miércoles, 3 de octubre de 2007

CARTA DE “PELODURO” A CARLOS GARDEL

Selección de Walter Ernesto Celina
INTRODUCCIÓN

Julio E. Suárez, “Peloduro”, ha sido un dibujante, ilustrador, caricaturista e historietista de notables cualidades, cuyo nombre permaneció asido al
recuerdo de los hombres de su tiempo que le sobrevivieron, así como a las generaciones de jóvenes que, en el medio siglo pasado, se deleitaron con la gracia e inteligencia con que embebía su pluma.
A las cualidades descritas, añadió las esenciales de periodista y humorista.

Nació en Salto el 16 de septiembre de 1909. Arribó a Montevideo para estudiar arquitectura, carrera que no continuó. Falleció en Montevideo el 15 de agosto de 1965.

Sus apuntes parlamentarios vieron luz en el curso efímero de El Nacional, diario fundado por el Dr. Carlos Quijano. Después, sería secretario de redacción de Mundo Uruguayo. Registró su pasaje por variados medios: El Plata, La Mañana, El Diario, Justicia, El Popular, Época y Marcha. Fundó la revista de humor “Peloduro”, aparecida en 1943. La publicación atravesó vicisitudes que interrumpieron la continuidad de su circulación. Su fase final culminó en julio de 1964.

Libretó audiciones radiales para el elenco de Los Risatómicos. En Charlas con Juan Julio abordó comentarios sobre temas nacionales e internacionales desde los micrófonos de El Espectador. En la misma emisora su personaje Marieta Caramba fue interpretado por la actriz Jébele Sand.
Su actividad se extendió al campo docente, integrándose en 1946 a la Escuela de Artes Comerciales.


La talentosa trayectoria de Julio E. Suárez fue distinguida por la Junta Departamental e Intendencia de Montevideo, la Fundación Lolita Rubial y la Administración Nacional de Correos.
Sus historietas fueron premiadas por la Comisión Municipal de Cultura de Montevideo.
El Museo del Humor y la Historieta lleva su nombre.
En la actual temporada teatral, la Comedia Nacional exhibe la pieza “Peloduro”.


En una muy bien ambientada escena, desde una mesa de café, puede escucharse el monólogo que he seleccionado, conocido como Carta a Gardel.
Las notas numeradas entre paréntesis se incorporan al texto para situar al lector en el contexto de la época en que fue escrita.



“PELODURO” LE ESCRIBE A CARLOS GARDEL

“SR. CARLOS GARDEL.
La Gloria.
P r e s e n t e.


Querido Carlito:

Deseo que al recibo’e la presente, estés bien de salú de alma, que por aquí felizmente todos bien de la respetibia salú de cuerpo, o terrenal, que diríamo. Yo siempre por escribirte, pero que un día y que l’otro, en fin, vo sabé Carlito, el tiempo pasa, y yo no me duermo, ni duerme en la costa del bañao el tero, como dijo el Viejo Pancho, y vo lo cantaste sabés cómo...
La cosa es que aquí me tené, con la garabina a l’espalda (1) o mejor dicho, con la pluma en mano n’este mes de juño qu’es otro aniversario´e la fecha aquella, cuando qu’el Destino (yo no soy bayista (2) y hasta el Destino (3) lo pongo con mayúscula, sin bandería’e ninguna especie, que n’esta vida hay que ser tolerante, como dijo el Chueco Mingo cuando le dio l’anestesia, antes de hundirle la fariñera al Pelao Miranda), en fin, decía qu’era otro aniversario’e la fecha aquella, cuando qu’el Destino te cachó de sorpresa, y te dio el boleto fulero de La Que No Se Emparda, u sea la Muerte Inepsorable, y te juiste, que nosotro bien sabemo que no es tuya la culpa, cuando má te precisábamo para defender el Tango, que no má que con cantarlo, vo ya lo ponías en su sitio, con esa voz de pueblo, que despué dicen, que reza un refrán de latín que “Vox Pópuli, Vox Dei”, en que con todo los respeto debido al Suplemo, que le dicen, ya me lo quisiera ver yo a Dios mandándose un tango como vo lo hacía, dicho sea sin ofender, que no es mi costumbre.

Te garanto que muchas veces me gustaría que te abajaras un ratito, sin que naides no má que yo te viera, pa recorrer una cualquiera d’esas cayecitas que vo cantaste, a esa altura’e la nochecita, cuando los chochamu se rejuntan abajo’el farolito’e lasquina, y las piba hacen l’última salida a la cantina, a buscarle el litrito e’tinto p’al italiano. Sobre todo ahora qu’es otoño, Carlito, qu’es cuando yo no sé por qué, el barrio e más barrio, que si no juera que tá probao que la Ñata te cachó de sorpresa adentro’e aquel maldito avión, te garanto que jugaría que vo elegiste la mejor estación del año, si no pa’morir, que ninguna e’guena, pa que recordaran y te siguieran queriendo.

Vo, que nunca tuviste cien barrio, porque todos eran tuyo, y nunca te dio por hacer escrotiño (4), ibas a ver que poco ha cambiao el color e’las paredes y el color e’la miseria, y como sigue la esquina con el mismo vestidito pobre’e cuando vo le cantabas y los mostradore tienen los mismos filósofo’e aquel entonce, en que “el maldito veneno” tal como lo andan sirviendo ahora, me los ta volviendo esistencialistas, que le dicen.

Pero tamién ibas a ver algunos “papiores”, porque un tiempo’esta parte a la gente le a dao por usar todas las divisa sentimentale, vamo a decir en la importación de unos canto estranjero, que son una buena merenjena (5), te garanto, y si pudiéramo andar con vo, Carlito, por esos barrio que te hablaba, ibas a sentir un dolor n’el pecho pior que una anjina, mala comparación, cuando sintieras a los muchacho’e lasquina cantando con el “tiritutí-tiritutá” de los fostrose samericano, mandándose la morragia yorona de un bolero a lo Elvira Río.
Y el mismo tango, hermano, de tanto juntarse con esos otro canto gringo, anda un poco haciendo el caso, con calderone de media cuadra, y terminando propiamente como una ópera’e dos vintenes.

Pa los que queremo el tango, Carlito, como jue siempre, y como debió de seguir siendo perinsécula, sólo nos quedan tus disco, y el “cantó Gardel...” tan desesperao y angustioso, te garanto, como el “dijo Baye...” (6), que le queda a los guenos bayistas.
Chau, Carlito... Recibí un recuerdo’e la patrona, un beso’e los pibe, y un abrazo con contestación paga’e tu amigo, que te recuerda d´este lao’e la cortina.

PELODURO.”

NOTAS
(1) Garabina por carabina, en alusión a la frase del Gral. Lavalleja : “Carabina a la espalda y sable en mano”.
(2) Bayista. Viene de Batlle, por José Batlle y Ordóñez.
(3) Destino, con mayúscula, aludiendo al diario “El Día” que llevado de su agnosticismo escribía “dios” con minúscula.
(4) Escrotiño por escrutinio. Conteo.
(5) Merenjena por berenjena. Acepción lunfarda.
(6) “Dijo Baye”, por dijo Batlle y Ordóñez, en referencia a los asertos políticos usados en el medio siglo XX por los partidarios de este sector del Partido Colorado.


El 7 de noviembre de 1996, fue emitido un sello postal en su homenaje, también en ocasión de los 100 años del comic.



lunes, 13 de agosto de 2007

CARLOS GARDEL E ISLA DE FLORES

Escribe Walter Ernesto Celina
Zorzal de vuelo eterno, todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
deambula el duende niño de tu canto
preso en la bruma azul de la nostalgia.
Martina Iñiguez
(1)

Cuando en el “río grande como mar”, frente a Montevideo, la bruma se diluye, se yergue la trilogía peñascosa de la Isla de Flores.
El día en que la Ciudad Vieja empezó a permitir que en forma perezosa la ciudad se extendiera, surgió la calle Isla de Flores, casi paralela a la orilla marítima.
La majestuosa Rambla Sur aún no había cortado, como de un tajo, la fisonomía natural de aquel territorio plácido, surcado apenas por carros areneros, cantos de pescadores y pregones de vendedores ambulantes.
Román Machado la ensalzó así:

Isla de Flores, tan angostita,
mi callecita costa del mar
en tus casuchas nacieron todos
los más coperos del arrabal
y cuántas noches a mis oídos
llegaron ruidos del guitarrear
y en las heridas del conventillo
me hicieron taura para tanguear. (2)

A una letra tan humilde, Carlos Gardel le acopló su voz y la inmortalizó al efectuar su grabación, el 22 de julio de 1927.

Allá lejos, la Isla de Flores era el último mojón del Río de la Plata antes que los barcos arribaran al puerto.
Los ojos ávidos de los marinos la buscaban para evitar el Banco Inglés, poblado por los fantasmas de los naufragios.
Sebastián Gaboto la había descubierto y bautizado en la Pascua Florida de 1527.
Se ubica a 21 kms. de Punta Carretas, accidente geográfico cercano a la pequeña vía playera.
En aquel territorio, azotado por los intensos vientos del estuario, se levantaban las edificaciones sanitarias donde los viajeros cumplían las cuarentenas. Un destacamento militar le proveía guardia permanente.
Fotografía tomada del libro "HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA ISLA DE FLORES" de Eduardo Langguth y Juan Antonio Varese.

El faro, de 37 mts. de altura, destellaba hacia el mar cada diez segundos.
Montevideo, más allá de sus murallas, percibía la magia de aquellas miradas con guiños lejanos.
Por la calle del barrio pobre, dominado por las edificaciones chatas y algunos conventillos, caminó un niño. El mismo que de hombre le hiciera un himno con su canto.
Así evoca al chiquilín este fragmento de Martina Iñiguez:

Una escuelita cobijó tus sueños
de botija pueblero, desde el alba
de una ciudad que hundía sus raíces
en el cauce del Río de la Plata.

Entre los muros cálidos de un patio,
Zorzalito inocente de alas altas,
con lápiz, tinta, tizas y cuadernos
Durazno casi Médanos te ampara.(1)

Los testimonios se agolpan. Carlos Gardel le expresó al Dr. Salterain de Herrera haber sido alumno de la escuela ubicada en la calle Durazno, próxima a Médanos. A su amigo, Alfredo Frigerio, que vivía en Maldonado y Convención, le pidió: “Esperá, Alfredo, vamos a dar unas vueltas por tu barrio, que me trae tantos recuerdos…” En 1930, saliendo del Café “Tupí Nambá”, acompañado por el Dr. César Gallardo, el deportista Juan Antonio Collazo, su apoderado Pedro Bernat y Carlos Morganti, con quien actuaba en el Teatro “Artigas”, se detuvo para decir: “Por aquí fui a una escuelita… ¿Estará todavía el edificio?" Gallardo recordó que no ubicaron dicho local.
Antes de fallecer, la cantante Lágrima Ríos, vecina de la zona, ratificó la existencia de la escuela de varones a la que concurriera “El Mago”. Estaba en Durazno y Médanos (hoy Javier Barrios Amorín).

En “Durazno y Convención”, la paleta de Jaime Roos supo describir las calles de esta historia con algunos versos, como éstos:

La calle Durazno, nace a la intemperie
telón ceniciento, palmeras al viento,
abierta a las olas, marrones y blancas
de la playa chica, que muere en el Gas.

La calle Durazno, muere sin saberlo.
Cuando se ilumina toda de lila
en pleno diciembre, a la hora más lenta,
la siesta obligada del jacarandá.

La calle Durazno, atraviesa dos barrios,
de chata figura, de amarga dulzura,
son Sur y Palermo, rivales y hermanos,
que cruzan Durazno, camino del mar. (3)

Durazno y Convención, vista desde Convención , Fotografía de Edgardo Balduccio, tomada del blog: http://callesdemontevideo.blogspot.com/

Señalada para el mejor destino musical, Isla de Flores supo convertirse, en un tramo, en calle Carlos Gardel.

En el verano, con las azoteas observando el mar y los balcones abiertos de par en par, sones ancestrales relampaguean por el empedrado angosto, al paso de afro-descendientes y lubolos. El “tangó-tangó” de las lonjas hechiza, hace mover los pies y vibrar los cuerpos. Y Gardel está ahí, asomándose desde la intimidad de los barrios enlazados por los senderos de su emoción.

Casi como elegidos por un destino común, un día Enrico Caruso, y otro “El Zorzal”, y otro Alfredo Zitarrosa, zarparon de la costa uruguaya. Cruzaron a la isla anhelada de los capitanes. Sus rostros surcaron los aires salobres. Sus liras iban en pos de las estrellas.
Desde Isla de Flores, desde Durazno y Médanos o, desde Durazno y Convención, ellos socavan con sus cantos la nostalgia, acaso para suscribir estas estrofas de Roos:

Y un día, un día te veré contento,
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención. (3)

Los pasos de Gardel se sienten hoy por los barrios Sur y Palermo. Están en la multitud, en el vocinglerío de la antigua escuela y en la calle Isla de Flores, crecida entre sones de guitarras, lances y piropos veinteañeros.



TEXTOS CITADOS
(1)
LA ESCUELITA DE CARLOS GARDEL

Zorzal de vuelo eterno, todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
deambula el duende niño de tu canto
preso en la bruma azul de la nostalgia.

Una foto tiznada por la herrumbre
del tiempo, conservó limpia tu cara,
espejo con que hiere nuestros ojos
la orfandad que llevabas en el alma.

Una escuelita cobijó tus sueños
de botija pueblero, desde el alba
de una ciudad que hundía sus raíces
en el cauce del Río de la Plata.

Entre los muros cálidos de un patio,
Zorzalito inocente de alas altas,
con lápiz, tinta, tizas y cuadernos
Durazno casi Médanos te ampara.

¡Qué importa si hoy la nombran de otro modo,
si es Barrios Amorín o escuela Wara..!
En el aula, en el aire, en los recreos
se oye el eco inmortal de tu campana...

Y dicen que una sombra va arrancando
a su tañido sones de guitarra,
robándole sollozos al madero
que lleva, como vos, savia uruguaya.

Sobre su esquina crispan lunas sepias
la amarga eternidad de una añoranza
que no tiene consuelo, porque lejos,
tu voz se convirtió en eterna llama.

Ardiendo en tangos anda todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
mientras tu canto arpegia besos dulces
en la boca del Río de la Plata.

Martina Iñiguez

(2)
ISLA DE FLORES

Isla de Flores, tan angostita,
mi callecita costa del mar
en tus casuchas nacieron todos
los más coperos del arrabal
y cuantas noches a mis oidos
llegaron ruidos del guitarrear
y en las heridas del conventillo
me hicieron taura para tanguear.

Calle, de mis primeros principios
fuiste donde comencé a topar
Calle, por tí me hice milonguero,
me embriagué con tu bullicio
y el tango ha sido mi vicio
en mi vida de arrabal.

Y aunque he sufrido en esta ausencia
las consecuencias de un berretín
por tí he perdido a mi viejecita,
mis 20 abriles, todo perdí,
y los recuerdos aun no han borrado
mi cruel tormento, mi horrible mal,
yo te perdono, nada reprocho
mi callecita, costa del mar.

Calle..., de mis primeros principios
fuiste donde comencé a topar
Calle..., por tí me hice milonguero,
me embriagué con tu bullicio
y el tango ha sido mi vicio
en mi vida de arrabal.

Letra de Roman Machado
Música de Arturo César Senez


(3)
DURAZNO Y CONVENCIÓN

La calle Durazno nace a la intemperie,
telón ceniciento, palmeras al viento.
Abierta a las olas marrones y blancas
de la playa chica que muere en el Gas.

La calle Durazno muere sin saberlo,
cuando se ilumina, toda de lila,
en pleno diciembre, la hora más lenta,
la siesta obligada del jacarandá.

La vida,
la vida como siempre dura,
la noche como siempre oscura
por la calle Convención.
El mismo,
el mismo taconeo absorto,
los yiros del paseo corto
de la calle Convención.
La vida,
la vida tironeando el cobre,
la tienda del judío pobre
de la calle Convención.
Botijas,
botijas de la moña suelta
de las rodillas bien mugrientas
por la calle Convención.

La calle Durazno atraviesa dos barrios
de chata figura, de amarga dulzura
son Sur y Palermo, rivales y hermanos
que cruzan Durazno camino del mar.

Candombe,
candombe murga y batucada
paseándose por la bajada
de la calle Convención.
Canilla,
canilla… Acción, El Plata, El Diario…,
paquete bajo el brazo largo
por la calle Convención.
Los lentes,
los lentes de los relojeros,
los ojos de los bagayeros
de calle Convención.
Y un día
y un día te veré contento
el día que te lleve el viento
de Durazno y Convención.
Los perros,
los perros de los bichicomes
durmiéndose por los balcones
de la calle Convención.
Baldosas,
baldosas partidas hace años,
recuerdos que me hicieron daño
por la calle Convención.
Y un día,
un día te veré contento,
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención.

Letra y Música: Jaime Roos


waltercelina1@hotmail.com

sábado, 21 de julio de 2007

ITINERARIO ARTÍSTICO DE CARLOS GARDEL

Escribe Walter Ernesto Celina

PRECISIÓN PRELIMINAR

La cronología que se expondrá tiene una finalidad general de difusión. No procede de una biografía acabada de Carlos Gardel. Ella seguramente es una deuda -compleja-, reservada a los historiadores que incursionan en el campo de la música popular rioplatense.

El itinerario que se expone no tiene pues, el carácter de una apreciación concluyente, sino de una aproximación cronológica, sujeta a necesarias revisiones.

La relación surge como fruto de investigaciones diversas, en la que han aportado sus elementos constitutivos variados autores y, muy en especial, el Profesor Emérito Universitario Arquitecto Nelson Bayardo.

A los amables lectores agradeceré quieran suministrar los elementos conducentes para una nueva presentación del texto, remitiendo todo dato, antecedente o juicio que se estime relevante, con las señales, en cuanto corresponda, de personas, tiempo y lugar.

La búsqueda de la verdad histórica siempre ha de necesitar de las pesquisas, como de la reflexión colectiva.

Por encima de cualquier diferencia interpretativa o de detalle se advertirá, en el recorrido que a continuación se traza, que la talla de Carlos Gardel en el escenario artístico es de una dimensión extraordinaria.

La gratificación estética que producen sus interpretaciones, atravesando sucesivas generaciones, inducen al disfrute y recuperación constante de su notable genio e inolvidable imagen.

VEINTICINCO AÑOS PARA LA ETERNIDAD

1910.- Viaja de Buenos Aires a Montevideo en 1908, retornando a la gran ciudad en 1910. Se iniciará el tiempo en que su estrella comenzará a anticipar sus grandes destellos.
Paseará su figura de cantor por Corrales Viejos, Mataderos, Barracas, El Abasto. Será tramoyista de teatro, claqueur en la Trouppe Ghiglione, integrante de conjuntos carnavalescos, animador de fiestas en clubes políticos, studs y reuniones.
Estará en contacto con Gabino Ezeiza, José María Silva, Pedro Garay, tras haber alternado en Montevideo con Arturo de Navas.
Barajará naipes y cantará en el Café O’Rondeman, de los hermanos Traverso.

1911.- Se relaciona con José Razzano, para formar el memorable dúo de El Morocho y El Oriental.
Frecuenta el Café del Pelado.

1912.- Junto a Pancho Martino realiza una gira, poco exitosa, por el Interior de Argentina.

1913.- Registra grabaciones acústicas para el sello Columbia. La serie se inicia con El Tirador Plateao y El Pangaré.
Al dúo formado con Martino han de agregarse Razzano y Salinas. Del agrupamiento subsistirá la dupla Gardel-Razzano.
Goza de los favores de Madame Jeanne.
Con Razzano son contratados por el Cabaret Armenonville.

1914.- El dúo debuta en el Teatro Nacional con la Compañía Ducasse-Alippi.
Frecuentan el Café de los Angelitos. Se vincularán a la tertulia de los hermanos Laurent, Armando Deferrari, Luis Ángel Firpo, Joaquín de Vedia, Armando Defino. El mítico café ha de unirlos a Ezeiza, Ríos, Bettinotti.

1915.- El 18 de junio el dúo debuta en Montevideo, en el Cabaret Royal, de Visconti Romano. Accederán luego al Teatro 18 de Julio.
Poco después, viajarán a Brasil.
Incorporan al guitarrista negro José Ricardo.
El 11 de diciembre, al retirarse de un baile en el Palais de Glace, es herido de bala. Se repone en una estancia de Valle Edén, Departamento de Tacuarembó.

1916.- Recuperado actúa en el Teatro Politeama de Montevideo. Concurre a los ranchos de la costa, en Malvín y Buceo, y acompaña los combates de los boxeadores Ángel Rodríguez y Andrés Miguez. Asiste al Hipódromo Nacional de Maroñas y a riñas de gallos en el picadero de Gral. Flores y Larrañaga. Se aloja en los Hoteles Lanata y Cervantes. Es habitué de los Restauranes Morini y Stradella.
En Buenos Aires actuará en el Teatro Esmeralda (después Maipo).

1917.- A dúo con Razzano, imprimirán Cantar Eterno, el 9 de abril, iniciando presentaciones para el sello Odeón. Como solista registrará El Tirador Plateao.
En mayo filma Flor de Durazno.
En Montevideo, en el Moulin Rouge, escuchará a Pascual Contursi cantando Mi Noche Triste.
Grabará el tema, que circulará al año siguiente. Se trata del primer tango llevado a la placa.

1918.- Acompañando a la Orquesta de Firpo, el dúo promociona sus producciones por el Interior de Argentina,
1919.- Con Razzano continúa sus presentaciones en el Interior. Actúan en teatros y ofrecen espectáculos en actos de beneficencia, fiestas, etc.

1920.- Se domicilia en Rodríguez Peña N° 451.
El Consulado de Uruguay en Buenos Aires le expide el certificado de nacionalidad donde se acredita su nacimiento en Tacuarembó, el 11 de diciembre de 1887.
Conoce a Isabel del Valle, su novia oficial.

1921.- Se afilia a una entidad de Paseo Colón para cumplir ejercicios de reducción de peso. Se somete a sesiones intensivas de gimnasia y masajes. Con amigos trota desde el barrio del Once a Palermo. Hace pelota vasca y bochas. Concurre al Club de Box Policial para quemar -por su propia expresión- los “roschepu”.
Conoce a Ireneo Leguisamo en el Hipódromo Nacional de Maroñas.
El guitarrista Desiderio Barbieri se incorpora al acompañamiento del dúo.

1922.- Traba contacto con el escritor Jacinto Benavente, quien lo interroga sobre el uso del lunfardo. Le contesta con humor: “¡Póngale la firma, Don Jacinto! En el trocén no tanto, pero en los riobas hay cada orre que la chamuya al vesrre.”
Este año habría tomado clases de canto con el Maestro Eduardo Bonessi.

1923.- Vuelve a actuar en el Teatro 18 de Julio.
Gestiona la ciudadanía argentina, manteniendo la declaración de nacimiento en Tacuarembó.
El 15 de noviembre parte con Razzano y guitarristas para España.
Debutan en Madrid con la Compañía Rivera-de Rosas.

1924.- De regreso en Buenos Aires, Gardel canta en un homenaje al Príncipe de Savoya.
Realiza su primera actuación radial en la Emisora Splendid acompañado por Francisco Canaro y sus músicos.
El Dr. León Elkin lo trata de la garganta.

1925.- A iniciativa del Presidente Alvear el dúo participa de un homenaje al Príncipe de Gales.
Adquiere el caballo Lunático.
Razzano pierde calidad vocal, disolviéndose el binomio. El Oriental asumirá como administrador de Gardel.
Parte para España con el guitarrista Ricardo. Se presenta en Barcelona, ciudad en que efectúa su primer registro eléctrico.

1926.- Cosecha éxitos en España. Es distinguido por el Rey Alfonso XIII.
Cumple actuaciones en Radio Prieto.
Con Berthe Gardes e Isabel del Valle comparte en Buenos Aires la casa de Rincón N° 137.
Adquiere la propiedad de Jean Jaurés N° 735.

1927.- A sala repleta se presenta en el Teatro Solís de Montevideo.
De retorno a Buenos Aires es escuchado en el Café Tortoni por el dramaturgo Luigi Pirandello.
Viaja nuevamente a España.

1928.- De Barcelona pasa a Bilbao, San Sebastián y Santander desarrollando un ciclo de recitales.
Actúa en radios.
Es aclamado por el público catalán, el que le obsequia un automóvil Graham Paige.
En el Río de la Plata incorpora al guitarrista José María Aguilar, quien hace sonar las cuerdas con un efecto de mandolina.
Su posible relación con una mujer del mundo nocturno porteño precipitaría su retorno a Europa. Parte rumbo a París, con guitarrista, manager y chofer.
Permanece cuatro meses en la cartelera del Dancing Florida de París.
Efectúa nuevas grabaciones.

1929.- Viaja por Italia y, de retorno a París, participa en el Teatro Ópera del Festival Bal de Petit Lits Blanches, en el que intervendrán el notable Maurice Chevalier y la cantante y danzarina Jeanne Marie Mistinguette, además de Lucien Boyer, el actor Raimu y Osvaldo Fresedo con su orquesta.
El Presidente de Francia Gastón Doumergue le solicita interprete El Carretero.
Actúa en Cannes y, de nuevo en París, lo hace en el Teatro Empire y en el Dancing Florida.
En tres meses se venden 70.000 de sus discos.
Canta para emisiones en cadenas radiales que cubren Londres, Madrid, Barcelona y otras ciudades europeas.
Viajará a España.
Se desvincula del guitarrista Ricardo.
Regresa a Buenos Aires, el 17 de junio, en el vapor Comte Rosso.
Ocupa el inmueble de Jean Jaurés N° 735.
Compartirá actuaciones con la exquisita Josefina Baker, Libertad Lamarque e Ignacio Corsini.
Se somete a una intervención nasal. Después será tratado por el otorrino uruguayo Dr. Quintela.

1930.- Integra al guitarrista Domingo Ángel Riverol, junto a Barbieri y Aguilar.
Graba con Francisco Canaro y Biaggi-Rodio.
En julio visita la concentración de los futbolistas uruguayos que intervienen en el Campeonato Mundial de Montevideo. Interpreta Isla de Flores y La Uruguayita Lucía.
Saluda también a la selección de Argentina.
En El Imparcial, del 13 de julio, sostiene haber nacido en Tacuarembó y tener 48 años.
Realiza un film de canciones en el que dialoga con Francisco Canaro, Enrique Santos Discépolo, Antonio de Navas y Celedonio Esteban Flores.
Viaja a Europa.

1931.- En Niza, en El Palacio del Mediterráneo, comparte cartelera con la Mistinguette y cultiva su amistad con el genio de Charles Chaplin.
Recibe a su amigo Ireneo Leguisamo.
Sus relaciones con la Baronesa Sally de Wakefield suscitan comentarios en medios latinoamericanos.
Se separa del guitarrista Aguilar.
En Joinville filma Luces de Buenos Aires.
En la Sorbona participa en un concierto con Julio De Caro.
En Buenos Aires asocia como guitarrista a Julio D. Vivas.
Carlos de la Púa le critica que cante canzonetas.
Con la orquesta del franco-armenio Kalikian Gregor graba canciones en francés.
Actúa en el Teatro Artigas de Montevideo.
Designa a Armando Defino como nuevo administrador.
Retorna a Europa.

1932.- Visita Nápoles, Niza, París, Londres. En capitales europeas realiza actuaciones radiales.
Se transmite al Río de la Plata un programa de celebración del 25 de Mayo.
Filma Espérame, la Casa es Seria y Melodía de Arrabal.

1933.- El 13 de enero comienza en Buenos Aires su último ciclo de grabaciones con Barbieri, Riverol, Vivas y Pettorossi.
Deja sin efecto el poder que en 1925 otorgara a Razzano.
Graba con las orquestas de Alfredo Castellanos y Francisco Canaro, así como con el guitarrista Vivas.
Participa en la revista musical De Gabino a Gardel, de Ivo Pelay.
Hugo Mariani, Director de la Orquesta de la National Broadcasting System (NBS), le ofrece contratos en Nueva York.
Reaparece el 29 de setiembre en el Teatro 18 de Julio de Montevideo, registrando un clamoroso suceso.
El 5 de octubre canta en una fiesta ofrecida por el dictador Gabriel Terra, generando malestar en el círculo de sus amistades. Al día siguiente realiza una actuación en Radio Carve. Rechaza cantar en el selecto Club Uruguay. Dedica una velada gratuita para enfermos del Hospital Fermín Ferreyra.
En Uruguay realiza una gira que comprende las ciudades de Mercedes, Salto, Paysandú y San José.
En el barrio montevideano de Punta Gorda-Carrasco escritura la compra de un terreno. Declara haber nacido en Tacuarembó.
Ante la inminencia de su viaje a Nueva York se le ofrece una despedida en el Stud Macchio.
Visita a la familia de Razzano.
El 6 de diciembre realiza sus tres últimas grabaciones: Tu Diagnóstico, El Tirador Plateao y Madame Ivonne.
Parte en barco para Barcelona. Llega a París. Visita Toulouse.
La Baronesa Wakefield celebra su cumpleaños, oportunidad en que le confiará al periodista Manuel Sofovich tener 49 años (7 más que los declarados en el testamento ológrafo).
Zarpa para Nueva York el 22 de diciembre.

1934.- Obtiene, tras las presentaciones que le brindara Hugo Mariani, un abultado contrato para intervenir dos veces a la semana junto a la orquesta de la NBS.
Conoce al arreglador Terig Tucci.
Se somete a intensas sesiones de gimnasia.
Estudia inglés por el Método Cortina y ensaya letras en este idioma.
Obvia un contrato para acompañar a la diva Gloria Swamson.
El 5 de marzo Radio Splendid emite una audición en la que Gardel canta desde Nueva York, siendo acompañado por sus guitarristas en Buenos Aires.
El 20 de marzo firma con el sello Paramount un contrato para filmar dos obras, con opción a cuatro más.
En Long Island produce Cuesta Abajo y el Tango en Broadway.
Realiza las grabaciones de Criollita Decí que Sí y Cuesta Abajo.
Vuelve a Europa. Visita Toulouse.
Habiendo retornado a Nueva York, filma secuencias de Cazadores de Estrellas.

1935.- En Long Island realiza El Día que me Quieras.
En febrero filma Tango Bar.
El 15 de marzo efectúa una emisión desde Nueva York para Radio Belgrano.
El 20 siguiente llevará al disco Guitarra Mía, su última grabación.
Sacha, una vidente rusa, le predice un destino trágico.
El 28 de marzo sale de Nueva York con su comitiva artística.
En abril ocupará las carteleras de Puerto Rico. Luego estará en el Teatro Principal de Caracas.
A pedido del mandatario venezolano Juan Vicente López llegará a Maracay, La Ciudad Jardín. La gira se extenderá a Valencia, Maracaibo, Cabimas. Viajará a Curazao y Aruba. Pasará por Barranquillas y Cartagena.
El 10 de junio tendrá un recital en Medellín.
El 14 siguiente, en forma clamorosa, es recibido en el aeródromo El Techo, de Bogotá.
Se presenta en los Teatros Real y Olimpia y tiene una despedida radial apoteósica en la Voz de Víctor.
Es homenajeado en el Restaurante Francés, donde otra vidente presagia su fin.
El 24 de junio se apagará su voz, la que volverá para siempre, cada vez que alguien susurre las estrofas de un tango.

waltercelina1@hotmail.com

COMENTARIO ACERCA DE UN NACIMIENTO MEMORABLE

Selección por Walter Ernesto Celina

He tenido oportunidad de presentar, en nota anterior, “El parto”, un fragmento de la novela del escritor argentino Dr. Norberto S. Baranchuk, titulada “El nacimiento de Carlos Gardel”.
Las investigaciones más modernas y profundas establecen la nacionalidad uruguaya del gran cantante, lo que por cierto colma de orgullo a los tacuaremboenses y connacionales. Se trata de un accidente lugareño.

La magnitud de la figura de “El Mago” es objeto de análisis históricos, lo que ocupa un lugar destacado en el ámbito de las pesquisas. Nuevas y más recientes evidencias permiten desalentar la tesis de un Gardel francés, en lo que se conoce también, como la “historia oficial”.

Una personalidad de la relevancia de Gardel, que por décadas trasciende la emoción más auténticamente rioplatense y se hace patrimonio de innúmeras comunidades del habla hispana, es materia de leyendas que deambulan en boca de la gente y, también, de incorporaciones frecuentes al ámbito literario.

“El nacimiento de Gardel” pertenece a este último género.

Antonio Giunta, miembro de la Fundación de la Academia Nacional del Tango, vierte el siguiente comentario al presentar la novela de Baranchuk:

“Mientras paseamos por Tacuarembó y disfrutamos de sus personajes, participamos de una historia mítica, porque de eso se trata “El nacimiento de Carlos Gardel”. Podemos acceder a ella a través de la pasión, desde una comprometida búsqueda de la verdad, si la verdad histórica fuera necesaria y posible; también podemos iniciar su abordaje a través de la emoción que despierta el ídolo popular.
Pero lo mejor es dejarse llevar por la pluma del autor, quien juega con datos aleatorios y los baraja, los poetiza, los desenvuelve cual sorprendente regalo para rozar la sátira sin dejar de respetar jamás la tradición. A tal punto ello es así, que al terminar la lectura uno puede llegar a preguntarse sobre el verdadero origen del más grande cantor nacional.
¿Cantor nacional? ¿De qué nación hablamos? ¿A qué lugar pertenece? No hay duda que los interrogantes sólo sirven de pretexto para urdir una historia atrapante, ante la que hay que esforzarse para no ser alcanzado por la controversia.
¿Será necesario hacer llover tanta tinta, como sugiere Norberto S. Baranchuk para establecer el sitio del nacimiento de ídolo? El mito es creado por el pueblo; lo siente suyo como si hubiese sido hecho a su imagen y semejanza. Los argentinos también pecamos de soberbia cuando decimos que Carlitos eligió ser argentino.
Pero él, como todo ídolo, carece de nacionalidad; es universal.
El poeta Horacio Ferrer contó que, a pocos días de nacer en Montevideo, sus padres viajaron con él a Buenos Aires en el vapor de La Carrera. Ocupaba con su madre una de las literas altas, y cuando el río se puso bravo, Horacio cayó al suelo y ¡oh milagro!, resultó ileso.
¡Nació de nuevo! ¿Pero, dónde? Justo en la imaginaria línea que divide las aguas territoriales del Río de la Plata, entre Uruguay y Argentina. Con esta historia resolvió el problema de tener que elegir. Simplemente, devino rioplatense.
¡Vaya uno a saber dónde nació Gardel! Tal vez en otra galaxia y, al caer su nave espacial en algún punto de la tierra, se convirtió en un ciudadano de este planeta.
En tren de imaginar, creo que en el fondo a todos nos gustaría que esta última historia fuese la verdadera. Es más, tal vez lo sea.
Debo confesarles mis sospechas. Creo que en realidad nació en el Río de la Plata.”

waltercelina1@hotmail.com

martes, 17 de julio de 2007

EL NACIMIENTO DE CARLOS GARDEL

Introducción y selección por Walter Ernesto Celina

Junto a la historia verdadera, esa que los hombres nos empeñamos en aprehender y que tantas veces nos es esquiva, coexisten los mitos y leyendas que recrea el imaginario colectivo, en actos anónimos, transmitidos de generación en generación.

Desde muy lejanas épocas, en tan ricas fuentes abrevan, como tomados de la mano, los cantos populares y los escritos literarios.
La historia relatada de las sociedades, como la de sus hombres brillantes, se elabora dato a dato, se discute, se reinterpreta y se decanta en un proceso contradictorio y plural. Prolongado. No instantáneo, ni único.

La historia de Carlos Gardel aún no está suficientemente escrita. La investigación la aborda y la integra, con creciente empeño, en múltiples facetas.

Mientras ello transcurre, la literatura da espacio a muchas novelas, en que la fantasía huye de la realidad, la transforma o la devuelve para que sea asida, nuevamente, en el reino de la imaginación.
Norberto S. Baranchuk, en 2006, editó en Buenos Aires la novela “El nacimiento de Gardel” (colección narrativa Los Oficios Terrestres - Libros de Tierra Firme).

El autor es médico pediatra, miembro de la sociedad argentina de la especialidad y escritor prolífico.

¿De qué modo transcurrió el nacimiento del más formidable cantante rioplatense de todos los tiempos?
Veamos como Baranchuk lo presenta en su literatura:

EL PARTO

“Un hombre no es más que un hombre.
Una mujer no es más que una mujer.
Un acto de amor no es más que un momento,
un embarazo dura nueve meses y los hijos
vienen con un pan o un pecado bajo el brazo,
un destino incierto llevan las cosas
a un irreducible núcleo de misterio.

Una sala extensa y espaciosa engalana las paredes con tapices de Persia. El ambiente crea una sublime melancolía que lleva al visitante a meditar sobre la transitoriedad del destino humano. Cat y Vila (protagonistas de la novela. WEC) podrán contemplar su propio nacimiento. ¿O su propia muerte?
Una niña púber, de cabellera rojo fuego que le cae en cascada desde los hombros hasta la cintura, está sentada con las manos juntas sobre la falda. Mira, sin ver, un punto fijo en la pared opuesta. Es la parturienta. La función todavía no empezó; doña Paca tenía razón, había tiempo.
Al fondo del salón, en un ángulo, se puede ver un chaise longue, y al Dr. Cura con el sombrero puesto, sin saco y con las mangas de la camisa arremangadas. Prepara el material y lo dispone sobre una mesa. Hace una seña a la niña, ella se acerca. Está embarazada a término, la panza es monumental para su pequeña figura. Se saca la bombacha, se acuesta y con un solo movimiento levanta la pollera y las enaguas sobre su cabeza. Vila se pregunta por dónde va a respirar. Ella yace con las piernas abiertas, sus pies sobresalen del sofá. Entre la falda y las puntillas de sus intimidades asoma primero la cabeza y luego su fino cuello del que cuelga un pañuelo de gasa.
Cat tiene un grito atrapado en la garganta. El sentimiento de horror permanece entre la sensación y el lenguaje.
El doctor descorre un velo y muestra realidades ignotas y ocultas: el dolor de la madre púber, el nacimiento del héroe, la deshumanización de la medicina.
Sin embargo, la acción de develar sólo es posible en cuanto, al mismo tiempo encubra algo.
Develar es ocultar en rincones oscuros. Cat no puede gritar, debe ahondar en la oscuridad y saber descubrir su secreto que, sin embargo, puede profundizar el misterio.
Llanto de recién nacido; inspiración honda, primera bocanada de aire; cordón largo, trenzado, recorrido por vasos azules y rojos, húmedo. La tijera lo corta y ya son dos, madre e hijo, hijo y madre.
La niña se recupera, el doctor la ayuda a reincorporarse, la lleva con la mano en alto al centro del salón -como si fueran a bailar una contradanza-, donde la entrega a doña Paca, quien, con la misma parsimonia, teatralidad y mesura, la aproxima a un trono levantado en el extremo opuesto del ambiente. La ayuda a subir y sentarse, acomoda los pliegues de la falda y llama con un gesto a quien sostiene al niño en sus brazos. Es una lavandera, cabaretera, de bandera francesa, ella se hará cargo del bebé. La madre púber debe quedar en el misterio. Por un momento podrá adorar al niño. Lo ponen en su falda, de frente al salón para mostrarlo a los presentes. Con los dedos extendidos en ángulo, yema contra yema de ambas manos, la puérpera protege la cabeza de la criatura. Los pañales caen al suelo, el niño queda desnudo y abre sus manos, palmas arriba, separa los brazos, quiere volar. Un zorzal parejero canta en la ventana y vuela por él. Amanece.”

waltercelina1@hotmail.com

miércoles, 11 de julio de 2007

INVESTIGADORA ARGENTINA EN MONTEVIDEO

La investigadora gardeliana Sra. Martina Iñiguez visitó Montevideo por tareas inherentes a sus importantes pesquisas.
La oportunidad fue propicia para que el día 23 próximo pasado ofreciera una conferencia en la Casa de Tacuarembó de la capital uruguaya.
Con una asistencia muy amplia, un público mayoritariamente isabelino, siguió con atención la exposición de la calificada intelectual argentina, quien abordó la identidad de Carlos Gardel, apoyada en fotografías de la infancia del cantante y dió a conocer las importantes conclusiones a las que llegó estudiando materiales de la época y circunstancias de lugar. Para dicha labor individualizó fotos antiguas, estudios fotográficos, grupos escolares, edificios y planos, etc.
Sin perjuicio de recoger oportunamente los aspectos centrales de su disertación, se extractan de “El Zorzal” -publicación de la colonia de residentes de Tacuarembó- las siguientes reflexiones que aluden a la invitada y a sus contribuciones.


LA ESCUELA DE LA CALLE DURAZNO

“La Sra. Martina Iñiguez se ha incorporado a la investigación del origen de Carlos Gardel, continuando el trabajo realizado por los investigadores Erasmo Silva Cabrera (Avlis), Nelson Bayardo y Eduardo Paysée González., con la invaluable colaboración de María Hortiguera, Directora del Museo Pedagógico, y de Abel Alexander, Asesor Fotográfico de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Ha hecho también entrega de su trabajo a la Academia Porteña del Lunfardo y a la Academia Nacional del Tango -en su país- y ha tenido el honor de haber sido invitada por su presidente, el Sr. Horacio Arturo Ferrer, a dar una charla sobre sus indagatorias.
El trabajo está basado en la existencia de dos fotografías de la infancia del cantor, identificado en las mismas por Berthe Gardes, su madre de corazón.
En la primera, Gardel forma parte de un grupo escolar y, a través de comparaciones hechas entre el edificio escolar y el plano de la Escuela Urbana de Segundo Grado N° 27, de la calle Durazno N° 335/337, de Montevideo, más la existencia de otras fotos escolares tomadas en el mismo edificio, se ha determinado que Carlos Gardel cursó parte de su escolaridad en Montevideo, hecho incompatible con la “historia oficial”.
Se ha demostrado, asimismo, que la foto mencionada no pudo ser tomada en ninguna de las escuelas a las que asistió el niño nacido en Touluose: Charles Romuald Gardes.
En la segunda fotografía, tomada por Benincasa Hnos., el niño Gardel aparece con una niña, hija de Doña Rosa C. de Franchini.
Si se toma en cuenta la posible fecha de la primera foto y la historia del establecimiento Benincasa Hnos. se concluye que la niña que lo acompaña es Francisca Franchini, segunda hija de Dona Rosa, nacida entre mayo de 1882 y mayo de 1883.
Las fechas en que púdieron ser tomadas las fotografías coinciden con las declaraciones publicadas por Berthe Gardes, así como con diversas afirmaciones de testigos insospechables y las del propio cantor sobre sus estadías en Montevideo.
No hay forma, en cambio, de insertar estas dos fotografías en la “historia oficial”
Si hubo un niño, del que tenemos registrada la trayectoria escolar en Buenos Aires, y hay otro niño del que tenemos documemntado su paso por una escuela de Montevideo, 4 años antes que el anterior comenzara su escolaridad, es evidente que estamos hablando de dos niños distintos, a los que se quiso fusionar en uno solo.”



waltercelina1@hotmail.com

jueves, 5 de julio de 2007

DEL ANECDOTARIO DE CARLOS GARDEL

Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com
Un desaparecido sitio de Internet, identificado como:
http://www.carlosgardel8m.com./anecdotas.hmt, divulgó una serie de pasajes menos difundidos de la forma cotidiana en que se mostraba Carlos Gardel en el mundo de sus relaciones.
De dicha fuente se extractan los siguientes relatos, los que se acompañarán -cuando corresponda- de algún breve comentario.

DE BUEN HUMOR

La anécdota fue corroborada por Francisco Canaro y Cátulo Castillo. Canaro escribió que fue en Madrid, aunque se habría producido en Barcelona.
Al parecer “El Zorzal” siempre se hacía lustrar sus zapatos con el mismo muchacho. Una tarde Gardel silba despreocupadamente el tango “Silbando”, con la misma melodía con se aprecia en las dos grabaciones que dejara. El lustrabotas quedó extasiado.
-¿Qué bien silba, señorito Don Carlos!
-Ma que silbo... ¡Es un pito, pibe!
El joven aprovechó la confianza que le dispensara Gardel para preguntarle:
-Dígame Ud.... Perdone la curiosidad. ¿Qué se coloca en el cabello para tenerlo así, tan reluciente y bien peinado?
“El Zorzal”, sintiéndose de buen humor, le contestó:
-No se lo batas a nadie. ¡Dulce de membrillo! Probá. Es un fenómeno.
-¿Jalea, dirá Ud.?
-Eso es, jalea. Pero tiene que ser de la buena.
A la tarde siguiente volvió Gardel por la parada del lustrabotas. Tenía el pelo oscuro, a lo Louise Brooks.
-¿Viste pibe, qué bien te queda? ¡Parece que me hiciste caso!
-Sí señorito, es verdad... Pero, debe haber algún misterio porque a Ud. las moscas no le hacen nada y, en cambio a mi... Vea, ¡no me dejan vivir!

PEDIDO DE EXPLICACIÓN

El término silente es sinónimo de silencioso. Su uso no corresponde al lenguaje corriente, sino al poético.
“El Mago” dejó en la cera del disco 11 tangos del autor Enrique Dizeo ((1893-1980). Uno de ellos fue “A media noche”, musicalizado por Juan Maglio (Pacho).
El cantante y el letrista se conocían de 1923, estañeros como eran ambos en el “Café de los angelitos”. Allí Dizeo le entregó a Gardel su trabajo. Los versos del autor, que gustaba firmarlos “Ozedi”, dicen en un pasaje:
Como un gemido doliente,
llena de harapos, cabizbaja y mustia,
siempre se la ve silente
con todo el peso de negra angustia...
“El Zorzal” lo llama aparte y le pregunta:
-Decime... ¿qué carajo quiere decir “silente”?

UNA ACLARACIÓN PERTINENTE

El sitio de Internet que difundiera referencias acerca de la vida de Gardel formuló una aclaración que no es una anécdota, pero que resulta pertinente hacer conocer, despejando alguna idea equivocada acerca de la pronunciación gardeliana.
El hecho que, en algunas oportunidades, “El Mago” no pronunciara la “n”, trocándola en apariencia por una “r”, obedecía a una deformación de los rudimentarios medios de grabación empleados.
La explicación es la siguiente: la energía de la voz producía la vibración de una membrana que hacía incidir la púa en una rosca sinfín, la que grababa sobre el disco matriz de pasta. La voz era conducida desde una bocina, en que el cantor introducía prácticamente su cara y un caño la transportaba hasta la púa. Se hacía necesario marcar consonantes fuertes, ya que las débiles no alcanzaban a dejar una huella suficiente en el material sensible.
“Targo”, en vez de tango, se debe a eso. Y no a un defecto de pronunciación inherente al gran cantante.

TRES CHISTES SICALÍPTICOS

Se conocen tres chistes predilectos de Gardel. Solía contarlos entre amigos de mayor confianza, dado su contenido sicalíptico.
1
Un señor había tenido relaciones sexuales en la noche anterior a un largo viaje que emprendería en barco.
La mañana de la despedida, va la mujer al puerto.
Arriba del buque, apoyado en la baranda, el señor le grita:
-Si tenés noticias mías, ¡ponele Carlitos...!
A lo que, desde tierra, la mujer responde:
-Si tenés noticias mías, ponele permanganato...!
(Permanganato: Desinfectante dermal, de extendido uso para atemperar enfermedades venéreas, especialmente en la época anterior a la aparición de los antibióticos.)
2
Un señor llega a su casa antes de la hora acostumbrada y descubre a su esposa en la cama con un sujeto.
El marido indignado, le reprocha:
-¡¿Cómo podés acostarte con este mugriento?!
Replica la mujer:
-Mirá querido, vos sabés que soy una mujer muy católica. Pasó este hombre por la puerta y me dijo que tenía hambre. Y le di la milanesa que sobró anoche.
-¡Que me importa la milanesa!, interrumpió el esposo entrando en cólera.
-Ya se iba, continuó la mujer, cuando en la puerta me preguntó si no tenía alguna cosa de mi marido, que no usara más, como para dársela. ¡Y, bueno querido..., lo hice pasar!
3
Un señor desocupado ingresó cierta mañana al Jardín Zoológico. Al enfrentar el pabellón de los elefantes vió que cinco hombres trabajaban con una soga gruesa, como la de los barcos.
En cierto momento, en que los individuos tironeaban más y más, desde el recinto se oyeron gritos.
El señor no entendía nada, pero se ofreció para tirar él también. De buena gana los operarios le respondieron que sí. Y, así, transcurrió casi toda la mañana.
En cierto momento, uno de aquellos hombres dijo:
-Bueno muchachos, creo que ya está.
Largaron todos la soga. Luego vino una persona y les entregó 20 pesos a cada uno.
El desocupado regresó a su casa contentísimo.
-¡Querida: encontré un trabajo! Mañana iré temprano al zoológico. No puedo perder esta oportunidad.
Al día siguiente volvió al lugar, enderezando hacia el pabellón de los elefantes, sorprendiéndose al no ver a nadie.
Al rato, ve pasar a uno de los hombres que había tirado de aquella soga, preguntándole si en esta jornada no harían lo mismo. A lo que el operario respondió:
-Dígame: ¿Ud. piensa que todos los días vamos a hacer feliz al elefante?

LIGERO DE ROPAS

El día en que Gardel grabó “Madreselva” era primavera, pero el calor que se padecía en el estudio de la “Odeón” era como de verano. No podía ponerse un ventilador por el zumbido. El aire acondicionado no existía entonces. Los músicos estaban empapados, enfundados en sus trajes.
Gardel no aguantó más y se quitó el saco. Luego, el chaleco. Después la camisa y la camiseta.
Quedó apenas de zapatos y con los anteojos con los que se ayudaba para leer las pequeñas letras de las partituras.
Fue cuando justo aparece en la sala de grabaciones el técnico alemán, tan “austero, como cabrero”, al decir de Francisco Canaro.
-Pero “señó” Gardel ¿qué “quiegue” decir esto...?
A lo que “El Morocho” le replica:
-Esto quiere decir, viejito, que no tanto hacerte el estrecho, que a mí me han pasado el santo que vos en Alemania eras “una mandarina”...
La orquesta estalló en una carcajada. El alemán se fue ligero y sin saludar. Gardel continuó en lo suyo.

UNA PREVENCIÓN DE JUAN D’ARIENZO

El cabaret “Chantecler” se inauguró en 1924. El evento en sí no hubiera merecido mayor atención que la brindada por los jailaifes que allí concurrían en busca de esparcimiento. Pero ocurrió, desde un principio, que el lugar fue reducto de las mejores orquestas y cantantes. Y, lo que pudo ser un lupanar, devino en un verdadero templo tanguero.
Se ubicaba en Paraná al 440, casi Corrientes. La decoración presentaba una cascada y un molino luminoso. Fue inaugurado por la orquesta de Julio de Caro. Allí se presentaba la famosa Pepita Avellaneda. El animador fue el Príncipe Cubano, un personaje de antología. Carlos Gardel un distinguido cliente, quien llegaba después de sus actuaciones. Ocupaba siempre los palcos, en los que conversaba con tranquilidad con sus relaciones.
Era inevitable que una noche cualquiera alguien le presentara a Juan D’Arienzo ( 1900-1976).
Su debut se produjo en 1928, cuando su pianista era Luis Nicolás Visca. Actuó por 28 años en aquel centro nocturno. Su amistad con Gardel fue firme.
En una de sus charlas Gardel le confía sus temores de viajar en avión. Faltaba poco para que iniciara la que sería su última gira. D’Arienzo advirtió cierto nerviosismo en su amigo y le recomendó que no subiera jamás en uno de esos aparatos.
El cantante no tomó en cuenta aquel consejo y el 24 de junio de 1935 fallecía en el accidente de Medellín.
Al recibir la noticia D’Arienzo quedó amargamente impresionado y juró no subir, nunca más, a un avión. Y cumplió. A fines de los sesenta es contratado para actuar en Japón. Envía su orquesta y él queda en Buenos Aires.

FRAC: ¡SÓLO PARA CANTAR TANGOS!

Nos acostumbramos al Gardel de las últimas fotografías, al apolíneo cantante de 76 kilos, vestido de smoking y con poses de estudio. Pero no siempre fue así. Más o menos hasta 1921 los retratos lo muestran invariablemente gordo, con sombrero “rancho de paja” o con peinado de raya al medio, como Florencio Sánchez. Hubo épocas en que se quitaba la faja y desplegaba un gran volúmen, trabajado pacientemente con pucheretes en el viejo “Tropezón”.
Gardel luchaba contra la gordura con masajes, natación, pelota vasca y algo de gimnasia, pero a la salida de la Asociación Cristiana de Jóvenes, en Paseo Colón 161, se internaba en la cantina “Chanta Cuatro” para recuperar, con buena ventura, lo perdido...
Véase lo que sobrevive en la película “Flor de Durazno”, de 1917; un Gardel con una masa digna de “Las Violetas”.
Existe al respecto una historia interesante, que contó el autor teatral Antonio Botta (1896-1969). Este se encontraba en Suiza cubriendo para un diario porteño un campeonato de tenis. Allí trabó amistad con un tennisman inglés. Terminado el torneo, se fue a París, acompañando a un jugador de la delegación argentina y lo primero que hizo fue ir a saludar a “El Zorzal”, que actuaba con notable éxito en un cabaret. Y, justo allí, volverion a encontrarse Botta y el tennisman.
Botta y Gardel fueron invitados a pasar unos días en la residencia de la madre del inglés, donde se observaba la etiqueta hasta para ir al baño.
Ya se sabe cómo son de ceremoniosos los ingleses.
Ocuparon unas fastuosas habitaciones. La dama de aquel palacete anunció que recibiría a tan ilustres invitados a la hora de la cena, con británica puntualidad y traje de gala.
Era la hora y Gardel no aparecía. Llegó tarde, vestido así nomás. Con aire campechano se acercó a la dama, omnipotente en la cabecera de la larga mesa, para decirle:
-Mi simpática señora, le hago una aclaración. Yo acepto que el frac es una prenda muy elegante y distinguida, pero lo uso solamente cuando canto tangos. Permiso y ¡buen provecho!
Acto seguido, se sentó y comió a dos carrillos.

domingo, 13 de mayo de 2007

LA EDAD DE GARDEL



EL TESTIMONIO DE HUGO MARIANI


Escribe Walter Ernesto Celina


Hasta el fallecimiento de Carlos Gardel, el 24 de junio de 1935, más de una decena de documentos oficiales acreditan su nacimiento en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de diciembre de 1887.


El primer antecedente surge el 8 de octubre de 1920, cuando el Consulado de Uruguay en Buenos Aires expide el certificado de inscripción n° 10.052, donde el cantante realiza la declaración respectiva, ofreciendo detalles significativos.


La manifestación acerca de su lugar de nacimiento se ha de repetir, ininterrumpidamente, en tramitaciones públicas y privadas, en forma constante y pacífica.


El hecho inusitado ocurre con motivo de la apertura de su sucesión, momento en que su apoderado, el Sr. Armando Defino, presenta un testamento ológrafo, signado por Carlos Gardel en Buenos Aires, el 7 de noviembre de 1933.
Expone que es francés, haber nacido en Toulouse el día 11 de noviembre de 1890 y ser hijo de Berthe Gardes.


Desde el punto de vista del análisis histórico ¿cómo se resuelve la dualidad emergente?
En primer lugar sería preciso conocer la causa de la discordancia documental, lo que a ciencia cierta se ignora, más allá de interpretaciones.
En consecuencia, no cabe otra alternativa que integrar todos los elementos posibles que surgen de las declaraciones públicas del astro, de sus comunicaciones privadas, de lo que manifestaron fehacientemente sus relaciones, etc., con la finalidad de construir hipótesis lógicas, para acercarse a la verdad.


En “La documentación gardeliana” (nota de abril de 2007) se ha visto el peso abrumador de los instrumentos públicos existentes a favor del Gardel uruguayo. Tal acopio milita decididamente contra la opinión de la nacionalidad francesa. Ello, sin entrar a otros indicios concomitantes, que emanan de los documentos de referencia.


A partir de este artículo se ingresará al área de algunos testimonios relevantes.
Conviene retener las fechas del 11 de diciembre de 1887, en que Gardel, cita su nacimiento en Tacuarembó y la del 11 de diciembre de 1890, mencionada en el testamento de 1933.


Hay una diferencia de edades que ha ameritado la sospecha de la existencia de dos niños. Uno, nacido en Toulouse, de nombre Charles Romuald Gardes y, otro, oriundo de Tacuerembó: Carlos Gardel
Entre el primero y el segundo existe una diferencia notoria de edades. La del francés no se superpone, en manera alguna, con la del uruguayo.


Importa, por revelador, un testimonio que, fuera de la polémica ulterior, ofrece el Director de la Orquesta Sinfónica de la National Broadcasting Corporation (NBC), Sr. Hugo Mariani, quien en 1933 visitó Buenos Aires y trabó una amistad intensa con Gardel.


En 1949 Mariani escribe para el Diario “Clarín” cuatro notas bajo el título “Cuando Gardel fue a conquistar la Meca del Cine”.
Allí ofrece detalles como éstos:

“Cumplidos mis compromisos en Buenos Aires, partí a los pocos días de regreso a los Estados Unidos. Al despedirme de Carlitos, con quien me seguí viendo todas las madrugadas, le dije:
-En cuanto llegue a Nueva York arreglaré las condiciones que va a proponerle la dirección de la NBC. Creo que van a convenirle. Una cosa muy importante quiero preguntarle.
-Dale nomás, me contestó “El Morocho”. ¿De qué se trata?
-De la edad... ¿Cuántos años tenés?
-49.
-Bueno Carlos, en Nueva York tendrás 39.
¿Diez de un saque? apuntó Gardel. ¡Qué bolada!
Había comprendido muy bien. Y agregó:
-Muy bien Mariani, tengo 39.
A los pocos días de mi llegada a Nueva York, tenía el asunto arreglado en principio...”

Fluye, con toda claridad, que si Gardel en 1933 tenía 49 años no había nacido en 1890, sino -al menos- en 1884.


Este era el tacuaremboense. El que declaró serlo repetidas veces en los documentos.


El otro, era el francés Charles Romuald Gardes, nacido en 1890. El que nunca cantó.



MÁS TESTIMONIOS IRREFUTABLES

La edad real de Carlos Gardel permite establecer que Charles Romuald Gardes es un francés cuya identidad fue superpuesta, de modo forzado, a la del cantante nacido en Tacuarembó.
A las notas publicadas en junio de 1949 por el músico Hugo Mariani en el Diario “Clarín”, de Buenos Aires, pueden agregarse otros elementos que corroboran que a su fallecimiento Gardel superaba los 50 años.
Charles Romuald Gardes, en tanto, al morir “El Zorzal” en 1935, no llegaba a los 45. Este extremo queda probado por el acta de 11 de diciembre de 1890, donde se acredita que es hijo de Berthe Gardes.

Cabe examinar algunos de los testimonios que se añaden a lo manifestado por el Sr. Hugo Mariani.
Su valor deriva de confirmar la mayor edad de Gardel en relación a Charles Romuald y porque, además, se emitieron fuera del contexto de la polémica sobre la nacionalidad del cantante, la que estallaría pasado el tiempo.

-El Diario “La Nación”, de Buenos Aires, en noviembre de 1933 reporteó a Pancho Martino, primer compañero de dúo con Gardel.
Importa rescatar este pasaje:

“-Periodista: ¿Cuándo lo vió por última vez?
-Martino: Lo fui a despedir cuando partió para Estados Unidos. Poniéndome una mano en el hombro me dijo unas palabras que ahora más que nunca las recuerdo ya que adquieren en esas circunstancias un sentido que impresionará al más descreído. Era como el presentimiento de la muerte cercana.
Él me dijo: “Fijate vos Pancho, yo haciendo de galán a los 47 años. Pero, todo tiene que ser. Ahora trato de ganar dinero para tranquilidad de mi buena viejita. Cuando venga la muerte hermano, le daré la mano y le diré: “muchas gracias por la vida que me has permitido hacer...”


-El periodista Manuel Sofovich, en la Revista “Noticias Gráficas”, de 9 de setiembre de 1953, da cuenta de la siguiente celebración en un cumpleaños de Gardel:

“...Y fue el 19 de diciembre de ese año 1933, cuando una gran admiradora del cantor, la Sra. Backfield -magnate de la industria tabacalera inglesa y no norteamericana como erróneamente se ha difundido-, para festejar el cumpleaños de Gardel, reunió a un reducido grupo de amigos en una cena que se sirvió en el famoso “Café de París”, el restaurante más lujoso del mundo, según los que conocen mucho.
Éramos trece comensales. De los cuales sólo seis argentinos: Carlitos, Le Pera, el administrador de Gardel Armando Defino, el maestro Castellanos -director prestigioso de Radio “El Mundo” ahora-, el destacado compositor musical y ejecutante de guitarra Pettorosi y el modesto periodista de este recuerdo.
Se comía bien y se bebía mejor. Carlitos nos cantaba con su mejor emoción; todo era alegría y cordialidad en esa reunión; en un descuido de los demás, me llevó abrazado Carlitos hasta un rincón de ese salón reservado para su fiesta:
-Pibe -me dijo de afectuosa manera- son 49 años ¿te das cuenta lo que es cumplir 49 años?
Y sus cinco amigos argentinos, en un aparte fraternal, brindamos con una Gran Napoleón los juveniles 49 años de Carlitos Gardel.”



Aquí Gardel sitúa su nacimiento en 1884, tres años antes de lo declarado en su documentación personal.
En todo caso, se aparta aún más del acta de Toulouse, datada en 1890.
Surge, asimismo, que al momento de su deceso estaba próximo a los 51 años reales de edad.
Las cuentas resultan claras. La hipótesis del Gardel francés se tambalea.

DOS TESTIMONIOS RELEVANTES

Existen dos importantes testimonios más acerca de la edad de Carlos Gardel, los que serán glosados a continuación.
Ellos permiten establecer la mayor edad de Gardel, el tacuaremboense, sobre Charles Romuald Gardes, el hijo francés de Berthe Gardes, nacido en 1890 en Toulouse.
El Arq. Nelson Bayardo, investigador de talento, hizo un importante desarrollo argumental en “Vida y milagros de Carlos Gardel”.
Recuerda la edición del Diario “Clarín” de Buenos Aires, de 23 de agosto de 1984, en que Isabel del Valle -novia de “El Mago”- declaró tener 78 años, oportunidad en que expresara:

-“Conocí a Carlos Gardel cuando tenía 14 años; por entonces él tenía 34 y era íntimo amigo de un pariente mío. Vivíamos en el Abasto...”
Entrevistada por el Diario “El Día” de Montevideo, el 1° de febrero de 1981, sostuvo:
-“El tenía 34 años y yo no había cumplido 14... me llevaba 20 años a mi... Pero no aparentaba esa diferencia...”



Esta declaración de Isabel demuestra que ella también modifica un poco su edad diciendo que tenía 14 años cuando en realidad tenía todavía 13, para minimizar la diferencia que sería entonces de 21 años.

Concluye Bayardo con este juicio: “La concordancia de todas estas declaraciones no abre lugar a la duda y, concretamente, si Gardel le llevaba 20 años, teniendo ella entonces 78, Gardel tendría 98 -si es que le decía la verdad- y habría nacido en 1887.
Siendo ya notoria la diferencia de años y sobre todo tomando en cuenta que Isabel en ese momento tenía 14 años, no cabe ni siquiera imaginar que Gardel frente a ella se agregara años, que sería la única hipótesis posible, si es que realmente hubiera nacido en 1890.”

En otra página, el investigador uruguayo trae a colación una carta de 1927, de Carlos Gardel a su amigo Razzano, en que manifiesta:
“...Yo voy a cumplir 40 años y además tengo espíritu de dar vueltas todavía...”
Vale decir, ratifica su nacimiento en 1887 y, de suyo, la discordancia con el acta de Toulouse de 1890.
Aquí estaba hablando el uruguayo, haciendo palidecer -¡otra vez!- la hipótesis del Gardel francés.

LA EDAD DE GARDEL EN LA PRENSA

Si el acta de nacimiento de Charles Romuald Gardes, de diciembre de 1890, correspondiera a la del cantante Carlos Gardel, éste al fallecer en junio de 1935, hubiera tenido 44 años y medio.
El cantante tacuaremboense frizaba, sin embargo, los 51 años. Se descarta así, la hipótesis que él fuera el mismo sujeto a que refiere el documento francés.

A los instrumentos oficiales que registran los datos aportados sucesivamente por Gardel y a los testimonios de sus coetáneos, sobre su edad real, corresponde agregar ahora los comentarios de prensa aparecidos tras el trágico episodio de aviación de Medellín.

El Arq. Nelson Bayardo recopiló páginas periodísticas de la época.
Al respecto realizó la siguiente presentación:
“Veamos que sucedía en los días que siguieron a la muerte de Gardel. El cantor falleció el 24 de junio de 1935 y los diarios publicaron la foto del pasaporte chamuscado, que apareció junto al cadáver, y que registraba su nacimiento en Tacuarembó, el 11 de diciembre de 1887.
La reacción de la prensa no se hizo esperar.
El 25 de junio de 1935, el diario argentino “El Día” (La Plata), dice textualmente: “Sus amigos dicen que pasaba el medio siglo”, rechazando los 47 años y medio que surgirían si se acepta dicha documentación.
También en Buenos Aires se oye la voz discorde de “La Nación”, que agrega, a su vez, la fecha de enrolamiento, con los mismos datos y comenta: “Amigos íntimos de la infancia aseguran que se quitó unos años.”
Y en Montevideo, el mismo 25 de junio, “La Mañana”, en nota necrológica exenta de toda connotación polémica, publica: “...Había nacido en la Segunda Sección Judicial del Departamento de Tacuarembó. Fallece a los 52 años” y la información cobra singular valor pues, el autor, es nada menos que Don Pedro Bernat, no sólo íntimo del ídolo, sino su apoderado en Montevideo.
Pero, ahora “El Debate”, de 1° de julio de 1935, dice en grandes titulares: “Hace cinco años, en 1930, Gardel declaró a un reportero que era nacido en Tacuarembó. Entonces confesaba 48 años.”

El reportero era Segundo Bresciano y el diario “El Imparcial”, que hizo la referida publicación, en ocasión de actuar Gardel en Montevideo, el día 13 de julio de 1930.
Haciendo notar que, salvo este último ejemplo, todo el resto de la información es argentina, concluyamos diciendo que también el diario bonaerense “Noticias Gráficas”, del 24 de junio de 1954, publica una foto de Gardel con Tino Rossi, que dice textualmente al pié: “siempre creimos que tenía 45 años al morir, pero esos documentos hallados posteriormente revelan que había nacido en 1884.” Vale decir que, tendría entonces, 51 años”, concluye Bayardo.

La hipótesis del Gardel francés ha entrado, definitivamente, en su ocaso.

En tanto, la labor de integración de documentos, testimonios, datos y otros indicios, en torno a la vida de “El Mago”, seguirá ocupando el desvelo de los investigadores para obtener su más completo y exhaustivo perfil.
Nuevas luces seguirán dando brillo a la mirada del más relevante cantante que acunara el Plata.




jueves, 10 de mayo de 2007

LA DOCUMENTACIÓN GARDELIANA

La tesis de la nacionalidad francesa de Carlos Gardel apareció tardíamente, tan alejada en el tiempo que ocurrió después de su fallecimiento.
Su pieza maestra fue el denominado testamento ológrafo, es decir, un documento firmado de puño y letra, con determinadas formalidades jurídicas (mas bien elementales).
Su fecha de otorgamiento fue la del 7 de noviembre de 1933, al momento de partir para el viejo continente.
Manifiesta ser “francés nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890” e “hijo de Berthe Gardes”; que su “verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardes” y que adoptó el apellido “Gardel”.
Declara única y universal heredera a Berthe Gardes y como albacea a Armando Defino.

Resulta extraño este acto, verificado con premura, en la instancia misma de embarcarse para Europa, cuando se encontraba en la plenitud de sus fuerzas físicas y acompañado de su mayor estrella artística.
Este testamento supone una contradicción absoluta con numerosos registros oficiales en los que, inequívocamente, reiteró haber nacido en Tacuarembó (Uruguay) y, también, con un acto notarial, celebrado en Uruguay, días antes del otorgamiento del “testamento ológrafo”.

Así, si para exhibir pruebas bastara una, véase esta perla: El 31 de octubre de 1933, es decir, una semana antes de extenderse el manido testamento, Carlos Gardel comparece ante el Escribano Busch Buero, como adquirente de un terreno en el barrio de Punta Gorda (Montevideo), circunstancia en que sostiene ser de nacionalidad oriental. Y como testigo ¿quién surge avalando lo declarado por el comprador? Ni más ni menos que Armando Defino...!

El testamento induce a una dualidad documentaria que debe ser objeto de examen.
¿Qué surge del resto de los antecedentes que Carlos Gardel manejó hasta el día de su muerte, en el trágico episodio del aeródromo de Medellín (Colombia)?

Siempre se declaró uruguayo de nacimiento, de manera abrumadora y sin fisuras.
Véase:
-8 de octubre de 1920. El Consulado de Uruguay en Buenos Aires expide un certificado de nacionalidad uruguaya, n° de inscripción 10.052. Declara llamarse Carlos Gardel, haber nacido en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de diciembre de 1887. Ser soltero, de profesión artista e hijo de Carlos y María Gardel. Domicilio en Rodríguez Peña n° 451. Estatura mediana, cabello castaño oscuro, nariz recta, ojos pardos.

-4 de noviembre de 1920. Gestiona documento de identidad argentino, valiéndose del certificado precedente.

-7 de marzo de 1923. Tramita la Ciudadanía Legal Argentina, con residencia de 15 años. Certificado de conducta n° 218.125. Declara ser Carlos Gardel, uruguayo, nacido el 11 de diciembre de 1887, en Tacuarembó.

-3 de octubre de 1923. Obtiene el Pasaporte n° 383.017, en su carácter de ciudadano legal argentino, nacido en Tacuarembó, el 11 de diciembre de 1887.

-21 de junio de 1927. Se le concede la Libreta de Enrolamiento en el Distrito Militar n° 2, Sección 10ª. Matrícula n° 236.001. República Argentina. Nacido en Tacuarembó, siguiendo datos identificatorios similares a los anteriores. Domicilio en Rincón n° 137.

-8 de octubre de 1927. Renueva el documento n° 218.125, del 7 de marzo de 1923. Domicilio en Rincón n° 137.

-16 de marzo de 1931. Carta valable, expedida en París, Francia. Declara ser uruguayo, legalizado argentino, haber nacido el 11 de diciembre de 1887 y ser hijo de Carlos, oriundo de Salto, y de María, nacida en Mendoza.

-13 de diciembre de 1932. Accede a un Pasaporte Argentino, expedido por el Consulado de Niza. Registro n° 02421, serie D. Se reitera, nacido en Tacuarembó, etc.
Se le encontró chamuscado entre sus ropas. El registro indica su nacionalidad: uruguayo.

El Dr. Eduardo Paysée González indica más de 12 documentos en los que Gardel "por su sola y libre voluntad" indica haber nacido en Tacuarembó en 1887.

Cabe señalar que, con posterioridad al otorgamiento del testamento ológrafo, de 7.11.1933, Gardel vuelve a sostener su origen uruguayo, haciéndolo en La Guayra, Venezuela, el 25.04.1935.

(Documentación exhibida en Uruguay por el ex embajador de Venezuela Sr. Juan E. Moreno Gómez)

De lo expuesto resulta que el testamento ológrafo queda en inferioridad de condiciones frente a una relación documental, constante, pacífica, oficial y pública, además de caer en una contradicción flagrante con la actuación notarial verificada en Montevideo, en octubre de 1933.

Sobre qué indujo a Carlos Gardel a realizar la disposición de bienes de la manera en que apareció, después de su muerte, es materia discutible.
Lo es, también, la forma en que se tramitó la sucesión, en la que fueron sorteados requisitos imprescindibles, por apresuramiento, impericia o intereses.
El albacea Armando Defino era idóneo en cuestiones notariales, resultando el beneficiario final de los derechos testamentarios que, en un inicio, pasaron a Berthe Gardes.

Las investigaciones, abarcando nuevos campos de la vida de Gardel, desarman la hipótesis de la nacionalidad francesa. Existen amplios elementos que, como los relativos a la edad del gran cantante, revelan que su identidad es distinta a la Charles Romuald Gardes, el niño hijo de Berthe
Gardes, nacido efectivamente en Toulouse, en 1890.

“El Mago” no es otro que el oriental, nacionalizado argentino. El que recibió las mieles del éxito en la gran Buenos Aires y afirmó su origen tacuaremboense. El que obtuvo el privilegio exclusivo de constituirse en la voz rioplatense y mundial que vence al tiempo.

CARLOS GARDEL: LA VERDAD, SÓLO LA VERDAD

La carismática personalidad de Carlos Gardel generó esplendores y deslumbramientos. Ellos se renuevan, pasados los tiempos, por la penetración profunda de su arte y otros atributos que lo siguen distinguiendo.
Cuando las placas discográficas irradian la magia de su acento, bajo las nuevas técnicas, y sus filmes lo vuelven a mostrar como gladiador inclaudicable y magistral en los escenarios redivivos de su época, aspectos ligados a la interioridad del personaje han procurado conocerse con más extensión.

El atractivo gardeliano nace de un ser impar, al que la leyenda lo actualiza sin cesar.
Indagar sobre él no es una curiosidad malsana. Es, por un lado, adhesión y cariño. Por otro, necesidad de ir a su historia profunda, objetiva. Apasionante y fecunda.

¿Dónde y cuándo nació? ¿Quiénes fueron sus padres? ¿Cómo estaban constituidas las familias de sus progenitores? ¿En qué lugares vivió? ¿Dónde y quiénes lo educaron? ¿Cómo fueron los años de su adolescencia y juventud? ¿Cuáles fueron sus referentes más íntimos?
Y así, muchísimas interrogantes más y las sucesivas que pueden abrirse tras las primarias.

Correspondió al periodista uruguayo Erasmo Silva Cabrera (Avlis) promover algunas preguntas esenciales. A partir de un trabajo de campo muy relevante avizoró la hipótesis de un Carlos Gardel no toulousiano, sino oriental. El de un creador, crecido y alentado por la gran Buenos Aires -madre de ciudades-, conformado con los caracteres propios del ser rioplatense.
¿Francés? ¡En nada!


A partir de la labor del periodista citado fue que la “historia oficial” tejida en torno al mayor cantante de habla hispana pudo verse como precaria o insuficiente, además de falaciosa en determinados aspectos.
Estudios como los del Arq. Nelson Bayardo (fallecido) y del Dr. Eduardo Payssé González -ambos uruguayos- mostraron otros perfiles biográficos del eximio cantante. Examinaron su origen y facetas de su vida en contextos más sostenibles.


Desde Argentina, otras pesquisas y juiciosos aportes, ayudan a conformar con más claridad el proscenio gardeliano.
Ricardo Ostuni, hace diez años, dio a conocer un trabajo en que legitima dudas en cuanto al relato del Gardel francés, sostenido por Berthe Gardes, el albacea testamentario Armando Defino y algún publicista más, caso de Francisco García Jiménez.


En el trabajo “La foto modificada” y en otras contribuciones, Martina Iñiguez, haciendo gala de su gran racionalidad, revela que Berthe Gardes -madre adoptiva de Carlos Gardel y madre natural del francés Charles Romuald Gardes- refiriéndose a dos fotos de estos niños, les adjudicó la misma identidad...!


Después, el albacea testamentario Armando Defino, urdió y ejecutó el resto de la historia.


Me permito recordar aquí elementos de la ilustrativa recapitulación que me ha proporcionado la investigadora argentina, Sra. Iñiguez.
-Erasmo Silva Cabrera cotejó, con el apoyo de peritos policiales de las dos orillas del Plata, las fotografías respecto de las cuales la Sra. Gardes aseverara que se trataba de las mismas personas.



“También es Carlitos” sustentó a la Revista “La Canción Moderna”, en 1936, refiriéndose a la imagen que lucía en un marco oval. La otra, era una clásica toma de un grupo escolar.



El dictamen estableció como conclusión: “Se trata de personas distintas”.
Importa retener que la fotografía contenida en el cuadro con marco oval fue “oficializándose” pues, en rigor, resultaría ser la del francés Charles Romuald Gardes y no la del niño Carlos Gardel.

Comparación de los rostros de los dos niños de las fotos precedentes

-En junio de 2002 son conocidas las conclusiones del estudio antropológico sustanciado por el Lic. Horacio E. Solla, experto uruguayo, miembro del “American College of Forensic Examiners.
Toma para el cotejo la foto del marco ovalado y otra de un Gardel-niño, fotografiado con una de las hijas de la Sra. Rosa Franchini. Conclusión: “Ambas son diferentes”

.
-La analista persiste más. Recurre ante el comisario Raúl O. Torre (bastante afín al grupo francesista de Buenos Aires), para que realice una nueva comparación fotográfica.
El experto toma por base una reproducción de la Revista “Gente”, publicada en 1977, debido a que las últimas aparecidas -con formato oval- fueron objeto de la técnica de “retoque”. Es decir, que se les adulteró, cambiando su forma original.
El estudio reveló que en la foto alterada se practicó el ensanchamiento de la cara del francés Charles Romuald Gardes.
El propósito se explica de por sí: Asimilar éste al Carlos Gardel niño. Método con el que darían credibilidad a la declaración mendaz de la Sra. Gardes.


Existieron pues, autores intencionales de una maniobra punible. También quienes, aún hoy, obran para ocultar hechos reales como los citados.


Un pilar fundamental de la hipótesis del Gardel europeo está destrozado.


Desde Montevideo Carlos Gardel, el 4 de octubre de 1931, haciendo gala de su mirar sereno y su sonrisa buena, respondió así, y para siempre, a la interrogante capital de un diario local:
-¿Es Ud. francés?
-No amigo ¡soy rioplatense!








tangocultura@hotmail.com

domingo, 29 de abril de 2007

GARDEL: ARTÍFICE DE LA PALABRA

Recuerdo, como un momento imborrable, el tiempo en que ingresé, por primera vez, a un taller de imprenta a corregir unas pruebas tipográficas.
Se trataba de los artículos que habrían de editarse en el periódico estudiantil “Cumbres”, que en las postrimerías de los años 40 publicábamos en el Liceo Departamental de Soriano, en la ciudad de Mercedes.
Cada periodista guarda en sí la hora de su entrada a una redacción, por lo que antes -menos ahora- suponía, asimismo, familiarizarse con el centro técnico en que operarios especializados habrían de dar forma a los textos.
En un rincón de mi intimidad conservo un especial afecto para aquellos trabajadores que en sus rostros, muchas veces, llevaban huellas de tinta fresca y en sus manos atesoraban la cajuela sobre la cual colocaban, uno a uno, los tipos con los que formaban cada palabra redactada.

¿A qué vienen estas referencias tan personales?

En un blog que en Internet difunde la investigadora argentina Martina Iñiguez, sobre el oficio de tipógrafo que abrazó Carlos Gardel en su adolescencia, se publica una notable fotografía de “El Mago”, visitando los talleres de compaginación de “El Diario”, de Montevideo.
El hecho ocurrió en la mañana del 19 de setiembre de 1933. Gardel luce frente a una mesa de armado y examina algunas de las letras usadas por el rotativo.
La composición gráfica denota el interés con que el protagonista observa el material, de seguro, mucho más avanzado que el que conociera en la imprenta de “El Heraldo”, de Buenos Aires, en la calle Florida. Esta no era otra que la gráfica Cúneo, comercialmente conocida como “Au bon marché”.

La nota de pie de “El Diario” juega al símil con el vocablo “letra”, para atribuirle al visitante: “Aunque piensa que los tipos de una imprenta no son como los que engarza en sus canciones…”
Claro, ahora se trataba de otras letras, revestidas con la belleza de la música.
Se hace necesario decir que los talleres de impresión han sido un formidable y silencioso reservorio para la difusión y pugna de las ideas, alimentando la cultura y la evolución constante del pensamiento.

Al privilegio de cantar, y de hacerlo creando las melodías que dan fisonomía al Río de la Plata, Gardel incorporó a su currículo, sin proponérselo, el galardón de ser, también, en algunos momentos de su vida, un obrero en el laboratorio de ideas que se esconde en una casa de impresiones.
El vocablo tipografía procede del griego y yuxtapone los términos “forma” y “escribir”, lo que viene a expresar la técnica -y el arte- del manejo y selección de piecitas hechas en plomo, para crear ediciones. Significado bastante moderno, que alude pues, a la colocación de letras y distribución de espacios para producir un texto.
Los procesos de impresión por unidades móviles de metal (caracterizados como de “tipografía” o de “imprenta”) vienen de 1448-50, cuando fueron ideados por Johannes Gütemberg, inventor de la caja tipográfica y la prensa.
La revolución de los medios gráficos y las técnicas de computación fueron dejando atrás estas modalidades, aunque sin matarlas totalmente.
Unos procedimientos sustituyen a otros pero, en rigor, todos coadyuvan a la expansión del conocimiento humano y la cultura.

Carlos Gardel tuvo el privilegio de asistir a un establecimiento con personal calificado, desde donde se servía a la comunicación de su época. Y, casi como un predestinado, pudo luego, alzar su voz para enriquecer las voces de su pueblo y abrir un cofre de sonidos armónicos. Le correspondió embellecer el lenguaje común y lo transformó en una cadena de estrofas vivas, imperecederas.

Su primitivo oficio y su arte se conjuntaron en el plano profundo del saber colectivo.
Eximio de la comunicación, conocía los duendes que albergan las imprentas como reproductoras de la palabra inteligente.

Es posible que, en aquella mañana del 18 de setiembre de 1933, Carlos Gardel reviviera el instante de su ingreso al mundo mágico de las tipografías, esos lugares en que los vocablos adquieren señorío.

waltercelina1@hotmail.com