miércoles, 13 de junio de 2012

PÁGINAS URUGUAYAS - LA FIGURA MÁS REPRESENTATIVA DEL TANGO

Escribe Walter Ernesto Celina

HORACIO ARTURO FERRER

La calificación que motiva el título fue dada a Carlos Gardel y pertenece a Horacio Arturo Ferrer, connotado compatriota, ciudadano emérito de la cultura tanguística.
La aseveración está contenida en una página encontrada en el archivo del académico Aníbal Barrios Pintos, cuya copia obra en mi poder.
Transcribiré fragmentos de la misma, incorporando algunos elementos de contexto.
Horacio Arturo Ferrer (1933) ha sido, en una primera fase, radialista y cronista del tango. Luego, se convirtió en comentarista e historiador erudito de la disciplina. Cultivó(a) la poética en la música popular de su preferencia, alcanzando logros resonantes. Cofundó el Club de la Guardia Nueva, en Montevideo, y dirigió Tangueando, revista especializada de la entidad. Merced a una relación profunda con el maestro Ástor Piazzolla. encalló casi definitivamente en Buenos Aires.
Sus vínculos han sido fluidos con personajes señeros como Julio De Caro, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán, Raúl Garello, Héctor Stamponi, Elvino Vardaro, para citar algunos.
De su autoría sobresalen Chiquilín de Bachín, Balada para un loco, Balada para mi muerte, Juanito Laguna y la operita María de Buenos Aires.
La ciudad hermana le ha dispensado honores por su labor intelectual y por considerarlo un promotor excelso del tango en América y Europa.
El material, algunas de cuyas partes se transcriben, fue realizado por Ferrer para el diario “El País” montevideano, con motivo del estreno en el  ex Cine Central (de Plaza de Cagancha) del film “Carlos Gardel, historia de un ídolo”. La fotocopia encontrada en el archivo ya citado, omite la fecha. Atendiendo la première de la película, podría ubicarse entre abril-mayo de 1964, aunque no antes.

TRES FRAGMENTOS

Estos son algunos de los conceptos que Horacio Arturo Ferrer vertía, analizando la trayectoria de El Mago, bajo el título Personalidades: Carlos Gardel”.
1.- “Hubo quienes cantaron tangos antes que Carlos Gardel. Pepita Avellaneda, Dorita Miramar y La Pamperito, fueron  algunas de las voces femeninas que en los últimos años del siglo XIX, entonaban en los recreos con escenario y en los pequeños teatros del bajo porteño -como el Roma- los primitivos tangos de corte cupletero.
En la misma época Ángel Villoldo, y poco después de 1900, Arturo Mathon y el sanducero Alfredo Gobbi entre los intérpretes masculinos,  también fueron cantores de tango, pero conforme a los cánones madrileños. Procedían éstos, a su vez,  del tango andaluz -de origen gaditano- (de Cádiz - WEC) y fueron adoptados por nuestros cantores a través de los modelos del género chico español, promovido en los escenarios rioplatenses bajo las celebradas representaciones de La Gran Vía (1886) y La Verbena de la Paloma(1894). Por último, cabe añadir que antes de Gardel también  cantó Pascual Contursi, dentro del estilo “milonguero” que habría de trasuntarse, asimismo, en sus letras. Y, en fin, cuando Carlos Gardel hacía sus primeras interpretaciones tanguistas en público, en los sainetes criollos no pocos actores y actrices cantaban tangos.

2.- “Carlos Gardel abarcaba una extensión próxima a dos octavas. En sus comienzos como tanguista (1915-1925), su voz se asimilaba al registro de tenor. Desde 1925, en adelante, barítono, cada vez con mayor tendencia a bajo.
Musicalmente Gardel plasmó en el plano vocal las bases del fraseo característico del tango. Interpretativamente, a pesar de abordar con ductilidad, propiedad y soltura un variado repertorio de situaciones -picarescas, trágicas, cómicas-, tuvo siempre marcada inclinación  por un cantar melancólico, y muchas veces solemne. Como ocurre en todas las formas de expresión del tango.
Gravitaron en la cristalización de su estilo, aunque luego desbordados por la ceñida síntesis que éste importó y apenas dejaron señales en su personalísimo modo interpretativo, algunos rasgos característicos de los cantantes italianos y resonancias propias del cantor “milonguero”.

3.- “Esta contribución hubiera sido suficiente para ubicar su nombre en una galería de figuras en la cual, junto al suyo, revistarían con idénticos títulos, Pascual Contursi -que introdujo con toda originalidad la letra argumentada-; Enrique Santos Discépolo, que dio a la letra consistencia  dramática, esto es, sostenes estructurales propios de lo teatral; Pedro Maffia, quien plasmó los cánones tanguísticos de la interpretación y las normas técnicas de la ejecución bandoneonística, para citar algunos artistas de parejo valor creativo al de Carlos Gardel, entre los de una selecta nómina.
Sin embargo a Gardel se le discierne con toda justicia otro mérito, diverso del conferido a su labor vocal, que establece un rasgo diferencial que lo distingue de aquellas otras capitales siluetas nombradas: Carlos Gardel se constituyó en la figura más representativa del tango. Y en este aspecto comienzan a gravitar facetas de su personalidad, elementos como auxiliares de su perfil de cantor que concedieron a su presencia y a su labor -en todo caso esos elementos fueron deslumbrantes pero nunca “misteriosos”- esa rara combinación de atractivos físicos y espirituales que predisponen favorablemente a un auditorio, antes, y aún al margen, de la tarea específicamente profesional de un intérprete.
Lo integral de su persona -el ser iniciador de un género vocal; el ser creador de un estilo de efectiva calidad y gran resonancia pública, sumados a la magnética espiritualidad de su conducta y de su físico, auténticamente rioplatenses- hizo de Carlos Gardel el artista más representativo del tango.   
  
   


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