Escribe Walter Ernesto Celina
TRAS EL ARTISTA, DISCIPLINA Y SENCILLEZ
En las notas precedentes, en breves pantallazos, he dado cuenta del paisaje cultural neoyorkino al momento en que Carlos Gardel incursiona en la vida artística de la urbe tocada por el río Hudson.
Numerosas obras informan del modo en que el cantante transita este tiempo, contando con el apoyo de personalidades argentinas y uruguayas que le acompañaran, con gran fidelidad.
Resumiré algunos rasgos de las rutinas de El Zorzal Criollo, indicativas del apego a una disciplina, orientada al objetivo de trascender y llegar a la cima de la carrera, con seguridad económica.
Con especial preferencia, tomaré la palabra de Don Abraham Thevenet, quien legara un valioso y poco divulgado testimonio, en el reportaje aparecido en el Diario “El Día”, de Montevideo, de 24.06.1975, citado en notas anteriores.
Su valor reside en que trabajó con Gardel como pianista, cuando fuera requerido por este para la orquesta que le acompañara en sus últimos films.
A medida que El Mago va internacionalizando su perfil, pule más aún sus hábitos y acentúa la profesionalización de su labor. No es una sonrisa estereotipada y compradora, como con deformación ha podido ser mostrado. Joinville le abrió nuevas perspectivas. En Long Island es un artista consumado, con un bagaje extraordinario de experiencias. Será aquí donde articulará potencionalidades escénicas y definirá campos de acción.
Su residencia se ubica casi al borde de la Avenida Broadway. Ello le permite tomar el pulso a un caudaloso fluir de canto, danza, música, teatro y cine. En uno de los puntos cardinales de la city, visita el edificio Times Square, en el que tenía su sede el diario The New York Times (1). Con los directores musicales Tucci y Mariani, asiste al Carnegie Hall, presenciando óperas y conciertos. Se deleita con las atrayentes y reideras cintas de su amigo, el genial Charles Chaplin. Gusta, hasta el entusiasmo, del género de los westerns. Camina por los senderos del viejo Hyde Park, ejercitando piernas y pulmones. Se somete a sesiones de gimnasia y masajes. Cumple, al máximo posible su dieta, aunque con algunos esquives… Cuida lo inherente a su presencia, desde el cabello, pasando por terno, camisa y corbata al tono, luciendo calzados lustrosos. Atiende sus cuerdas vocales con un especialista.
LO URUGUAYO EN GARDEL
¿Qué más? ¿Qué otrosdetalles y revelaciones importantes? El músico uruguayo Thevenet ofrece sus vivencias.
Presentación: Cuando el director Mariani lleva a Carlos Gardel hasta el cabaret y restauran “El Chico”, para tomar los servicios del pianista, este queda sorprendido con una grata revelación. Así lo consigna: -“La noche en que lo conocí en Nueva York, apenas supo que yo era uruguayo, Gardel me dijo: “Yo también soy uruguayo.” Y añade: -“Me reí y le contesté ¡qué va ser uruguayo, usted!” Prosigue: -“Y él, cordial pero serio, insistió: “Sí, nací en Montevideo, en la calle Rondeau”. Agrega Thevenet: -“Después, siguió hablando de cómo le gustaba venir aquí (el maestro en 1975 residía ya en Montevideo) y andar por 18 de Julio, ir a Maroñas, ver a los amigos” Más aún: -“Nos contó: “estoy edificando una casa para mi vieja en Punta Gorda.”
Primera impresión. Gardel lo impacta de este modo: -“¡Ah! Era todo un señor. Elegante, simpático, cordial. Hablaba un lunfardo porteño, aunque tenía modales muy distinguidos. Estaba siempre en pose, pero era algo natural en él”.
Ausencia de vanidad. -“En “El Chico” sacó una cigarrera de oro macizo, toda recamada de esmeraldas y brillantes. Después, para fijarse la hora, levantó una cadena de oro que tenía en el bolsillo del chaleco y era un reloj empotrado en un bloque sólido de cristal de roca…” Unos pasos más adelante, ante la pregunta de si hacía ostentación de piezas tan valiosas, asegura: -“¡No, no, no! Las llevaba con naturalidad, sin darles importancia. No parecía un hombre vanidoso, todo lo contrario; en el trato era muy sencillo. Pero él sabía que era una estrella, una gran estrella.”
Hollywood y hábitos de vida. Thevenet memoriza las ganancias dadas por los filmes, revelando la existencia de planes para nuevas producciones: -“Iba a cobrar más en las proyectadas películas con Jeannette Mc Donald, que en aquel momento era una diva de Hollywood. Y puntualiza sobre otros hábitos que guardaba: -“Él estaba aprendiendo inglés. Él sabía que iba para arriba y se cuidada muchísimo. No salía de noche, fumaba muy poco.” E “iba a remar por el río Hudson”.
Mate a la uruguaya. Interrogado sobre qué bebía, contesta: -“Sí, mate, que lo bebía en mi casa.” Acota, precisando la situación: -“Y desde que supo que siempre en mi casa había yerba uruguaya -que me mandaba mi hermano desde Montevideo- Carlos venía muy a menudo. ¡Era un fanático del amargo y de la yerba nuestra!”
Campos de la conversación. Sobre los tópicos de las charlas, Thevenet recuerda con claridad. Se hablaba: -“de todo, menos de su vida privada. En eso era muy misterioso. Si uno tocaba el tema de su familia o de algo particular, en seguida desviaba la conversación. Pero nunca le oí hablar mal de nadie, ni quejarse ni enojarse por nada. Tenía una gran nobleza. De lo que más charlábamos era de películas y tango”
Apreciación de la edad. Contestando sobre la edad que cursaba en ese tiempo (2), precisa: -¡Ah!, era otro misterio. Sin maquillaje representaba entre 45 y 50 años. Tenía unas líneas detrás de los oídos, que me parecen eran marcas de cirugía estética, de una operación que le habían hecho en Francia. Pero se conservaba magníficamente…”
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COLOFÓN
Concluyo esta breve serie periodística estableciendo cuál ha sido su propósito. A grandes zancadas, mostrar algunas fases del Carlos Gardel que nos llega redivivo en sus creaciones para el cine y el canto. Segundo, y como elemento de fondo, exhibir el testimonio de Abraham Thevenet, a fin de que los investigadores gardelianos lo incorporen a sus estudios y debates.-
Notas:
(1) De adolescente había trabajado en una imprenta y, de sus visitas a Montevideo, dejó registros fotográficos al pie de máquinas en los talleres del diario “La Mañana”.
(2) “Tango Bar”, último film, con acompañamiento de la orquesta que Abraham Thevenet integró, es de febrero de 1935.
walter.celina@adinet.com.uy - 13.03.2012
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