miércoles, 27 de noviembre de 2013

UN ABRAZO ENTRAÑABLE

Escribe Walter Ernesto Celina
27.11.2013

En algunas de mis notas, de la mano de la investigadora argentina Martina Iñiguez, presenté la argumentación de Jorge Ruffinelli, quien brillantemente dedujo de los propios filmes de “El Mago” las peripecias de identidad del artista rioplatense.
"Yo volví a ver todas estas películas y encontré que sus historias se adecuaban a la versión de un Gardel uruguayo mucho más que a la del Gardel francés. Hay momentos en que prácticamente filma su propia biografía”, ha sostenido Ruffinelli.

Me permitiré en esta sección no recorrer los andariveles gardelianos de la información y de una polémica -casi agotada-, para ofrecer elementos adicionales a los ya expuestos de esta personalidad uruguaya, de reconocida versación en el ámbito académico.En mi dilatada trayectoria vital he tenido formidables privilegios y amarguras intensas. Los primeros me elevaron; las segundas no me derribaron. Puedo hablar sin asomo de jactancia, recostándome a una enseñanza de Antonio Machado.Cuando ingresé a la Universidad tenía criterios sociales claros y una firme convicción antiimperialista.Mi sensibilidad juvenil encontraba respaldo en la línea editorial de “Marcha”, el semanario del Dr. Carlos Quijano, así como en la acción parlamentaria de Rodney Arismendi.Recuerdo que cuando Ángel Rama partió para Venezuela, en la publicación la columna de crítica literaria fue asumida por Jorge Ruffinelli.Había asistido a clases de Rama, en la Facultad de Humanidades, siendo posible que por allí me hubiera cruzado con Ruffinelli. Conocí a Quijano en el taller de impresión de “Marcha”, en la  calle Piedras, y más adelante, por indicación de Arismendi, pude frecuentarlo en su estudio.

La vida transcurría en forma rápida y agitada hacia los años 60. Estuve en la vorágine de esos tiempos. Fui un actor, un militante con entrega.  Urgencias de estudio, periodísticas y organizativas no me permitieron introducirme, más estrechamente, en ciertas comunidades diletantes con las que guardaba afinidad. No obstante, las líneas de trabajo en la cultura y en la política convergían u ofrecían paralelismos.Medidas prontas de seguridad (estado de sitio), militarizaciones, allanamientos, persecuciones, clausuras, torturas, proscripciones cubrieron el período de Jorge Pacheco Areco y el de su sucesor Juan María Bordaberry.Fue cuando un simple concurso de cuentos, organizado por “Marcha”, puso en la cruz al ganador, Nelson Marra; al jurado del certamen compuesto por Juan Carlos Onetti, Mercedes Rein y Jorge Rufinelli y, al elenco director del periódico, encabezado por Carlos Quijano y sus adjuntos Hugo Alfaro y Julio Castro. Año 1974.Todos manoseados y castigados, algunos llevados al Cilindro Municipal, convertido en prisión.Después de un allanamiento nocturno a la Asociación de la Prensa Uruguaya, donde había celebrado una reunión, tuve el triste privilegio de conocer esa sede. Tres o cuatro meses antes ellos habían permanecido en  ese campo de concentración urbano, salvo Ruffinelli.
 

Él en ese año había ganado por concurso una plaza como investigador en el Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana, que luego dirigiría. Por la orden de captura de las Fuerzas Conjuntas (militares-policíacas) no pudo retornar. Recién lo hizo en 1984. Luego, su alta calificación intelectual lo llevaría a la Universidad de Stanford (Carolina, Estados Unidos), de preciado rango universal.
Apenas estoy dando un esbozo de este compatriota, un gardeliano que dedicó una de sus obras al hombre de la eterna sonrisa, al conciudadano que sigue maravillando con  su voz.
¿Cómo definir a Jorge Ruffinelli? Es una personalidad de un tiempo que huye,  firmemente atada a la cultura y a la libertad.
Alguien merecedor de un abrazo entrañable.
Queda más en el tintero.-    



sábado, 23 de noviembre de 2013

TELÓN DE FONDO DE UNA ÉPOCA ÁSPERA

Escribe Walter Ernesto Celina
23.11.2013

La profusa información manejada por el Lic. Gonzalo Vázquez Gabor en su obra “De Carlos Escayola a Carlos Gardel” (1), reuniendo los eslabones genealógicos de la familia de Carlos
Escayola, padre natural de Carlos Gardel, es una  pieza precisa y reveladora. Su base esencialmente es documental. Y ella hace al argumento principal.
       Según surge de estas páginas, la compilación de antecedentes -de muy variado tipo-, se ha conformado con la cooperación de la familia Escayola, de extendidas raíces en Uruguay. Y, obviamente, por cuanto el autor resulta familiar del coronel Carlos Escayola, en el grado de tataranieto.
La lectura atenta del libro transporta al Uruguay decimonónico y, como de la mano, a un escenario único y múltiple, en que se conjuntan los factores políticos, sociales, económicos, laborales, militares, religiosos, filosóficos.
Vázquez Gabor va por algunos elementos de este tipo e incita a examinar las características de la época. Es que sólo así puede verse -y de verdad- a Carlos Escayola, a su nutrida descendencia y al hijo ignorado: Carlos Gardel.
¿Cómo se perfilaba la ex Banda Oriental en los años en que se transformó en un estado autónomo?
Nuevas y distintas luchas y otros intereses se generaban tras el disloque del colonialismo español.      
 No fue un tiempo idílico. Caudillaje y militarismo fueron condimentos que salpicaron la cultura bárbara, como se la ha definido por José Pedro Barrán o, quizás, semibárbara.
En este cuadro de situación despuntan las tragedias, personales y colectivas. Proveen el color del tiempo en que el coronel Carlos Escayola paseó su señorío -de señor, acepción que contrapone el ejercicio ilimitado del poder por encima de los derechos “del hombre y del ciudadano”-, si acogemos el término con la estupenda rotulación dada en 1789 por los justicieros franceses.
Las personas aún estaban lejos de nacer “iguales en obligaciones y derechos”. La ecuación se desdoblaba. Los derechos eran de los menos; las obligaciones de los más. La aspereza de estos años incubaría a los castrenses Lorenzo Latorre y Máximo Santos. Como hermanas, balbucearían la economía capitalista local y la dependencia de Inglaterra.
Carlos Escayola  no era un carente de ilustración. Y gozaba de vara alta en el sistema institucional por sus vínculos con el latorrismo colorado. Usufructuaba de las “licencias” conferidas por la cultura semibárbara en las relaciones interpersonales.
A modo de ejemplo: su vida “galante” y la presión, casi obsesiva, ejercida sobre el núcleo familiar de las Oliva Sghirla.
Empero, esta vez no me detendré en el nacimiento de Carlos Gardel, ni en las conexiones parentales mostradas en la proteica publicación comentada. Lo haré, sí, en otras connotaciones que forman parte del proscenio exhibido por el autor.
El coronel Carlos Escayola participó del impulso a actividades administrativas, económicas, culturales y de entretenimiento.
Así, fue amigo del Ing. francés Víctor L’Olivier, quien como técnico habilitó la explotación de la mina de oro de Cuñapirú, impulsada por la  familia Biraben, cuyos títulos eran de la Cia. Francesa del Oro de Uruguay (1878). Estas explotaciones no eran nuevas y habían ya movilizado cientos de trabajadores uruguayos y extranjeros.
Las minas no son lechos de rosas. En 1879 estalla en los socavones la primera huelga obrera de Uruguay. 200 bravos italianos reivindican limitación del horario, más paga; piden mejores condiciones de trabajo y rechazan los castigos corporales. L’Olivier solicita asistencia represora a Escayola y este al Ministerio de Guerra. Llegan soldados con los fulminantes fusiles Remington.
Indica el Lic. Gonzalo Vázquez Gabor que “restablecido el orden” desaparecieron aquellos hombres, “hasta de los registros oficiales”.
Los ahorcados fueron arrojados a una fosa ignota del lado brasileño.
En “Al pie de la Santa Cruz”, Carlos Gardel dijo, con letra de Mario Battistella: “Declaran la huelga, / hay hambre en las casas, / es mucho el trabajo y poco el jornal…”.
Como en este tango, por una práctica bárbara, en el antiguo Cuñapirú se “vengó la ley patronal”.-
Nota:

(1): Ediciones Torre del Vigía - 2013 - MVD -UY

martes, 19 de noviembre de 2013

GARDELIANAS

LA PRUEBA VIVA
Escribe Walter Ernesto Celina
walter.celina@outlook.com  walter.celina@adinet.com.uy
19.11.2013

En el artículo de investigación denominado “Volver” la analista Sra. Martina Iñiguez  pone sobre la mesa de estudio los elementos concurrentes que demuestran el ánimo inequívoco de Carlos Gardel de instalarse en su país, Uruguay, con su madre no biológica, Doña Berta Gardes. He abordado este plano en una síntesis anterior. No es una conclusión menor.
Lo interesante es que la erudita argentina  acumula variados elementos, los que integrados dan una visión más nítida del Gardel uruguayo.
Deseo rescatar lo que denominaré “la prueba viva”, mostrada por la pesquisadora en  extensión en la entrega citada.
Se remite al film “El día que me quieras”, teniendo apoyo en la brillante tesis elaborada por el académico Jorge Rufinelli Altesor (1) en “La sonrisa de Gardel” (Ediciones Trilce  - MVD-UY - 2004).
La sociedad democrática contemporánea reconoce como un derecho humano incuestionable el de la identidad de las personas. Esto no siempre fue así. Gardel lo padeció como un desconocimiento en la sociedad semibárbara en que abrió los ojos. Las indagatorias permiten encontrar huellas inequívocas de esta circunstancia. Tan angustiante herida la transplantó al cine, en forma simbólica, no exenta de dramatismo.
Martina Iñiguez levanta “la prueba viva”, ofreciendo transcripciones del profesor Rufinelli Altesor, de las que paso a tomar fragmentos:
-“…El día que me quieras” se divide en dos partes. En la primera, Julio Argüelles, hijo de un poderoso financista, lleva una vida secreta como cantante popular en ciernes, y está enamorado de Margarita, una bailarina del mismo teatro en que él y sus dos amigos -Rocamora y Saturnino- debutan. Contra la voluntad del padre, él se casa con Margarita. La pareja vive pobremente, tiene una hija, él no consigue trabajo y ella se enferma. Sin otra opción, y resentido por la  por la negativa del padre a hablar con él en persona o por teléfono, Julio decide robar la caja fuerte de la casa paterna. Lo hace aunque demasiado tarde: cuando regresa a casa se entera que Margarita ha muerto”.
Continúa ascendiendo Ruffinelli en su exposición, en la toma hecha por la Sra. Iñiguez, progresando así el relato: “La segunda parte sucede una década y media después, cuando Julio triunfa cantando en Europa y Estados Unidos, actuando en cine con el nombre de Julio Quiroga. Se encuentra filmando en Nueva York cuando recibe un telegrama que le anuncia la muerte de su padre y le pide que regrese a hacerse cargo de la herencia y las finanzas. Su hija Marga ya es una mujer y está enamorada de Daniel. Sin embargo, el padre de Daniel se opone al noviazgo considerando la diferencia de clase social que existe entre la gente de negocios, como él y su hijo, y gente de la farándula, como Julio y su hija.
Este conflicto se resuelve inesperadamente cuando Julio revela al Sr. Dávila, padre de Daniel, que su apellido es Argüelles y no Quiroga, y que él, que se creía tan superior, es apenas un empleado suyo.
El amor de los jóvenes  queda asegurado de esa manera”.
El investigador de la Universidad de Stanford analiza las concomitancias del libreto con la situación vital del cantante epónimo. Continúa: “Hay varios momentos interesantes y significativos para considerar lo que Carlos Gardel quería decirnos a través del guión de Le Pera.
En la primera parte, el hecho de que Julio Argüelles no pudiera usar el apellido del padre, y apareciera en escena como “El gaucho Misterio” reproduce el hecho de que tampoco Gardel podía usar el nombre de Escayola. Para Julio ese ocultamiento era necesario a la vez que incómodo. Le confiesa a Margarita: “A veces pienso si esto no es una mascarada”. Más aún, le cuenta a Margarita un aspecto importante de su vida de la misma manera que Gardel lo habría narrado, de haber querido hacerlo:”Mi madre murió joven y mi padre no tuvo tiempo de pensar en mi. Cuando recurrí a él, siempre encontraba su libreta de banco, comprensión no.”
Recuerda Ruffinelli: “María Lelia (la tercera esposa de Carlos Escayola, embarazada de Carlitos cuando el progenitor estaba casado con la segunda de las tres hermanas. WEC) había muerto en 1905, a los 36 años.
Margarita le dice: “Ud. es hijo de una gran familia”, y Julio la corrige. “No. De una gran fortuna.”
Los paralelismos y similitudes entre la obra artística y la persona en desamparo, prosiguen encolumnándose en el libro citado.
La investigadora argentina, en la monografía “Volver” (2), además de poner bajo un poderoso foco el trabajo transcripto, recurriendo a lo que denomino “la prueba viva”, recrea otros documentos que hacen sustentable y compacta la tesis de la nacionalidad uruguaya del cantante rioplatense de todos los tiempos. 
Notas:
 (1): Jorge Ruffinelli Altesor nació en Montevideo (1943). Fue crítico literario en el semanario “Marcha”. Perseguido político por la dictadura cívico-militar (1973), se exilió en México. Ejerció docencia en la Universidad Veracruzana, en el estado azteca del mismo nombre. Renombrado investigador y profesor en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), es especialista en literatura y cine de América Latina. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de dicho centro académico. Jurado en festivales de cine (San Sebastián, La Habana y Trieste, entre otros) y en concursos literarios (Casa de las Américas, Juan Rulfo). Ha publicado numerosos títulos literarios y de investigación. Director de la revista Nuevo Texto Crítico y autor de la primera Enciclopedia del Cine Latinoamericano.
(2): “Gardel es uruguayo”  - Ediciones De la Plaza - 2012 - MVD-UY


lunes, 18 de noviembre de 2013

PRUEBAS AL CANTO

PRUEBAS AL CANTO
Escribe Walter Ernesto Celina
18.11.20013
La cuestión referente al lugar del nacimiento de Carlos Gardel aparece considerada en sus más diversas aristas en la rica información aportada por la obra “Gardel es Uruguayo”, publicada por “Ediciones de la Plaza” (2012). Es un trabajo colectivo que navega por la historia, la sociología y la ciencia jurídica.   
En la compilación participan una decena de eruditos analistas uruguayos y de nacionalidades hermanas.
La investigadora argentina Martina Iñiguez, en una de sus contribuciones para dicho repertorio, examina un conjunto de antecedentes que, si aislados no carecerían  de interés, tomados en su conjunto adquieren extraordinario relieve.
Una faceta, objeto de abordaje en esta nota,  patentiza el anhelo de “El Zorzal” de avecindarse en su patria con su madre de adopción, la Doña Berta Gardes.
Uno de los contenidos -no por azar o mero capricho- fue titulado “Volver”, como la mítica letra compuesta en 1935 por Alfredo Le Pera, cuya música hilvanó el cantante.
La culminación de la carrera de Carlos Gardel estaba arribando a su verdadero cenit. Si la agudeza mental que lo caracterizó pudo estar advirtiéndoselo, objetivamente tenía el límite temporal que emergía de los años de vida de los hombres de la época -considerablemente menores que los actuales- y, en particular, por la intensa carga soportada por su sistema vocal, entre otros factores.

La letra invocada, que hemos repetido junto a él, llevados por su mano amiga para transitar nuestras propias emociones hizo, asimismo, que lo suyo fuera nuestro:
“Yo adivino el parpadeo/ de las luces que a lo lejos/ van marcando mi retorno…/ Son las mismas que alumbraron/ con sus pálidos reflejos/ hondas horas de dolor.”
El dolor… ¡ese espacio desde el cual el hombre puede mirarse a si mismo, transformarse y percibir con fraternidad los mundos ajenos!
Por aquí se encuentra uno de los códigos explorados por la biógrafa rioplatense, que expondré oportunamente.  
Ahora me circunscribiré a una concatenación de sucesos y expresiones, abordados por la Sra. Iñiguez, en los que el fundador del tango-canción prepara el regreso al país natal. Algunas citas breves.
-Julio De Caro, en su libro “El Tango y mis recuerdos” (1964) rememora una charla con Gardel en París, a la salida de “L’Empire”. Con los mejores recuerdos para sus amigos argentinos, manifestaba el ánimo de no permanecer en la gran ciudad: “…Se hace cuesta arriba quedarse en Buenos Aires para ganarse el pan”.
-El 30 de octubre de 1933, en la semana previa a lo que sería su último viaje a Europa, Gardel adquiere un amplísimo terreno en el barrio Punta Gorda, excepcional zona costera situada entre Malvín y Carrasco. De inmediato, el Arq. Carlos Eduardo Schinca comenzaría a levantar una lujosa residencia con espacios deportivos.
-El 13 de febrero de 1935, desde Nueva York, el artista le escribe a Doña Berta anunciándole que, en un día ya “no muy lejano”, estarán  reunidos como “dos viajeros que llegan al puerto de destino”.
-Pero, su retorno al Río de la Plata, estaba decidido. El escritor colombiano Mario Sarmiento Vargas, en el libro “Gardel…! ¿Vive o ha muerto? (1950) rescata una aseveración de “El Mago” respecto a la casa  en que proyectaba habitar. Puntualiza el cronista que Gardel “frecuentemente hablaba del chalet que estaba construyendo en Carrasco, en los suburbios de la Ciudad de las Rosas: Montevideo”. Y de inmediato: “Se transfiguraba hablando de el.” Remata con esta cita textual de Carlos: “Con decirle que tendrá doce salas de baños grandotas, blancas, enormes como piletas. Allá voy a instalar a la vieja”. A Doña Berta.
La labor asociativa desplegada por la pesquisadora Martina Iñiguez no se agota en el concluyente escenario precedente.
El acopio de registros documentales tiene, a mi modo de ver, además, una excepcional prueba.
La denominaré “la prueba viva” y merecerá una nota central y varias adicionales.
Es que la investigación científica, de por sí, no puede prescindir del ejercicio más pleno de la lógica.
De una forma de inteligencia que hiende su raíz en la cultura y se expande con ella.-

domingo, 3 de noviembre de 2013

GENEALOGÍA ¡Y MUCHO MÁS!

Escribe Walter Ernesto Celina
03.11.2013

La obra original del Lic. Gonzalo Vázquez Gabor, cuyo título es “De Carlos Escayola a Carlos Gardel”, ha concitado un formidable interés al punto que, en menos de seis meses, prepara su tercer tirada.
Es que todo lo relacionado con “El Mago” encuentra la expectación del público y sigue movilizando ubicaciones de destaque en los medios de comunicación. El luctuoso episodio de los aviones en llamas, en junio de 1935, lejos de apartarlo de las nuevas generaciones, más bien, lo acercan. La magia de su voz  atrapa; la fecundidad de las letras y sonidos que lo acompañan, remueven viejos sentimientos y excitan sensibilidades más recientes.
Pero estas razones, siendo válidas, no agotan el porqué de la toma rápida de los últimos ofrecimientos editoriales.

El libro del Lic. Gonzalo Vázquez Gabor deambula por ese campo especial que es la genealogía, esto es, la rama científica que explora las series de ascendientes y descendientes de un árbol familiar para mostrar su organización.
No es que los precursores uruguayos y argentinos de estos análisis no hubieran ya patentizado, con nitidez, determinadas relaciones al abordar la cuestión -enigmática en un tiempo- de los parentescos gardelianos.
Lo que hace este especialista compatriota es un estudio sistemático  de los vínculos que ubican al coronel Carlos Escayola con la familia Oliva Sghirla, en el otrora San Fructuoso, hoy Tacuarembó.
¿Y de qué modo lo hace?
Apela a los elementos clásicos de la disciplina genealógica, precisando los vínculos con variedad de datos que suponen un arduo trabajo de campo.

La elaboración se enriquece pues se encuadra con muchísimos elementos del contexto histórico y político. Ello lleva, como de la mano, a apreciar -de alguna forma- la sociedad de la época. Un Estado en gestación, caudillos militares, poderes extranjeros, guerras, terratenientes semifeudales, emprendimientos mineros y protestas laborales reprimidas a sangre y fuego. Y, ejerciendo sus oficios, la iglesia católica y la masonería. Un silencio coercitivo ampararía la “doble moral” señorial.

La pieza ofrecida por el Sr. Vázquez Gabor reúne dos cualidades adicionales, que me resultan dignas de destacar. Es fermental y ética.
Lo primero deriva tanto de la bibliografía consultada como de las fuentes referenciadas. Se trata de fundamentos. Luego, un mazo de notas, de corte histórico, muy ilustrativas.
Más de veinte fotografías, individuales y grupales, se agregan como para ensanchar más amplias ventanas a investigadores actuales y futuros.

Cabe recordar que, si bien muchos miembros de la familia Escayola guardaron un prudente silencio hacia el exterior, ejerciendo una suerte de reserva sobre el ascendiente -padre de tantas complicaciones-, otros sintieron  y exteriorizaron su afinidad con el gran Carlitos.
El Lic.Vázquez Gabor escuchó en los coloquios intrafamiliares las aseveraciones que terminaban situándolo como tataranieto de Carlos Escayola y pariente de Carlos Gardel.
Sin jactancia, emprendió el camino de indagar a fondo y encontró las pistas que lo conectan a “El Mago”. El autor no se aturde con esta circunstancia. Empeñó sus horas de pesquisa a favor de ventilar, para propios y ajenos, una verdad semioculta. Lo realizó, además, con notable  sobriedad. Esto es de un peso ético muy distintivo.

La presentación del libro, bajo el título “El hijo del coronel”, fue dada por el investigador y escritor Juan Antonio Varese, de muy conocida trayectoria. Las páginas de epílogo las realizó el reputado hombre del cine nacional Ricardo Casas.
La exploración de la Familia Escayola, a cargo del Lic. Vázquez Gabor, discurre por los siguientes ítems:
-De España a Uruguay.
-En Tacuarembó.
-El coronel Escayola.
-El futuro Carlos Gardel.
-Rondando el 900.
-En Montevideo.

Lo expuesto deja de manifiesto la importancia de esta contribución, imprescindible en los anaqueles de quienes conservan y transmiten las vivencias genuinas del fundador del tango-canción.

INFORMACIÓN
“De Carlos Escayola a Carlos Gardel” es una publicación de la biblioteca “Torre del Vigía”. 115 páginas. 2da. Edición 2013. Mercedes Nº 973. MVD-UY. El cuidado gráfico corresponde a la empresa “Tradinco”.
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martes, 8 de octubre de 2013

COMPILACIÓN DE ANÉCDOTAS

Escribe Walter Ernesto Celina
08.10.2013

UN PATRIMONIO ABIERTO DE PAR EN PAR

El Día del Patrimonio se acaba de celebrar en Montevideo y en las ciudades del Interior de Uruguay para denotar una cualidad brillante de nuestra música popular: el tango.
Las sedes de numerosas entidades oficiales y de la actividad privada se abrieron para exhibir sus acervos. Esta vez, con una característica especialísima. Por doquier surgían los compases de memorables orquestas, con cantores emblemáticos del siglo pasado y, dándole un toque de vigencia absoluta a la celebración, coros y cantantes, grupos y parejas de baile y músicos actuando en vivo.
En una jornada esplendorosa de primavera, en Montevideo, el público se arracimaba en locales, ferias y plazas, disfrutando de un evento civilizatorio permeado por el signo de la cultura y, de su mano, de la tolerancia y el respeto.
Las letras no estuvieron ausentes y se dieron cita, como para testimoniar la existencia de un gran marco.
Como no podía ser de otra manera, Carlos Gardel acompañaba con su voz eterna, desde las grandes pantallas que aporta el siglo XXI, volcando imágenes de magnética vigencia.
A la hermosa sede del Club Nacional de Fútbol de modo incesante estuvo llegando un público que admiró trofeos de todos los tiempos y el impresionante friso de cuadros, con equipos fundadores y deportistas de oro del balompié. De los que pusieran de lado la omnipresencia inglesa para crear una entidad pionera, de cuño uruguayo.
En un salón principal, aireado por miradas que vienen de una gloria, Carlos Gardel llegó traído por la voz del Lic. Prof. Eduardo Cuitiño, acompañado por una pléyade de escritores gardelianos, de pura cepa tanguera y un  atento público.
Definió a Gardel como “aquel muchacho humilde”, que escaló hasta la cima, constituyéndose en un bello ejemplo para cualquier joven de origen social no favorecido.
El licenciado ha presentado trabajos originales sobre la vida del cantante rioplatense (C. G. - El Muerto que Habla - Edit. Fin de Siglo – MVD 2013). Su nuevo aporte es la introducción a una nueva obra que discurrirá sobre el Anecdotario, que recuerda a “El Mago”. Se llamará de ese modo.
Esta vez, Ediciones Tanguedia (*), que conduce el Sr. Ramiro Carámbula, difunde su Cuaderno Nº 11, con el nuevo repertorio de Eduardo Cuitiño, colectando episodios diversos, conservados de manera escrita y oral.
A modo de muestra, tres de sus relatos.

EL ARTISTA SOLIDARIO

…Frente a la casa de Gardel en Jean Jaurès al 770 vivía un chico afectado de poliomelitis. Gardel se quedaba mirando al niño que, con mucha dificultad, se movía con la ayuda de una silla de un sencillo juego de comedor.
El niño se llamaba Juan Bautista Pignataro, y fue allá, por 1933… El chico estaba sentado en el suelo moviendo los brazos, jugando al arquero en la calle. Gardel pasó por ahí esa tarde y le dijo…
-Pibe, mañana vas a recibir una sorpresa.
Al día siguiente, con todo el revuelo del barrio, en un camión de la firma Gath & Chavez, el chico recibió una silla de ruedas totalmente nueva, que accionaba con  sus manos.

CITA DE LEGUISAMO

Muchos días inolvidables pasamos en Montevideo, allá en la Playa Malvín, junto al Hotel “Las Brisas”. Maschio (**) había habilitado dos habitaciones en su chalet (llamado “Yerúa”, como una de sus cuadras de caballos), para recibirnos a Carlos y a mi. No sorprendió entonces que Carlitos pernoctara con alguna de sus amigas en una de las habitaciones, mientras yo, puerta de por medio, me acicalaba y escapaba por la ventana, para vivir la noche uruguaya. Maschio me creía dormido y, Carlos y su compañera, a mi regreso me abrían la puerta, porque  necesariamente para entrar a mi cuarto debía pasar por el de ellos.


      CON EL CAPITÁN NASAZZI

Cuando Gardel viajó hacia San José, para cantar en el Teatro Macció, en el año 1933, en su última gira por Uruguay, pasó por la ciudad de Santa Lucía y se hospedó en la habitación 32 del “Hotel Baltimore”, el 26 de octubre de ese año; coincidió que en ese mismo momento se hospedaba allí el equipo del Club Nacional de Fútbol, que estaba concentrado. A pedido de José Nasazzi (***), Gardel le cantó a la delegación de Nacional la canción “Palomita Blanca”(****), en honor a la camiseta alba.


ASTERISCOS:
(*) tanguedia@montevideo.com  (**) Propietario de studs en el Hipódromo de Maroñas
(***) Campeonísimo. Olímpicos de 1924 y 1928 y Mundial de 1930. (****) Vals de García Jiménez y Aieta, 1929, con estos versos finales:

“La he visto entre mis brazos llorar
la he visto al darme vuelta al partir/
su tibio pañuelo agitar,/
y luego irse achicando/
su imagen lejana.../
y en mi alma agrandado/
su encanto... y esta pena/
de no tenerla más...”

martes, 1 de octubre de 2013

A LOS 33 AÑOS “EL MAGO” OBTIENE SU PRIMER DOCUMENTO IDENTIFICATORIO: ¡URUGUAYO!

1º.10.2013


La noticia no era nueva si, como probaron varios investigadores, Carlos Gardel tramitó su inscripción de nacionalidad ante las oficinas del Consulado de Uruguay en Buenos Aires, según los términos de la ley de la materia, de fecha 21.05.1906, reglamentada el 17.01.1917. El hecho quedó consolidado en la página 907 del libro registral, con el número de orden 10.052.
En el acto jurídico, sustentado como expresión de la autonomía de la voluntad, el compareciente declara, de modo irrefragable:
1) haber nacido en Tacuarembó, Uruguay;
2) en fecha 11.12.1887 y
3) señalando que sus padres fueron Carlos y María Gardel, ambos uruguayos, fallecidos.
En Uruguay la identificación de las personas, desde fines del siglo XIX y principios del XX, era política nacional dirigida a la estructuración de la familia y a conceder algún amparo a los hijos “no legítimos”, esto es, a los “naturales” y a los nacidos “fuera del matrimonio”. Se trataba de una doble orientación. Por un lado, atendía la necesidad jurídica de un Estado abierto a la modernidad y, por otro, ejercía determinada tuición sobre un segmento de personas.    
Bien. Carlos Gardel, indocumentado, se acogió a la ley de su patria. Inscripto pasaba a “existir”. Era sujeto con derechos plenos.
Cumplido el trámite, solicitó la cédula de identidad argentina. Le fue conferida en Buenos Aires el 04.11.1920, con los datos de nacionalidad oriental y fecha de nacimiento.
Pasados los años, por una extraña ecuación, el documento original fue secuestrado, aunque alguien lo fotografió y esas copias -no adulteradas- fueron  llevadas a la venta en el mercado.
La investigadora Sra. Martina Iñiguez accedió al facsimil de la cédula argentina,acreditante de su nacionalidad originaria: Uruguay. Y anunció que la entregará al centro museístico gardeliano de Tacuarembó.

  ELEMENTOS DE UNA RÉPLICA CONTUNDENTE

La noticia fue anticipada por un medio de prensa montevideano, el sábado 21 próximo pasado y, he aquí, que se ha producido revuelo en la tienda de seguidores de la hipótesis de la procedencia francesa del  máximo cantor.
La periodista porteña Sra. Ana Turón, no le atribuye ninguna significación a la existencia documental de la pieza.
Por el contrario, la investigadora Sra. Martina Iñiguez, en una réplica, fundamentada y contundente, destaca la importancia del documento facsimilar. Informa cómo lo obtuvo y cómo ahora está registrado, agregando elementos que lo proyectan con la claridad de una probanza indeformable, auténtica.
Cabe extraer de su nota algunos elementos trascendentes.

1.- LÓGICA ELEMENTAL

El niño Carlitos era un no identificado. Si hubiera sido Charles Romuald Gardes, señala Iñiguez, “nada le hubiera resultado más fácil que nacionalizarse argentino después del 11 de diciembre de 1910, porque los franceses menores de edad, residentes en el país durante más de dos años, podían adoptar definitivamente la nacionalidad argentina al cumplir los 21 años de edad”,  resultando además, que quedaban  “completamente libres, a partir de ese momento, de sus obligaciones militares para con Francia”.

2.- PRONTUARIOS Y EVIDENCIAS

Recuerda, asimismo que, por ese estado de indocumentación, el cantante Gardel acudió al favor de caudillos de comités, quienes le proporcionarían identidad de circunstancia, no legal, hacia 1913.
 Justamente, anota la gran estudiosa gardeliana, “existe un prontuario de 1913 que "desapareció" hace más de 20 años del Museo Policial de Buenos Aires, cuya portada fue publicada en la revista “Gente”, en 1977, siendo asesor el Sr. Enrique Espina Rawson, francesista connotado, miembro del Centro de Estudios Gardelianos (CEG), de Bs.As.
Por otra parte, el francesista Sr. Juan  Carlos Estaban -fallecido recientemente-, integrante del CEG, difundió en 2012 “dos páginas interiores de este mismo prontuario”, las que “fueron fotografiadas y publicadas en Internet”. Y, a la vez, “informó que el actual propietario de este Prontuario es el Sr. Norberto Ignacio Regueira”, quien  es -nada menos- que vicepresidente de la entidad citada. Aunque, “lamentablemente, se han negado a compartir públicamente el contenido completo de este documento que podría echar luz sobre otros hechos de la biografía gardeliana”.
Otro prontuario, de 1915, ilustra  que  “Gardel obtuvo una cédula de identidad falsa, como nacido en La Plata.

3.- CAEN LOS VELOS

Muchas veces el ocultamiento deliberado va de la mano con  el fraude ideológico. Para despejar tales situaciones, nada mejor que arrojar rayos de luz. Es lo que hace, paso a paso, la biografista argentina.
¿Quién posee la documentación?
Iñiguez: El Sr. Walter Santoro, fundador y presidente de Fundación Industrias Culturales Argentinas (FICA), institución dedicada a conservar el patrimonio cultural de Argentina y Uruguay, adquirió a través de una oferta realizada en Internet, los facsímiles de la primera cédula de identidad legal que Carlos Gardel tramitó en Buenos Aires el 4 de noviembre de 1920….
¿De dónde procede el facsimil que la historiadora entregará en Tacuarembó?    
Iñiguez: El Sr. Walter Santoro tuvo la grandeza intelectual de entregarnos una copia del documento que adquirió…
Actualmente las fotografías de ese documento son de dominio público y pueden obtenerse en la dirección de Wikipedia…
¿Quién secuestró la cédula argentina de Carlos Gardel?
Iñiguez: Esta primera cédula de identidad legal de Carlos Gardelestaba en poder del coleccionista Hamlet Peluso…
  Y aporta, de inmediato, la prueba gráfica que esclarece con estas manifestaciones:
Podemos ver en la vitrina que le perteneció, que fue publicada en la desaparecida página “Gardel Web”, el lugar donde estaba. Superpusimos una ampliación para que se pueda comprobar que se trata de la misma Cédula..


¿Pero, quién era Hamlet Peluso?
Iñiguez: El Sr Hamlet Peluso, que fuera en vida vicepresidente del Centro de Estudios Gardelianos, siempre mantuvo este documento sólo para sí, no compartiendo nunca su contenido con los investigadores que sostenían la orientalidad del cantor.
En su libro “Carlos Gardel yla Prensa Mundial”, cuya autoría compartió con el Sr. Eduardo Visconti, secretario del C.E.G., omitió expresamente las menciones hechas públicas a la prensa uruguaya y en tres ocasiones diferentes por el mismo Carlos Gardel, sobre su nacimiento en Tacuarembó, hecho que explica las razones que lo llevaron a su ocultamiento.

En suma:

El facsimil de la cédula identificatoria, a la que Gardel accediera en Argentina, demuestra haber sido gestionada a partir de la documentación uruguaya en la que se declaró oriundo de Tacuarembó y nacido el 11 de diciembre de 1887. Ambos elementos son constantes en sus posteriores instrumentos de identidad, incluido el pasaporte chamuscado, encontrado entre los restos del avión en que falleciera en Medellín (Colombia).
La cédula legal Argentina la había recibido apenas faltando una semana para cumplir 33 años.-
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