sábado, 2 de julio de 2011

CÓMO MURIÓ GARDEL

Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy – 17.06.2011

Carlos Gardel frisaba los 50 años al fallecer en el accidente aeronáutico de Medellín, Colombia.
Del trágico hecho han de cumplirse 76 años.
No se conoce en la historia de los grandes artistas de cuño popular una figura que haya logrado trascender su tiempo del modo en que lo hace este cantante, siempre vivo y cautivante en el imaginario colectivo.
Al evocarse por estos días su liderazgo, como un creador incomparable de la tanguística rioplatense, su voz y estilo agitan los espacios musicales.
Tras esa presencia, familiar para las viejas generaciones y asombrosa para los jóvenes melómanos, vuelve a levantarse la leyenda.
¿Un accidente motivado en qué?
¿En irregularidades topográficas del aeródromo, en ráfagas cordilleranas, en la sobrecarga de los materiales transportados, en un acto de imprudencia motivado por rivalidades de empresas y pilotos, en un conflicto acaecido entre la tripulación?
De todo esto y más se han trazado conjeturas. Hasta que El Zorzal pudo salir vivo de entre los hierros candentes.
Ricardo Ostuni, investigador argentino de reconocida solvencia, en su trabajo Repatriación de Gardel (Ediciones “Club de Tango” – Bs. As. 1995) expone al respecto una documentación amplia, que permite tener una idea bastante completa de las circunstancias que rodearon el conmocionante episodio.
El informe técnico oficial admite las deficiencias terreno del aeródromo “Olaya Herrera” (Medellín), así como la ocurrencia súbita de corrientes de aire breves, en horas de la tarde. Aquel 24 de junio esta manifestación aerológica se habría producido 10 segundos antes del choque del avión en que despegaba Carlos Gardel, con otro próximo que aguardaba turno con los motores encendidos.
En 1984 el uruguayo Horacio Arturo Ferrer entrevistó al único periodista presente en el evento, Don Horacio Henao Gaviria: “el choque de los aviones fue como una bomba atómica. Se oscureció el aeropuerto…”
Terencio Espaini, investigador colombiano y, a la vez, observador meteorológico y despachante de aeronaves, confirma la rivalidad nacionalista entre la empresa colombiana SACO, creada por el piloto Ernesto Samper Mendoza, opuesta a la alemana SCADTA -primera en las Américas y segunda en el mundo-, que “respondía a los planes expansivos del nazismo”.Samper Mendoza pudo haber intentado un vuelo de aproximación a la nave de la empresa germana, respondiendo a uno rasante que el 20 de junio anterior había recibido de la compañía extranjera. La maniobra riesgosa se habría tornado fatal al sobrevenir un viento inesperado.

José María Aguilar, uno de los sobrevivientes, relató: “Al chocar nadie se movió. Se ha dicho que Carlitos gritó y golpeó en el vidrio. La verdad es que un ala del trimotor con que habíamos chocado se introdujo en el F-31 en el que viajábamos y descabezó a algunos de sus ocupantes. Pudo establecerse más tarde que a Carlitos Gardel le había cortado ambas piernas y que había recibido otras heridas mortales, de manera que su sufrimiento no debió ser prolongado.”

En la modesta máquina, que alzaba vuelo con los desafíos de aquel puñado de sembradores de tangos, iban Carlos Gardel, Alfredo Le Pera, Celedonio Palacios, Alfonso Azaff, Guillermo D. Barbieri, Ángel D. Riverol, José Corpas Moreno, José María Aguilar, José Plaja, Henry Swartz y la tripulación integrada por Ernesto Samper Mendoza, Grant Yetman Flynn y Willys B. Foster Stuart.
Del fuego y las cenizas, como el Ave Fénix, nacía otro Carlos Gardel. Tan nuestro como el de sus canciones: el de una historia final y una leyenda resistente.-

domingo, 15 de mayo de 2011

EN TORNO A GARDEL

LITERATURA E INVESTIGACIÓN HISTÓRICA
Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@adinet.com.uy - 03.04.2011

El deslinde o distinción entre literatura e investigación de hechos históricos y contextos sociales reconoce la aplicación de metodologías distintas. Ciertas confusiones, relativamente comunes, obedecen a la existencia de áreas tangenciales entre estos campos, cuyos mojones se corren por la ausencia de fuentes documentales, por hipótesis de algún atractivo que suplen a aquellas, por la vieja tendencia a dar por cierto lo no probado, por el empleo de habilidades expositivas en que las presunciones aparecen relatadas junto a hechos verificados y cosas así.
La crónica periodística, que suele exaltar la genialidad de un actor a propósito de virtudes reales, tiende a adosar una literatura que no se compadece con la materia histórica propiamente dicha. Obedece al objeto de redondear la presentación de un tema. Abrevan en leyendas y mitos o los renuevan, añadiendo más colores al plumaje del Ave Fénix. Pero, es materia distinta de la historia como ciencia. Pero cabe distinguir lo central de las florcillas sobre un escenario.
El periodismo de mayor exigencia no puede prescindir del estudio. Este es el nervio de una nota seria. La costumbre de citar la fuente de lo dicho, para que el lector acceda con mayor detalle a lo resumido por el redactor, es una sana modalidad, no siempre seguida. En oportunidades, salteada ex profeso.

Comentaré la extrañeza con que leí un artículo del Sr. Julián Barsky, en la revista católica argentina “Esto es historia”, Nº 479 (junio de 2007). Promocionaba en tapa una gran foto de “El Mago”, con el titulo “La pasión según Gardel”. No importa su vejez de casi 4 años.
Empieza así:
“A Nicolás Díaz, la mujer le llamo la atención de inmediato. No era la típica imagen de la admiradora del cantor, pulcramente vestida y perfumada; por el contrario, presentaba un aspecto desalineado y nervioso que no presagiaba nada bueno. (Subrayado de WEC)..
-Lo siento señorita, pero esto es una reunión privada, dijo el empresario acercándose.
-Es que Ud. no entiende, señor. Tengo que hablar con él, tengo que decirle algo muy urgente. Por favor…
Díaz dudó, y el momento fue aprovechado por la muchacha para evadirse y llegar hasta la mesa de Gardel. Varios comensales se acercaron, pero se detuvieron ante un gesto del cantor.
-¿En qué puedo servirle señorita, preguntó cortés.
-No debe viajar, señor Gardel. ¡Es peligroso!
No se preocupe señorita, ya hemos viajado antes.
-Ud. no entiende, se sofocó la mujer, al borde de las lágrimas.
–He venido a salvarlo. ¡No suba Ud. a ese avión!
Gardel ya había vivido escenas parecidas en otros países. Con leves matices, la situación era siempre la misma: mujeres que le aseguraban haber leído en su porvenir una muerte violenta en tal o cual viaje, cartas de videntes anunciando una catástrofe, etc.
Intentó desembarazarse de la joven entregándole unos billetes a modo de agradecimiento, pero ella los rechazó, ofendida.
Poco después, el personal del restaurante la escoltaba hasta la salida.
Aquella fue la última noche de Gardel en Bogotá. Al día siguiente, partió rumbo a Medellín y a la inmortalidad.”
La composición cuyo inicio transcribo agrega una relación de antecedentes y fuentes, a modo de justificación de los asertos. Salvo en el parágrafo mostrado.
Está construido no como parte de una investigación, sino de una literatura animadora de misterios y versiones. J. Barsky hace otros relatos y, al menos, cita años de ocurrencia. Mezcla sustancias distintas.
La ausencia de elementos de procedencia -en el punto exhibido- es total. Es un debe extraño, que se aparta del método de fundamentar y poner de manifiesto evidencias. Pudo decir quién era la mujer, qué más se supo de ella, qué registros hay de la incidencia, personas que acreditaron el episodio, ingredientes de circunstancia y, aún, de otros similares, etc., etc. Pero J. Barsky escogió una “flotación” arcana, propicia a tornarla objeto de fe.
Desde un ángulo científico, la investigación no es tal si es dócil a exhibir y/o mezclar misterios y premoniciones. Las religiones y las verdades reveladas no hacen a la historia, aunque esta puede ponerlas bajo su lupa.

Los Sres. Julián y Osvaldo Barsky publicaron en 2004 “Gardel. La biografía”. Contiene 943 páginas, con secciones trabajadas con esmero y partes no necesariamente compartibles.
Un Gardel sin miedos, ajeno a las supersticiones de su tiempo, en todo caso, muestra un individuo asomado a la modernidad. Una forma jubilosa de ser. Su voz y preclaro vanguardismo hacen a su vigencia excepcional.-