walter Ernesto Celina

Los testimonios aportados por el Prof. Dr. Juan Carlos Patrón (1905-1979) sobre la vida artística montevideana, de los años 20 y siguientes del siglo pasado, constituyen un formidable documento de época.
En primer lugar, emanan de una autoridad intelectual de relevante valía. Integrante del foro desde los 23 años, ejerció la docencia universitaria, publicó obras sobre didáctica, fue electo decano de la Facultad de Derecho. Como dramaturgo incursionó con éxito en el teatro, puso el mojón inicial del cine sonoro nacional, mereciendo amplísima respetabilidad en los medios académicos y culturales.
Distinguido por la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) por su aporte a la letrística gardeliana y otras obras, escribió relatos que pintan la inquieta vibración del mundo tanguero en torno al máximo cantor.

Letrista de “El Mago”, formó parte del entorno de músicos, cantores, payadores, compositores, críticos de prensa, etc., que alternaban con él en sus visitas a Uruguay.
Las anécdotas adquieren un inmenso valor. Documentan cómo lo uruguayo, venido de la raíz oriental -con fondo autóctono y esencia libertaria-, impregna el canto y da algunos perfiles psicológicos. Así, del drama del gaucho, sedentarizado y pobre, en medio de las extensiones territoriales.
Y, como sustrato de las historias cantadas, casi como una vertiente única, la identidad del artista con un ámbito que le resulta propio.

Oportunamente he transcripto los textos de “Murmullos” e “Insomnio”, de Juan Carlos Patrón con Froilán Aguilar y del “Viejo Pancho” (José Alonso y Trelles) y Américo Chiriff, respectivamente.
De la mano de Juan Carlos Patrón he de volver al ámbito del Café “Vaccaro” para rememorar otra faceta relacionada con “Insomnio”, versificación gauchesca que, con las notas aportadas por Chiriff, Gardel patentó en el disco.
Cuenta el ilustre universitario que “una tarde Américo Chiriff recibió -rigurosamente cerrada- una citación de la Asociación de Autores. Asustado, recurrió de inmediato a los buenos oficios del Ñato Pedreira, amigo de todos los amigos del Goes (referencia al café Vaccaro. WEC)”.
Y prosigue:
“El Ñato lo miró serio y le preguntó:
-Por unas de esas casualidades no afanaste la melodía de “Insomnio” y ahora te dan la cana?
-Te juro Ñato que me salió de adentro, confesó Chiriff, golpeándose el pecho. Para afanar todas las noches están los giles que creen que los partidos de casín (mesa de billar con tres bolas y cinco palos. WEC) son a ley de juego...
Y allá marcharon los dos hacia el viejo local de la Asociación de Autores, instalada entonces en Uruguay casi Julio Herrera y Obes. De rigurosa infantería...”
Relata, más adelante, otras sabrosas referencias. De este modo Chiriff se manifestó ante el funcionario de AGADU:
“-Quisiéramos saber a qué se debe esta provocativa citación...
Y el empleado, sin hacer caso del tono de la pregunta, sólo dijo:
-Tienen 42 pesos... Son los derechos de grabación de “Insomnio.”

Juan Carlos Patrón cuenta más.
Baste decir que se había plasmado una faceta de la asociación con el máximo artista del canto rioplatense. Los frutos del ingenio estaban evidenciándose.
Ambos amigos partirían, de inmediato, a celebrar un encuentro estelar con Carlos Gardel.
Sucedería en el legendario Teatro “Artigas”, de Andes esquina Colonia.


03.07.2009

jueves, 2 de julio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS - FUENTE MONTEVIDEANA

Escribe Walter Ernesto Celina

“Murmullos” partió desde el corazón del Barrio Goes, como un flechazo de inspiración, alcanzando las manos de Carlos Gardel en el céntrico Café “Tupí Nambá”.
El Prof. Dr. Juan Carlos Patrón, su letrista, era uno de los habitués del antiguo Café “Vaccaro”, un verdadero templo ciudadano.
El local, repleto de palabras, se estremecía de alegría bajo las campanas y chirridos de los tranvías ingleses que salían y anclaban en la estación. Ella, al final, terminó nominando la laboriosa barriada.
El sitio en que funcionó el mítico café formaba parte de la extensa chacra de Doña Dolores, a la que llamaban La Loca.
Hacia los albores de 1900, el italiano Jerónimo Vaccaro -apodado Yirumín-, adquiere una parcela circunscripta por las actuales avenida Gral. Flores -antes Camino Goes- y las calles Domingo Aramburu y José L. Terra. Habilita un comercio de almacén y bar. El despacho de bebidas permanecía abierto día y noche.
En 1906 los Vaccaro inauguran, por frente al establecimiento, un salón para proyecciones cinematográficas. Minutos antes de las exhibiciones, una chicharra eléctrica sonaba en el bar convocando a los parroquianos.
Famoso por comidas -como pucheros, perdices en escabeche y milanesas-, el humilde espacio inicial se transformó en un majestuoso edificio, con elementos en interiores y mobiliario del art déco.
Ministros, jueces, médicos, hombres de negocios, industriales, deportistas, poetas, músicos, artistas plásticos, choferes de los primeros autos de alquiler y personajes populares afines al espectáculo -caso del bailarín de cortes y quebradas Toto Mondutey- le daban a las mesas una fisonomía única y plural. Reinaban los aromáticos y humeantes pocillos de café moka y en bebidas se destacaba una predilección: el vermouth francés “Noilly Prat”.

Rúben Trelles, hijo de José Alonso y Trelles -"El Viejo Pancho”- sorbía día por día una copita de ginebra. El Dr. Juan Carlos Patrón releía escritos y lideraba conversaciones. En esa mezcla única de voces se alternan las de Carlos Brussa (fundador del teatro nacional), las Alberto Candeau y la de su homólogo Santiago Arrieta; las de Roberto Fugazot (Barrio Reo) y las de los payadores y compositores Américo Chiriff (autor gardeliano) y Juan Pedro López. Peppo, cantor impar, templa cuerdas e inspira a Néstor Feria. Mozos alegres, carnavaleros de alma, buscan la compañía de Carmelo Imperio.

Patrón, catedrático en la Universidad Pública, siguiendo la huella de Alonso y Trelles, escribió “Murmullos”, cantada por “El Zorzal”.
De las noches inolvidables del Vaccaro, la siguiente transcripción de su testimonio recuerda cómo se armó “Insomnio”, la espléndida página de acento campero, vocalizada por Gardel:
“...Todas las noches dos voluntarios, con el permiso del bondadoso Perucho Bórmida -administrador del Viejo Vaccaro-, armaban un escenario improvisado juntando dos mesas. Arriba de ellas se trepaban los cantore,s cuyos honorarios artísticos era el producto de una rifa a “real” (10 cts. de un peso antiguo. WEC) el número de una botella de vermouth barato, con el compromiso de aquel que la sacara la volvía a rifar otra vez. Hubo sábados que la botella se rifó 25 veces. A pedido del Dr. Rúben Trelles -parroquiano del café, en una rueda que también integraban los Dres. Julio César de Gregorio (Ministro de la Corte de Justicia. WEC) y Antonio Gistavo Fusco (Ministro del Interior)- Chiriff creó una hermosa melodía para unos versos de su padre, el Viejo Pancho: “Insomnio”. La recuerdan, ¿verdad?...”

“El Mago” le dio la tercera dimensión que sólo sus cualidades de intérprete de excelencia podían otorgarle a la página uruguaya. Estos son sus versos:

INSOMNIO
Letra : El Viejo Pancho (José Alonso y Trelles)
Música : Américo Chiriff

Es de noche, pasa rizongando el viento
que duebla los sauces cuasi contra el suelo.
En el fondo escuro de mi rancho viejo,
tirao sobre el catre que he hecho de tientos,
aguaito las horas que han de traerme el sueño.
Y las horas pasan y yo no me duermo,
ni duerme en la costa del bañao el tero,
que a ocasiones grita no sé qué lamento
que el chajá repite, dende allá, muy lejos...
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!

A través del turbio cristal del ricuerdo
van mis años mozos pasando muy lentos,
y dispués, ¡qué gozo! si a vivirlos güelvo...
Pensando en los de áura, no sé lo que siento.
Noviyos sin guampas, yeguas sin cencerros,
potros que se doman a juerza ´e cabresto,
bretes que mataron los lujos camperos.
Gauchos que no saben de vincha y culero,
patrones que en auto van a los rodeos.
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!

La puerta del rancho tiembla porque el perro
tirita contra eya de frío y de miedo...
Tuito es miedo afuera, tuito es frío adentro.
Y las horas pasan y yo no me duermo
y pa’ pior, en lo hondo de mis pensamientos
briyan encendidos dos ojos matreros,
que persigo al ñudo, pa’ quemarme en eyos...
Son los ojos brujos que olvidar no puedo
porque ya pa’ siempre me han robao la calma,
porque ya pa’ siempre me han robao el sueño.
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!
***
waltercelina1@hotmail.com
30.06.2009

martes, 30 de junio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS - ENTRE LOS MURMULLOS DEL “TUPÍ NAMBÁ”

Escribe Walter Ernesto Celina

Juan Carlos Patrón fue una figura polifacética de la cultura uruguaya. Abogado a los 23 años, catedrático de práctica forense y decano de la Facultad de Derecho, formó profesionales y escribió sobre educación. Autor de numerosas obras teatrales, “Procesado 1040” fue llevada al cine con la actuación de Narciso Ibáñez Menta y Walter Vidarte. Suyo es el argumento del primer film hablado de Uruguay, titulado “Soltero soy”, interpretado por Alberto Vila y Ramón Collazo.

Uno de sus reductos fue el “Palacio Vaccaro”, que antes de escalar el cielo del Barrio Goes, fuera casa chata y punto efervescente de trabajadores tranviarios y “melange” bohemia de cantantes, músicos, bailarines e infaltables aficionados al fútbol, naipes, copas y carreras de caballos.
Aquella noche cantaba Carlos Gardel en el Teatro Solís.
Una estrella iluminó el espacio autóctono y quedó encendida a peremnidad en el firmamento ciudadano.
¿Cómo “Murmullos” llegó a las manos de “El Mago”?

En la foto: Blixen Ramírez y Gardel


El Prof. Dr. Juan Carlos Patrón da un testimonio irrefutable y, a la vez, conmovedor:
“A reiterados pedidos de José Pedro Blixen Ramírez -el inolvidable crítico teatral que firmaba “Top” y “El amigo del avestruz” sus jugosas crónicas turfísticas- acepté acompañarlo una medianoche al Viejo “Tupí” a esperar que Gardel terminara su fin de fiesta en el Solís y cruzara a integrar la mesa, entre otros, con Perico Bernat, el Gordo Aubriot, el Ñato Pérez, Luis Viapín y el propio Bebón Blixen.
Cerca de la una de la madrugada apareció, como siempre, seguido por una manifestación de toda clase de ejemplares humanos. Lo asediaban a pedidos. La “manga”del pesito, que Gardel sacaba de cualquiera de los sesenta bolsillos que tenía a propósito, para cumplir con todos.
Otros pedían que concurriera a un club o a una institución social o, simplemente, a un rancho de la costa. O le estiraban un envoltorio arrollado, portador sin duda, de alguna producción musical. Y muchos sólo querían estrecharle la mano, abrazarlo, tocarlo, saludarlo.
Apenas divisó a Blixen Ramírez -concediéndole evidente prioridad-, se desprendió de la nube de moscas y se dirigió resueltamente a Bebón.
-Gardel -atropelló Blixen, sin siquiera darle las buenas noches porque el tiempo apremiaba- éste es el muchacho que le hablé que tiene este tang....
No concluyó la frase. Ahí no más lo atajó Carlitos y le dijo, tomando el ejemplar que le extendía Blixen:
-No siga Bebón... Aunque sea un mamarracho, se lo canto igual... He cantado tantos mamarrachos a pedido de buenos amigos...
Y se perdió entre la masa de admiradores que no lo dejaban, ni a sol ni a sombra.
Dos días después, cruzaba yo la Plaza Cagancha, cuando sentí que me llamaban a gritos:
-¡Patrón!... ¡Patrón!...
Era Blixen que, agitando las manos como aspas de molino, enteraba a dios y a todo el mundo:
-El mamarracho le gustó a Carlitos, que dice que “Murmullos” es una canción que le viene de medida; campera y triste, como a él le gustan, para poder interpretarla con sentimiento criollo.
Y así fue cómo quedó incorporado “Murmullos” -con música de un amigo que no olvido, Froilán Aguilar-, al repertorio gardeliano, y cómo conocí a Gardel, sin haber cambiado una sola palabra con el cantor del Río de la Plata, que cada vez escuchamos mejor.”
“Campera y triste, como a él le gustan” son los términos que Patrón recoge fielmente de la comunicación que le transmitiera el crítico de espectáculos ligado por amistad a “El Mago”.
En la adhesión a esta modalidad del canto, al hacer suya la letrística de los poetas uruguayos José Alonso y Trelles y Juan Carlos Patrón, se anudan varios elementos distintivos. La tradición criolla -nacida en los fogones artiguistas en que imperaba Bartolomé Hidalgo-, la psicología íntima del cantor -inseparable de sus vicisitudes y logros vitales- y, volcando su emoción hacia el pueblo platense, la asunción del dolor y la angustia íntima del hombre y los momentos en que exhala su felicidad.

Carlos Gardel se adentra en el criollismo rioplatense; aprehende la valentía, la frescura y la melancolía de la poesía gauchesca y la uruguayidad que en ella late.
Carlos Gardel es maestro y numen de esta síntesis. Expresa el bello momento de un pasado, que sólo reflorece en su voz.
Tal vez, por eso mismo, nos siguen llegando los murmullos de la noche en que se unieran el “Vaccaro”, multicolor y proletario, con el “Tupí Nambá”, henchido de artistas, políticos e intelectuales discutidores.


25.06.2009

PÁGINAS GARDELIANAS - “EL MAGO” ASUME LA POESÍA GAUCHESCA

Escribe Walter Ernesto Celina

Corresponde decir, de modo preliminar, que la poesía gauchesca rioplatense nace con los cielitos de Bartolomé Hidalgo (1788-1822), encendidos en los campamentos de José Artigas, en la Banda Oriental, para alentar la acción independentista. Se difunden por el canto individual y el contrapunto (payada). Hilario Ascasubí (1807-1875) y Estanislao del Campo 1834-1880) (argentinos) le dan nuevo vuelo. Las letras van de boca en boca, adquiriendo con José Hernández (1814-1886) la altísima expresión de las dos partes de su Martín Fierro, conocidas en 1872 y 1879.
Tienen gracia y dulzura y un hálito irrenunciable de coraje.

Una nueva psicología ha de impregnar esta poemática vernácula cuando el gallego-uruguayo José Alonso de Trelles, El Viejo Pancho (1857-1924), publica en 1915 Paja Brava, recopilación de versos gauchescos, por entonces reeditados una veintena de veces.
Carlos Gardel, no se sustrae al embrujo telúrico y arrastra la rica tradición de los pueblos de dos orillas. Les da vida con su voz.
Con música del montevideano Américo Chiriff graba, de Alonso y Trelles, “Insomnio”, “¡Hopa! ¡Hopa! Hopa!”, “¡Cómo todas!” y “Misterio”.

Y, del escritor y poeta uruguayo, Prof. Dr. Juan Carlos Patrón (y música de Froilán Aguilar, hermano de uno de los guitarristas de “El Mago”), perpetúa la pieza “Murmullos”, un tango imbricado en el estilo del Viejo Pancho.

Particularmente reveladora es la afinidad de Gardel con lo uruguayo. La forma en que toma la letra de Juan Carlos Patrón (1905-1979) y, cómo la adopta, es un hecho excepcional de la relación intérprete-autor. Infrecuente.
El hecho fue documentado, de manera precisa, por el intelectual y cientista del derecho que la prohijó. Esta historia será objeto de una contribución periodística inmediata. En tanto, vale recordar el canto gardeliano-oriental:


MURMULLOS
Letra: Juan Carlos Patrón Música: Froilán Aguilar

Cuando el ombú de la existencia

sacude el viento del recuerdo,

se llena el alma de "murmuyos"

que cuentan cosas del tiempo viejo.

En ocasiones, al oírlos,

el cielo claro de los ojos

queda "tapao" de cerrazón

y en otras veces, sin querer,

se va la mano pa’l facón.


"Murmuyos" que traen al alma

la tropa de los recuerdos,

pa’ llegar vienen al trote

pa’ "dirse" siempre son lerdos.

"Murmuyos", "murmuyos" son

que aprietan el corazón.


Y si les echo pa’ correrlos

a la perrada de los sueños,

esos "murmuyos", uno a uno,

me matan "tuitos" los pobres perros.

Sólo la caña los domina

y se los lleva al trote en ancas,

por eso siempre tiene sed

de caña, mi alma, pa’ apagar

la voz que llega del "pasao".

waltercelina1@hotmail.com - 23.06.2009

martes, 23 de junio de 2009

PÁGINAS GARDELIANAS - CUANDO SOLIÑO INTERDICTÓ A “EL MAGO”

Escribe Walter Ernesto Celina

Leyendo la selección de “Letras de Tango”, editada en 1997 por el ilustre José Gobello, tuve noticia que los uruguayos Víctor Soliño y Enrique Matos Rodríguez habían compuesto el tema “Mocosita” para la extraordinaria cantante Rosita Quiroga.
Con letra del primero y música del segundo, la pieza tanguística fue llevada al disco por la requirente para la casa “Víctor”, en 1926. El mismo año, Carlos Gardel lo hizo para la compañía “Odeón”, pero el disco no pudo circular comercialmente porque “Rosita reclamó y obtuvo la exclusividad”.

El episodio, en rigor fue así, como el maestro Gobello lo sintetiza en su historia.
Las grabación gardeliana quedó temporalmente interdictada.
Accediendo a una información que me proporcionara otra ilustre personalidad platense, el historiador Aníbal Barrios Pintos, encuentro un relato del propio Víctor Soliño, presentado en una página del diario “El Día”, de Montevideo (24.06.1975).
¿Qué dice el autor de “Mocosita” ?
Antes de entrar en materia, una digresión.
Dicha letra no es, a mi modo de ver, una composición de poesía popular que esté a la altura de otras excelentes, interpretadas en la época por “El Zorzal” y otros artistas.
Con sus variantes, el catálogo del año 1926 exhibe: “Amurado”, “Anoche a las 2”, “Bajo Belgrano”, “Aquella cantina de la ribera”, “Caferata”, “Caminito”, “El ciruja”, “Garabita”, “Ladrillo”, “La gayola”, “La he visto con otro”, “Mandria”, “Marcheta”, “Noches del Colón”, “No te engañes corazón”, “Sonsa”, “Oro muerto”, “Pan comido”, “Puente Alsina”, “Pobre corazón mío”, “¡Qué va cha ché!”, “Tiempos viejos”, “Te doy lo que tengo”…
“Mocosita” es un drama sentimentaloide. Pero tuvo su hora. La Quiroga, como Gardel, sabían vestir y realzar lo que ofrecían a sus auditorios.
Cuando la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) -al promediar el año 1975- distinguió a Don Víctor Soliño con una medalla por su aporte al repertorio gardeliano, el compositor relató la índole del compromiso autoral asumido conjuntamente con Matos Rodríguez, insigne creador de “La Cumparsita”.
-Con Gerardo nosotros estábamos comprometidos con Rosita Quiroga en el sentido que nadie más cantara lo que escribíamos para ella. Nos había puesto esa condición pues quería tener un repertorio propio, personal y único.
En aquella época
-continúa Víctor Soliño-, el autor debía autorizar al intérprete. ¡¿Y quién se iba a negar a que Gardel interpretara algo de uno?! Por eso, él grababa cualquier cosa que le gustara y, después, se cumplía con la formalidad de la autorización.
El periodista que mantiene el diálogo con el compositor uruguayo le pregunta:
-¿Y cómo se planteó el problema?
Responde Soliño:
-En 1926 él nos grabó “Mocosita” sin nuestro consentimiento.
Cuando ya estaban los discos por salir a la venta, vino una noche a vernos Perico Bernat, que era el representante de Gardel en Montevideo y nos pidió autorización.
Y agrega Don Víctor:
-Mirá Perico, yo no no te la puedo dar porque tenemos palabra con Rosita Quiroga que únicamente ella canta lo que le mandamos.
Y él me contestó: “¿Pero vos estás loco…le van a negar el permiso a Gardel? ¡Se cierran las puertas para siempre!”
Y bueno, se lo tuvimos que negar, nomás… y la matriz del disco estuvo guardada como 50 años, hasta que caducaron nuestros derechos.

Inquiere el periodista de “El Día”:
-¿Se disgustó mucho Gardel con ustedes?
Concluye el letrista de “Mocosita” :
-Y yo creo que bastante, porque desde entonces no volvió a grabarnos ningún título. Es una lástima porque él hubiera dado magnífico (realce) a tangos como “Garufa” o “Niño bien”.
El entrevistador propone:
-Pero la versión de “Mocosita” es de antología…
Víctor Soliño le responde:
-Bueno, sí; está bien; pero las guitarras…
Pudieron dar más aquellos músicos.
Carlos Gardel, como siempre, inobjetable.

MOCOSITA
Letra. Víctor Soliño – Música: Gerardo Matos Rodríguez
(Fragmentos)
Vencido, con el alma amargada,/ sin esperanzas, saciado de la vida,/ solloza en su bulín/ el pobre payador/ sin hallar un consuelo a su dolor.
Colgada de un clavo la guitarra…/ en un rincón la tiene abandonada…/ De sus amigos/ ya no le importa nada…Tirado en la catrera no hace más que llorar.
………………………………………………
Dormía tranquilo el conventillo,/ nada turbaba el silencio de la noche/ cuando se oyó sonar/ allá en la oscuridad/ el disparo de una bala fatal.
………………………………………………

15.06.2009

martes, 19 de mayo de 2009

ALGO MÁS SOBRE CARLITOS ESCOLAR

ENTREVISTA CON LA INVESTIGADORA MARTINA IÑIGUEZ
Por Walter Ernesto Celina


CONSIDERACIONES PREVIAS

Hace varias semanas pasó por Montevideo la poetisa argentina e investigadora gardeliana Martina Iñiguez. Un aspecto de la conversación con la distinguida intelectual correntina versó sobre un tema recurrente: ¿qué más tenemos sobre la orientalidad de Gardel?.

Un pasaje del diálogo se detuvo en torno a una colaboración del periodista Guillermo Pellegrino, al Diario "El País" que apareciera en un suplemento cultural de marzo de 2009, donde se mencionan los aportes de Iñiguez, tanto como de su compatriota Guada Aballe, tratando la escolaridad de Carlos Gardel.
Tras los primeros minutos de intercambio, no quise perder la oportunidad de poner el grabador sobre la mesa. Asimismo, pude ver fotos y planos edilicios referentes a sus pesquisas, que he de mostrar en la versión in extenso de las respuestas a mis preguntas. Tales elementos integrados permitirán que el lector asista a este improvisado coloquio.
Para mejor proveer, se acompañan características de sitios en Internet y “llamadas”, que apuntan a suministrar una información con mayores detalles de lo tratado.

LA ESCUELA Nº 27 DE MONTEVIDEO

-Walter Ernesto Celina: Ud. ha recogido evidencias que estarían demostrando que Carlos Gardel asistió a la Escuela Pública Nº 27, de Montevideo, que estuviera ubicada en la calle Durazno, próxima a su intersección con Médanos (ahora J. Barrios Amorín).
Guada Aballe, autora de la obra Algo más sobre Gardel, por su parte, quita relevancia a su hallazgo al sostener (El País Cultural, Nº 1010) que es "apenas un recorte de la historia escolar del alumno", el que siendo interesante "no tiene el valor documental de un certificado."
http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/09/03/20/cultural_404992.asp

-Martina Iñiguez: "La historia es una ciencia" -escribía el historiador Julio Luqui Lagleyze- y, mal que les pese a muchos historiadores “profesionales” o “amateurs”, es revisable y no dogmática.
Nada más absurdo que determinar por adelantado el resultado al que queremos arribar, o quedar satisfechos con lo hallado si conforma nuestras expectativas, decidiendo entonces, unilateralmente, que hemos llegado al “punto final”, aunque se levanten opiniones en contrario.
Como hasta el momento los investigadores francesistas -que llevan 5 años buscando denodada e infructuosamente la hipotética escuela de Buenos Aires en la que Gardel habría sido fotografiado- no han podido encontrar nada, no hay razón alguna para abrigar dudas con respec
to a que esa fotografía fue tomada en la Escuela de Varones Nº 27, de Durazno y Médanos

CONCLUSIONES DE LA INVESTIGADORA IÑIGUEZ

-WEC: ¿El aporte periodístico citado refleja el momento al que Ud. ha llegado en sus indagaciones?
-MI: La nota del Sr. Guillermo Pellegrino aparece casi un año después de la entrevista que nos hiciera a María Hortiguera y a mí en el Museo Pedagógico, por lo que se ha desactualizado en algunos puntos.
La última presentación del tema fue publicada el 20 de diciembre de 2008 en:

http://charlaescolaridadgardel.blogspot.com/2008/12/carlos-gardel-su-verdadera-escolaridad.html

RESPETO INTELECTUAL CON DIFERENCIAS CONCEPTUALES
Debo decir, sin embargo, que los fundamentos de la investigación no han variado y de allí surgen mis diferencias con Guada Aballe, a quien respeto y admiro por su capacidad investigativa y honestidad.
Las conclusiones a las que cada investigador arribe -a través de la información que conoce-, acertadas o no, son absolutamente personales y es lícito que así sea.
Guada y yo diferimos completamente en la interpretación que damos a esa información.
Como el subjetivismo puede deformar los hechos, llevando a graves alteraciones de la verdad, concedo siempre márgenes de duda y/o error a todas mis conclusiones.

VALIDEZ DE LOS INDICIOS

-WEC: Desde su punto de vista ¿cuándo un documento adquiere valor probatorio, no ya desde el ángulo jurídico, sino desde la perspectiva de la investigación histórica y, cuándo un indicio -sumado a otros- permite levantar una hipótesis verosímil?
-MI: Su pregunta es interesante. Me permite traer a colación algo.
Como Ricardo Ostuni y Luciano Londoño López, trato de aplicar los conceptos de la "Nueva Historia", la “Historia de las mentalidades” y la “Teoría de los indicios”.
Permita que le cite la definición dada por Hipólito Paz:
“Un indicio es un hecho que está en relación tan íntima con otro hecho, que se llega del uno al otro por medio de una conclusión muy natural. Despréndese de aquí, que debe haber un hecho comprobado y otro no manifestado aún, pero ambos, como se ha dicho, en una relación
tan íntima que no se puede dejar de llegar natural y fácilmente del uno al otro y nada más que al otro.
Así pues no habrá indicio, como explican los tratadistas, si partiendo de ese hecho completamente cierto, no se llega por necesidad y de un modo natural, a ese otro hecho, pues si se puede arribar a ese y a otro más, o si para llegar allí hubiera necesidad de forzarse, no hay indicio.
Existe también ese concurso cuando se completan y esclarecen uno a otro.”

SUMATORIA DE ELEMENTOS INDICIARIOS

La foto escolar de Gardel, hasta el momento, lleva de “un modo natural y fácilmente” al Barrio Sur de Montevideo, no sólo porque sus características edilicias coinciden con las de la escuela de Durazno y Médanos, sino porque además es evidente que no fue tomada en ninguna de las escuelas a las que asistió Charles Romuald Gardes.
También porque los testimonios de diferentes personas -incluído Gardel- coinciden en mencionar que El Mago asistió a una escuela del Barrio Sur, además de coincidir los testimonios que lo daban como nacido antes de 1890.
Asimismo, porque no pueden ignorarse aquellos que él brindó, sosteniendo haber nacido en el Uruguay y, muy concretamente, en Tacuarembó.

En cambio, los certificados escolares de Buenos Aires coinciden solamente con el acta de nacimiento de Toulouse y colisionan con la edad de Gardel, con su fotografía escolar, con la fotografía del patio de artesanos del Colegio Pío IX, con su falta de interés por las clases de música y teatro y con su fotografía con Francisca Francini.

Hablo de dos fotografías de infancia que prueban la escolaridad de Gardel en Montevideo.
La escolar es la primera. La segunda, con Francisca Franchini, en un botecito de escenografía de estudio donde se le ve dos o tres años mayor que en la primera (aparenta una edad de entre 9 y 11 años), tuvo que ser tomada en 1894. (*)
El hecho de que esta segunda fotografía sea posterior pone un tope a la posible fecha de la foto escolar que, al no corresponder a la escuela de Talcahuano y Viamonte, tuvo que ser anterior a 1897.

Que la foto escolar haya sido anterior a 1897, hace imposible que haya sido Charles Romuald Gardes el fotografiado cursando primer grado, porque aún no había llegado a la edad escolar.

En consecuencia, el francés que hizo su escolaridad en Buenos Aires no era Carlos Gardel.

Reconstruir la historia de Carlos Gardel es como armar un rompecabezas al que se le agregaron algunas piezas de otro.
Cuando queremos incorporar al rompecabezas de Gardel las piezas que corresponden al de Charles Romuald Gardes no encajan, así de simple.
Por el contrario, a medida que profundizamos en la historia de la familia Escayola, las piezas se van acomodando de un modo sorprendente.

GUADA ABALLE DOCUMENTÓ A UN NIÑO DISTINTO A GARD
EL

-WEC: ¿Podría deducirse de lo que Ud. afirma que la información aportada por la Sra. Guada Aballe resultaría eficaz para probar que el niño francés Charles Romuald Gardés asistió a determinados colegios bonaerenses, siendo absolutamente impropia al no referirse a otro niño, uruguayo, que luego, universalmente se conocería como Carlos Gardel?
La localización de la foto del niño Carlos Gardel en un centro de enseñanza montevideano, si bien podría no ser considerada en sí misma una prueba absoluta ¿funciona con valor acumulativo con otros numerosos indicios que existen sobre la orientalidad del cantante?

-MI: Por supuesto que sí; Guada reconoce algo muy significativo:
"La foto es un recorte de la historia escolar del alumno, me indica que en algún momento ese chico estuvo en tal escuela… "Justamente de eso se trata. Carlos Gardel estuvo en la escuela de Durazno y Médanos y la historia oficial no tiene como controvertir ese hecho
aunque maneje 4 certificados de Charles Romuald Gardes.

No solamente Gardel estuvo en tal escuela sino que cursó allí cuando ¡el niño francés aún no había llegado a Buenos Aires ni a la edad escolar!

LO QUE NO PRUEBAN CIERTOS CERTIFICADOS

Que no se hayan encontrado matrículas de las escuelas montevideanas anteriores a 1900, está plenamente justificado por una resolución de la Dirección General de Instrucción Pública de Montevideo del 10 de marzo de 1900.

El que salió fotografiado es Gardel, aunque no sepamos con exactitud el año en que fue tomada esa fotografía. Y las coincidencias del edificio escolar que aparece en esa fotografía con el plano de la escuela de Durazno 337 son hasta ahora irrebatibles.
En cambio no hay nada que pruebe, de manera definitiva, que los certificados escolares de Buenos Aires le correspondieron, porque en esa época los niños no presentaban documentación al ser inscriptos, quedando establecida su identidad por la palabra de la persona que lo registraba: madre, padre, tutor, etc.
Alguien inscribió a Charles Romuald Gardes en la escuela de niñas de Talcahuano y Viamonte, de
eso no hay duda, pero no hay ninguna prueba que se tratara de Carlos Gardel.
La foto tiene muchísimo más valor que un certificado porque identifica a la persona sin dejar espacio para la duda.
Que no podamos saber cuánto tiempo estuvo Gardel en la escuela de Durazno y Médanos no cambia la evidencia de que cursó un período de su escolaridad en Montevideo.
Encuentro valiosísimo el aporte de Guada a la escolaridad del hijo francés de Berta porque permite definir que hubo dos niños, a los que deliberadamente se trató de fusionar e
n uno solo.

PERICIA ANTROPOLÓGICA CONCLUYENTE

De hecho, Charles Romuald Gardes fue identificado como tal por el coadjutor Carlos Conci en una fotografía tomada en el patio de artesanos del Colegio Pío IX y, no sólo es notorio que no se trata de Carlos Gardel, sino que Carlos Gardel no aparece fotografiado entre los alumnos artesanos de 1901 de ese colegio. Vea, se trata de dos indicios en contra de la biografía oficial.
En cambio, un estudio antropológico hecho por el Lic. Horacio E. Solla otorga al alumno del Pío IX las mismas características antropológicas que tiene el niño del retrato oval entregado por Berta Gardes a La Canción Moderna, que tampoco es Carlos Gardel, a pesar de que siempre, los sostenedores de la “historia oficial”, muestran esa fotografía como “el retrato” del cantor en su niñez. El indicio vale a favor de la existencia de otro niño.
Agreguemos a eso que el francesito del Colegio Pío IX no se anotó en las clases optativas de teatro, banda o aprendizaje de instrumentos musicales que se dictaban allí, ni se destacó cantando, entonces difícilmente fuera Carlos Gardel.
VER: "La falsa asistencia de Gardel al Colegio Pío IX "
Cabría preguntar:¿Cómo podía ser el mismo que en una entrevista, concedida a El Imparcial, de Montevideo, del 13 de julio de 1930, confesaba?: "Desde niño entraba a los teatros, oía cantar y luego salía imitando a los artistas. Puede decirse, che, que yo nací en el teatro."
Éste es otro indicio que no se trataba de Carlos Gardel.
La investigación de Guada Aballe demostró que toda la trayectoria escolar de Charles Romuald Gardes, perfectamente documentada, transcurrió en Buenos Aires a partir de 1897.
Pero la foto escolar de Carlos Gardel lo muestra en Montevideo, en edad escolar, ANTES de esa fecha.

RÉPLICA A GUADA ABALLE

-WEC: La foto sobre la que Ud. ha hecho revelaciones que afectan la hipótesis
del grupo de francesistas, publicada en la revista La Canción Moderna, muestra a juicio de la Sra. Guada Aballe una contradicción en que Ud. habría incurrido sobre la fecha en que fue tomada.
¿Qué valor le atribuye a que sea de 1896, o de 1893 -como lo sostuviera el periodista argentino Carlos Marín, citado por Ud.-, enmendando que no fuera del año 1896, como lo estampó la
revista citada?
-MI: No existe tal contradicción. Creo que Guada ha recibido esa “versión” imaginativa de un tercero, proclive a publicitar versiones antojadizas que divulga por mails. El mismo Pellegrino, en la nota sobre la escuela, antes de mencionar la fecha publicada por Marín, citó que menciono que la foto fue publicada por La Canción Moderna en 1936 (**)
Si no hice incapié en la fecha que se da allí, fue porque era a todas luces falsa, ya que casi la totalidad de los 6 años de Charles Romuald Gardes -nacido en el mes de diciembre-, transcurrieron en el año 1897, que es, también, el año en que cursó su primer grado, de acuerdo al registro existente. Algo fácil de advertir por cualquier conocedor
del tema.

Berta mencionó la fecha de nacimiento de su hijo en La Canción Moderna, lo que abre dos posibilidades: O bien el cronista interpretó que era 1896, porque no calculó que el hijo de Berta nació en diciembre, o fue Berta quien se equivocó.
La nota de Marín especifica, en cambio:
"Fotografía de un grupo de escolares adonde asistía Gardel en 1893, quien aparece en círculo. Verificada la exactitud de esta fecha, a establecer cual es su edad. "
La fecha dada por Marín la mantengo como antecedente, pero no la tomo como definitiva, sino como un punto de partida.
Como Marín no aclara en qué consistió esa verificación, para determinar la posible fecha en que fue tomada, prefiero basarme en la información que se encuentra en el Libro Diario de la escuela y en el cambio físico experimentado por el niño Gardel, al comparar sus dos fotografías de infancia, entre las que tienen que haber transcurrido dos o tres años.
En base a la información encontrada hasta el momento la fotografía escolar pudo ser tomada entre 1891 y comienzos de 1893.

CONTROVIRTIENDO A BERTA GARDES

Sobre las declaraciones de Berta Gardes a La Canción Moderna, del 6 de junio de 1936, dice Nelson Bayardo: "Para desvirtuar las sospechas que levantó el testamento, Berta Gardes salió a la prensa, intentando bosquejar una suerte de biografía de Gardel para poder fusionarlo en una sola persona con su hijo Charles Romuald. Documento fundamental, cuya lectura debe ser hecha atentamente, pues constituye la médula de la teoría francesista.
Paradojalmente resultó pieza básica para calibrar su falsedad."

Veamos algunas de sus afirmaciones:"-Partimos con la intención de llegar a Montevideo, los viajes no eran como en la actualidad. Los vapores llegaban a América pero a cualquier parte, y así fue como nosotros desembarcamos en Venezuela.
(Una afirmación absurda).
-Tampoco me apoyó durante mi noviazgo (se refiere a su madre) y mi casamiento concluyó por distanciarnos. (Berta era soltera).-Mi marido fue un hombre muy bueno… era un hombre muy inquieto… murió sin que mi hijo pudiera conocer el calor de su alma… Carlitos tenía apenas dos años, cuando desapareció su padre, después de una enfermedad. (Ni Berta tuvo marido, ni ese niño tuvo padre conocido. El padre que le atribuyeron: Paul Lasserre, estaba vivo).
-“Les diré, que la única verdad sobre la fecha de su nacimiento, es el 11 de diciembre del año 1890, y que nuestra llegada a Bs. As. fué el 23 de marzo de 1893.” (Esta fecha de llegada es dudosa; el Dom Pedro llegó a Buenos Aires el 12 de marzo).
-Carlitos no sabía hablar en francés cuando chico. Por eso, algunas veces yo no podía retarlo, porque como hablaba muy poco en castellano, si lo retaba en francés, mi hijito se reía." (Si vino de Francia con más de dos años de edad y vivía entre franceses ¿cómo no entendía el francés?)
FOTOGRAFÍAS DE LA CANCIÓN MODERNA

La fotografías llevan los siguientes epígrafes:
Fotografía escolar: "Una extraordinaria primicia: Carlitos Gardel rodeado de sus
compañeros de escuela, en el año 1896, cuando tenía seis años de edad. Foto obtenida por cortesía de su señora madre." (El hijo francés de Berta comenzó su escolaridad en el año 1897.)
Una semana después, en La Canción Moderna, se vuelve a publicar la foto escolar con el siguiente leyenda:
"Un grupo escolar en el que aparece Carlitos Gardel cuando cursaba el primer grado de la instrucción primaria. Foto que corresponde a las primicias ofrecidas en nuestro último número."
En ningún momento se aclara el lugar donde fue tomada la foto, pero no hay razones para dudar de que realmente esa fotografía haya sido tomada cuando Carlitos Gardel, con 6 años, estuviera cursando su primer grado.

Foto con niña Franchini:
El epígrafe dice: "Carlitos Gardel tiene seis años de edad, está dentro de un botecito “fotográfico” y lo acompaña una de las hijas de Rosa Franchini."
El cronista era tan mal observador que al hablar de esta época de Gardel, c
ontradice lo que afirma el texto que acompaña la foto: “… como cuando tenía seis años y hacía sus ingenuos paseos en bote tomado de la mano con la hijita de Doña Rosa Francini.” Cualquiera percibe que era una foto de estudio, menos el cronista. Carlitos aparece con dos o tres años más de edad que en la foto anterior, en la que supuestamente también tenía 6 años.
Si los francesistas toman al pie de la letra las declaraciones aparecidas en La Canción Moderna ¿por qué afirman en comentarios diversos que Carlos tenía 8 años en esta fotografía, en franca contradicción con “los dichos de Berta”?

Guada Aballe, en las notas adicionales al artículo "Mamá Rosa", escribe:
"7) Foto tomada en Benincasa Hnos., Buen orden 728 (hoy Bernardo de Irigoyen), propiedad de Bartolomé Benincasa (Guía Kraft 1900, 1er tomo, pág. 662." Quiere decir que la investigadora supuso que si la casa Benincasa ya en 1900 figuraba en Guía, a partir de ese año, podía haber sido tomada la fotografía. Es evidente entonces que le atribuye a Gardel más de 9 años de edad (lo supone nacido en diciembre de 1890), algo digno de ser tenido en cuenta tratándose de una docente. No prestó atención al hecho de que que Bartolomé Benincasa comenzó a usar el logo "Bmé Benincasa" a partir de 1895, por lo que la foto de Gardel es ANTERIOR a ese año. Si en 1894 Carlitos representaba unos 10 años de edad, mal podía haber nacido en 1890.

FOTO DEL RETRATO OVAL Y MÁS

-Retrato oval:La siguiente fotografía no corresponde a Carlos Gardel sino al hijo francés de Berta Gardes.
La anotación al pie dice:
"Carlitos a los cuatro años de edad. Otra foto obtenida en calidad de
primicia por una cortesía de Doña Berta. "
Dos antropólogos determinaron, en diferentes oportunidades, que el niño del retrato oval no era el mismo niño de la foto escolar.

-Retrato de Paul Gardes:
Dice: "Paul Gardes, padre de Carlos Gardel, y a quien éste casi puede decirse que no conoció, pues falleció a los pocos meses de su nacimiento."
El Sr. de la fotografía se llamó Paul Lasserre; nunca se casó con Berta; no reconoció al niño como suyo y, estaba vivo y soltero, en 1893.

El hecho de que Berta haya faltado a la verdad en algunas de sus afirmaciones, no significa que no haya sido veraz en otras que no modificaban la versión que deseaba imponer
Es posible, entonces, que la foto escolar de Gardel correspondiera realmente a su primer grado escolar, pero no lo cursó en la escuela de Buenos Aires -donde lo hizo el francesito-, sino en una escuela de Montevideo, como lo prueba el “recorte” documental.
En la fotografía puede verse que la puerta que está detrás del grupo escolar lleva la inscripción 1º C.
La información hallada sobre la escuela montevideana dice que en ese salón instalaban a los niños que en la época cursaban su primer grado, que eran todos varones, tal como se ve en la foto. Se trata de dos indicios más que se suman a las coincidencias edilicias.


Las medidas de ese salón eran: largo 6.70 m., ancho 4.60 m., altura 4.70 m., superficie 30.82 m2, volumen 144.854 metros cúbicos. Tenía 14 mesas y capacidad para 62 chicos. Era el único salón que tenía capacidad para más de 53 chicos. En la fotografía aparecen 56 y es probable que hubieran faltado algunos.
Es de recordar, en cambio, que Charles Romuald Gardes hizo su primer grado en 1º B, compuesto por 46 niñas y 21 varones. Trátase de indicios que, al no coincidir con lo que se ve en la foto escolar, favorecen a la versión uruguayista.

Izquierda: Carlitos Gardel en Primer Grado "C", Derecha: Escuela donde Charles Romuald Gardes cursó Primer Grado "B"

Con razón el investigador Ricardo Ostuni ha escrito que "tan válido como el hallazgo de la verdad es la demostración de la mentira."



LA INVESTIGACIÓN POR EL ADN

-WEC: El Dr. Carlos Perrotta ha postulado la realización del ADN a los restos de Carlos Gardel.
¿Es viable a su juicio la aplicación de este procedimiento? ¿Qué supuestos deberían darse para que fuera eficaz a los fines de develar los parentescos de Carlos Gardel?


-MI: Por supuesto que es viable, aunque no creo que en este momento estén dadas las condiciones para que ese estudio prospere. Sería necesaria una decisión política y, tanto en Argentina como en Uruguay, éste es un año de elecciones, centrándose la campaña política en otros asuntos.
En cuanto al examen en sí pienso, en principio, que habría que determinar si el cadáver que está en el cementerio de La Chacarita es realmente el de Gardel, haciéndose necesario tomar muestras de los cuerpos de Berta Gardes, de alguno de sus familiares en Francia y, al menos, de dos integrantes de la familia Escayola.
El ADN se hará cuando se den las condiciones, lo que no quita que se esté llegando a la verdad histórica a través de la investigación.
Eso puede comprobarlo cualquier persona, con suficiente apertura, que analice en profundidad la información existente.

Ampliación de conceptos
Llamadas

(*) La casa fotográfica usó el logo Benincasa Hno. (en singular) hasta 1893.
En 1894 lo cambió por Benincasa Hnos. (en plural), que aparece en la fotografía de Carlos Gardel.
En 1895 comenzó a usar otro: Bartolomé Benincasa. (o Bmé Benincasa)
En consecuencia, sólo queda el año 1894 como posible fecha de la fotografía.

Si bien la casa Benincasa Hnos cambió su logo por el de Bmé Benincasa en 1895, siguió figurando en Guías con ese nombre hasta comienzos de 1898, porque no mudó de local ni había abierto todavía el suyo su hermano Vicente, dividiéndose entonces en dos casas fotográficas: Benincasa Bartolomé, calle Buen Orden 728 y Benincasa Vicente, Fotografía, Artes 324.



(**) En la nota de El País Cultural, Guillermo Pellegrino toma en su comienzo la siguiente cita mía, probando él mismo que no omití esa información:
“En la rigurosa investigación de Aballe había una famosa foto de un curso de primer grado que Berta, sin decir de qué escuela era, había cedido en 1936 a la revista La Canción Moderna para una nota que, a mi juicio, por un tema de sucesión, fue “armada” con el fin de fusionar a los dos niños en uno solo.”