Escribe Walter Ernesto Celina
“Murmullos” partió desde el corazón del Barrio Goes, como un flechazo de inspiración, alcanzando las manos de Carlos Gardel en el céntrico Café “Tupí Nambá”.
El Prof. Dr. Juan Carlos Patrón, su letrista, era uno de los habitués del antiguo Café “Vaccaro”, un verdadero templo ciudadano.
El local, repleto de palabras, se estremecía de alegría bajo las campanas y chirridos de los tranvías ingleses que salían y anclaban en la estación. Ella, al final, terminó nominando la laboriosa barriada.
El sitio en que funcionó el mítico café formaba parte de la extensa chacra de Doña Dolores, a la que llamaban La Loca.
Hacia los albores de 1900, el italiano Jerónimo Vaccaro -apodado Yirumín-, adquiere una parcela circunscripta por las actuales avenida Gral. Flores -antes Camino Goes- y las calles Domingo Aramburu y José L. Terra. Habilita un comercio de almacén y bar. El despacho de bebidas permanecía abierto día y noche.
En 1906 los Vaccaro inauguran, por frente al establecimiento, un salón para proyecciones cinematográficas. Minutos antes de las exhibiciones, una chicharra eléctrica sonaba en el bar convocando a los parroquianos.
Famoso por comidas -como pucheros, perdices en escabeche y milanesas-, el humilde espacio inicial se transformó en un majestuoso edificio, con elementos en interiores y mobiliario del art déco.
Ministros, jueces, médicos, hombres de negocios, industriales, deportistas, poetas, músicos, artistas plásticos, choferes de los primeros autos de alquiler y personajes populares afines al espectáculo -caso del bailarín de cortes y quebradas Toto Mondutey- le daban a las mesas una fisonomía única y plural. Reinaban los aromáticos y humeantes pocillos de café moka y en bebidas se destacaba una predilección: el vermouth francés “Noilly Prat”.
Rúben Trelles, hijo de José Alonso y Trelles -"El Viejo Pancho”- sorbía día por día una copita de ginebra. El Dr. Juan Carlos Patrón releía escritos y lideraba conversaciones. En esa mezcla única de voces se alternan las de Carlos Brussa (fundador del teatro nacional), las Alberto Candeau y la de su homólogo Santiago Arrieta; las de Roberto Fugazot (Barrio Reo) y las de los payadores y compositores Américo Chiriff (autor gardeliano) y Juan Pedro López. Peppo, cantor impar, templa cuerdas e inspira a Néstor Feria. Mozos alegres, carnavaleros de alma, buscan la compañía de Carmelo Imperio.
Patrón, catedrático en la Universidad Pública, siguiendo la huella de Alonso y Trelles, escribió “Murmullos”, cantada por “El Zorzal”.
De las noches inolvidables del Vaccaro, la siguiente transcripción de su testimonio recuerda cómo se armó “Insomnio”, la espléndida página de acento campero, vocalizada por Gardel:
“...Todas las noches dos voluntarios, con el permiso del bondadoso Perucho Bórmida -administrador del Viejo Vaccaro-, armaban un escenario improvisado juntando dos mesas. Arriba de ellas se trepaban los cantore,s cuyos honorarios artísticos era el producto de una rifa a “real” (10 cts. de un peso antiguo. WEC) el número de una botella de vermouth barato, con el compromiso de aquel que la sacara la volvía a rifar otra vez. Hubo sábados que la botella se rifó 25 veces. A pedido del Dr. Rúben Trelles -parroquiano del café, en una rueda que también integraban los Dres. Julio César de Gregorio (Ministro de la Corte de Justicia. WEC) y Antonio Gistavo Fusco (Ministro del Interior)- Chiriff creó una hermosa melodía para unos versos de su padre, el Viejo Pancho: “Insomnio”. La recuerdan, ¿verdad?...”
“El Mago” le dio la tercera dimensión que sólo sus cualidades de intérprete de excelencia podían otorgarle a la página uruguaya. Estos son sus versos:
INSOMNIO
Letra : El Viejo Pancho (José Alonso y Trelles)
Música : Américo Chiriff
Es de noche, pasa rizongando el viento
que duebla los sauces cuasi contra el suelo.
En el fondo escuro de mi rancho viejo,
tirao sobre el catre que he hecho de tientos,
aguaito las horas que han de traerme el sueño.
Y las horas pasan y yo no me duermo,
ni duerme en la costa del bañao el tero,
que a ocasiones grita no sé qué lamento
que el chajá repite, dende allá, muy lejos...
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!
A través del turbio cristal del ricuerdo
van mis años mozos pasando muy lentos,
y dispués, ¡qué gozo! si a vivirlos güelvo...
Pensando en los de áura, no sé lo que siento.
Noviyos sin guampas, yeguas sin cencerros,
potros que se doman a juerza ´e cabresto,
bretes que mataron los lujos camperos.
Gauchos que no saben de vincha y culero,
patrones que en auto van a los rodeos.
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!
La puerta del rancho tiembla porque el perro
tirita contra eya de frío y de miedo...
Tuito es miedo afuera, tuito es frío adentro.
Y las horas pasan y yo no me duermo
y pa’ pior, en lo hondo de mis pensamientos
briyan encendidos dos ojos matreros,
que persigo al ñudo, pa’ quemarme en eyos...
Son los ojos brujos que olvidar no puedo
porque ya pa’ siempre me han robao la calma,
porque ya pa’ siempre me han robao el sueño.
¡Pucha que son largas las noches de invierno...!
***
waltercelina1@hotmail.com
30.06.2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario