sábado, 23 de noviembre de 2013

TELÓN DE FONDO DE UNA ÉPOCA ÁSPERA

Escribe Walter Ernesto Celina
23.11.2013

La profusa información manejada por el Lic. Gonzalo Vázquez Gabor en su obra “De Carlos Escayola a Carlos Gardel” (1), reuniendo los eslabones genealógicos de la familia de Carlos
Escayola, padre natural de Carlos Gardel, es una  pieza precisa y reveladora. Su base esencialmente es documental. Y ella hace al argumento principal.
       Según surge de estas páginas, la compilación de antecedentes -de muy variado tipo-, se ha conformado con la cooperación de la familia Escayola, de extendidas raíces en Uruguay. Y, obviamente, por cuanto el autor resulta familiar del coronel Carlos Escayola, en el grado de tataranieto.
La lectura atenta del libro transporta al Uruguay decimonónico y, como de la mano, a un escenario único y múltiple, en que se conjuntan los factores políticos, sociales, económicos, laborales, militares, religiosos, filosóficos.
Vázquez Gabor va por algunos elementos de este tipo e incita a examinar las características de la época. Es que sólo así puede verse -y de verdad- a Carlos Escayola, a su nutrida descendencia y al hijo ignorado: Carlos Gardel.
¿Cómo se perfilaba la ex Banda Oriental en los años en que se transformó en un estado autónomo?
Nuevas y distintas luchas y otros intereses se generaban tras el disloque del colonialismo español.      
 No fue un tiempo idílico. Caudillaje y militarismo fueron condimentos que salpicaron la cultura bárbara, como se la ha definido por José Pedro Barrán o, quizás, semibárbara.
En este cuadro de situación despuntan las tragedias, personales y colectivas. Proveen el color del tiempo en que el coronel Carlos Escayola paseó su señorío -de señor, acepción que contrapone el ejercicio ilimitado del poder por encima de los derechos “del hombre y del ciudadano”-, si acogemos el término con la estupenda rotulación dada en 1789 por los justicieros franceses.
Las personas aún estaban lejos de nacer “iguales en obligaciones y derechos”. La ecuación se desdoblaba. Los derechos eran de los menos; las obligaciones de los más. La aspereza de estos años incubaría a los castrenses Lorenzo Latorre y Máximo Santos. Como hermanas, balbucearían la economía capitalista local y la dependencia de Inglaterra.
Carlos Escayola  no era un carente de ilustración. Y gozaba de vara alta en el sistema institucional por sus vínculos con el latorrismo colorado. Usufructuaba de las “licencias” conferidas por la cultura semibárbara en las relaciones interpersonales.
A modo de ejemplo: su vida “galante” y la presión, casi obsesiva, ejercida sobre el núcleo familiar de las Oliva Sghirla.
Empero, esta vez no me detendré en el nacimiento de Carlos Gardel, ni en las conexiones parentales mostradas en la proteica publicación comentada. Lo haré, sí, en otras connotaciones que forman parte del proscenio exhibido por el autor.
El coronel Carlos Escayola participó del impulso a actividades administrativas, económicas, culturales y de entretenimiento.
Así, fue amigo del Ing. francés Víctor L’Olivier, quien como técnico habilitó la explotación de la mina de oro de Cuñapirú, impulsada por la  familia Biraben, cuyos títulos eran de la Cia. Francesa del Oro de Uruguay (1878). Estas explotaciones no eran nuevas y habían ya movilizado cientos de trabajadores uruguayos y extranjeros.
Las minas no son lechos de rosas. En 1879 estalla en los socavones la primera huelga obrera de Uruguay. 200 bravos italianos reivindican limitación del horario, más paga; piden mejores condiciones de trabajo y rechazan los castigos corporales. L’Olivier solicita asistencia represora a Escayola y este al Ministerio de Guerra. Llegan soldados con los fulminantes fusiles Remington.
Indica el Lic. Gonzalo Vázquez Gabor que “restablecido el orden” desaparecieron aquellos hombres, “hasta de los registros oficiales”.
Los ahorcados fueron arrojados a una fosa ignota del lado brasileño.
En “Al pie de la Santa Cruz”, Carlos Gardel dijo, con letra de Mario Battistella: “Declaran la huelga, / hay hambre en las casas, / es mucho el trabajo y poco el jornal…”.
Como en este tango, por una práctica bárbara, en el antiguo Cuñapirú se “vengó la ley patronal”.-
Nota:

(1): Ediciones Torre del Vigía - 2013 - MVD -UY

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