Escribe Walter Ernesto Celina
UN MÚSICO URUGUAYO EN LA TRANSFORMACIÓN ARTÍSTICA
Abraham Thevenet fue un calificado músico uruguayo, alumno del ilustre maestro Luis Sambucetti. En 1924 emigra para Nueva York, cuyos destellos atraían a decenas de valores latinoamericanos.
El mundo del espectáculo se revolucionaba. Era pianista y tenía como norte su apertura a la fama. Instalado en Sheridan Square, en un rincón de Greenwich Village, realiza ejecuciones y acompañamientos en el local “El Chico”, ocupando un apartamento unos pisos más arriba.
Allí vendrá a visitarlo, en 1934, Carlos Gardel acompañado de otro uruguayo: Hugo Mariani.
Antes, con un flash baste ubicar a Thevenet en su nuevo espacio. Todo crecía en la ciudad de modo vertiginoso. Las artes conectadas a la música estaban reprocesándose. Es el momento en que el blue urbano brilla en el firmamento con la voz de Ma Rainey, apellidada “la madre del blue”. Canto de amor y dolor y reivindicación de la alegría negra. Una forma que tiene células comunes con el jazz, que también gana territorio. Apenas otro nombre: Al Jolson. A todo esto,
Thevenet sirve a la cantante Helene Morgan y acompaña a Katherine Dunham, bailarina, coreógrafa, directora y antropóloga, precursora de la danza negra. Es la hora en que Martha Graham instaura la danza moderna, evadiendo el molde clásico. Quizás la primera fisura al estilo la perpetró Isadora Duncan, fallecida en 1927. Thevenet estaba en medio de estos estallidos inauditos, cuando aparece Carlos Gardel.
Importan las manifestaciones del pianista, alumbradas en 1975, cuando ya había retornado a Uruguay y vivía en el barrio Pocitos (en Montevideo). Efectivamente, ellas son concordantes y ampliatorias de otras. E ilustran sobre los eslabonamientos que dan apoyatura a las actividades de El Mago en la ciudad que levanta la formidable imagen de su estatua a la Libertad.
¿QUIÉN ERA HUGO MARIANI?
Resultará pertinente una pregunta: ¿quién era Hugo Mariani?. Se trataba de otro emigrante compatriota, coronado por sus éxitos profesionales. Director de orquestas de primer nivel en urbes de Estados Unidos, así como en Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo, Bogotá, y fundador de la Orquesta Sinfónica de la NBC (Nacional Broadcasting Corporation). En setiembre de 1933, en viaje a Buenos Aires -para actuaciones en Radio Splendid-, Carlos Gardel le es presentado por el común amigo argentino Remo Bolognini. ¡Era, nada menos, que el primer violín de la Orquesta Sinfónica de Nueva York, encabezada por el excelso Arturo Toscanini!
TERIG TUCCI, TALENTO Y MECENAZGO
Retornando al relato de Abraham Thevenet, este recuerda la labor de la orquesta conducida por Terig Tucci, que acompañara a El Morocho en celebradas composiciones para el cine.
Antes de repasar lo que trajo su precisa memorización, conviene saber cuál fue la relevancia de Terig Tucci. Argentino de nacionalidad, vivió en el período 1897-1973. Sus profesores musicales en instrumentos, teoría y armonía fueron los maestros Luis Vívoli y Alfonso de María, en La Reina del Plata. Director, compositor y orquestador. En la NBC colaboró con Mariani, Black, Spitalny, Rappee, Kostelanetz, Percy Faith y otros. Orquestó para Gardel, Martínez Oyanguren, Ortiz Tirado, Juan Albisu, Pedro Vargas, Los Panchos, para citar algunos. Dirigió, asimismo, la Cadena de las Américas, la División Latinoamericana de “La Voz de América”, trabajó para las Naciones Unidas y la RCA Víctor. Prestó colaboración mecenal a Azucena Maizani, Agustín Irusta, Armando Barbé, López Barreto y connacionales que anhelaban consagración escénica.
MÁS URUGUAYOS JUNTO A GARDEL
Sobre la integración de la orquesta, con que Terig Tucci acompañara a Carlos Gardel en sus últimos filmes, textualmente manifestaba Thevent: -“Éramos cuatro uruguayos. Navata (Vicente) en el violoncello, Zito (Eduardo) violinista, Guido (Domingo) en el bajo y yo (en el piano)… Creo que soy el único que queda ahora (1975). Había tres violines, los otros eran un argentino (Remo Bolognini) y un mexicano (Rafael Galindo) y además un acordeón a piano que lo tocaba un ítaloamericano, Joe Bibiano.” Seguidamente, añade: -Y nada más. Éramos 6 músicos en total (con lo que parece excluirse en el conteo), bajo la dirección del maestro argentino Terig Tucci.”
Importa ver cómo, en el complejo entramado con que Gardel va labrando su hazaña juglaresca, lo uruguayo pone notas distintivas.
Con nitidez puede advertirse que, junto a La Voz que Vence al Tiempo, existen sólidas personalidades. Ellas, en tiempos arduos, penetraron en un universo impar y altamente competitivo. Juntas conformaron el rico tejido con que tentaron el asalto al cielo.
Thevenet, pianista gardeliano, es un referente privilegiado de esta época. Fue testigo del antes, del durante y del después del terrible cimbronazo financiero del año 1929; de alumbramientos y sacudimientos en las artes escénicas y, particularmente, un evocador meticuloso del perfil del Cantante de todos los tiempos.
Corresponde agregar que, en el conjunto de estos hombres, no estaba ausente el vigor del talento rioplatense.-
walter.celina@adinet.com.uy - 13.03.2012
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