Escribe Walter Ernesto Celina
Zorzal de vuelo eterno, todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
deambula el duende niño de tu canto
preso en la bruma azul de la nostalgia.
Martina Iñiguez (1)
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
deambula el duende niño de tu canto
preso en la bruma azul de la nostalgia.
Martina Iñiguez (1)
Cuando en el “río grande como mar”, frente a Montevideo, la bruma se diluye, se yergue la trilogía peñascosa de la Isla de Flores.
El día en que la Ciudad Vieja empezó a permitir que en forma perezosa la ciudad se extendiera, surgió la calle Isla de Flores, casi paralela a la orilla marítima.
La majestuosa Rambla Sur aún no había cortado, como de un tajo, la fisonomía natural de aquel territorio plácido, surcado apenas por carros areneros, cantos de pescadores y pregones de vendedores ambulantes.
El día en que la Ciudad Vieja empezó a permitir que en forma perezosa la ciudad se extendiera, surgió la calle Isla de Flores, casi paralela a la orilla marítima.
La majestuosa Rambla Sur aún no había cortado, como de un tajo, la fisonomía natural de aquel territorio plácido, surcado apenas por carros areneros, cantos de pescadores y pregones de vendedores ambulantes.
Román Machado la ensalzó así:
Isla de Flores, tan angostita,
mi callecita costa del mar
en tus casuchas nacieron todos
los más coperos del arrabal
y cuántas noches a mis oídos
llegaron ruidos del guitarrear
y en las heridas del conventillo
me hicieron taura para tanguear. (2)
mi callecita costa del mar
en tus casuchas nacieron todos
los más coperos del arrabal
y cuántas noches a mis oídos
llegaron ruidos del guitarrear
y en las heridas del conventillo
me hicieron taura para tanguear. (2)
A una letra tan humilde, Carlos Gardel le acopló su voz y la inmortalizó al efectuar su grabación, el 22 de julio de 1927.
Allá lejos, la Isla de Flores era el último mojón del Río de la Plata antes que los barcos arribaran al puerto.
Los ojos ávidos de los marinos la buscaban para evitar el Banco Inglés, poblado por los fantasmas de los naufragios.
Sebastián Gaboto la había descubierto y bautizado en la Pascua Florida de 1527.
Se ubica a 21 kms. de Punta Carretas, accidente geográfico cercano a la pequeña vía playera.
En aquel territorio, azotado por los intensos vientos del estuario, se levantaban las edificaciones sanitarias donde los viajeros cumplían las cuarentenas. Un destacamento militar le proveía guardia permanente.
Fotografía tomada del libro "HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA ISLA DE FLORES" de Eduardo Langguth y Juan Antonio Varese.
El faro, de 37 mts. de altura, destellaba hacia el mar cada diez segundos.
Montevideo, más allá de sus murallas, percibía la magia de aquellas miradas con guiños lejanos.
Por la calle del barrio pobre, dominado por las edificaciones chatas y algunos conventillos, caminó un niño. El mismo que de hombre le hiciera un himno con su canto.
Así evoca al chiquilín este fragmento de Martina Iñiguez:
Una escuelita cobijó tus sueños
de botija pueblero, desde el alba
de una ciudad que hundía sus raíces
en el cauce del Río de la Plata.
Entre los muros cálidos de un patio,
Zorzalito inocente de alas altas,
con lápiz, tinta, tizas y cuadernos
Durazno casi Médanos te ampara.(1)
Los testimonios se agolpan. Carlos Gardel le expresó al Dr. Salterain de Herrera haber sido alumno de la escuela ubicada en la calle Durazno, próxima a Médanos. A su amigo, Alfredo Frigerio, que vivía en Maldonado y Convención, le pidió: “Esperá, Alfredo, vamos a dar unas vueltas por tu barrio, que me trae tantos recuerdos…” En 1930, saliendo del Café “Tupí Nambá”, acompañado por el Dr. César Gallardo, el deportista Juan Antonio Collazo, su apoderado Pedro Bernat y Carlos Morganti, con quien actuaba en el Teatro “Artigas”, se detuvo para decir: “Por aquí fui a una escuelita… ¿Estará todavía el edificio?" Gallardo recordó que no ubicaron dicho local.
Antes de fallecer, la cantante Lágrima Ríos, vecina de la zona, ratificó la existencia de la escuela de varones a la que concurriera “El Mago”. Estaba en Durazno y Médanos (hoy Javier Barrios Amorín).
Antes de fallecer, la cantante Lágrima Ríos, vecina de la zona, ratificó la existencia de la escuela de varones a la que concurriera “El Mago”. Estaba en Durazno y Médanos (hoy Javier Barrios Amorín).
En “Durazno y Convención”, la paleta de Jaime Roos supo describir las calles de esta historia con algunos versos, como éstos:
La calle Durazno, nace a la intemperie
telón ceniciento, palmeras al viento,
abierta a las olas, marrones y blancas
de la playa chica, que muere en el Gas.
La calle Durazno, muere sin saberlo.
Cuando se ilumina toda de lila
en pleno diciembre, a la hora más lenta,
la siesta obligada del jacarandá.
La calle Durazno, atraviesa dos barrios,
de chata figura, de amarga dulzura,
son Sur y Palermo, rivales y hermanos,
que cruzan Durazno, camino del mar. (3)
telón ceniciento, palmeras al viento,
abierta a las olas, marrones y blancas
de la playa chica, que muere en el Gas.
La calle Durazno, muere sin saberlo.
Cuando se ilumina toda de lila
en pleno diciembre, a la hora más lenta,
la siesta obligada del jacarandá.
La calle Durazno, atraviesa dos barrios,
de chata figura, de amarga dulzura,
son Sur y Palermo, rivales y hermanos,
que cruzan Durazno, camino del mar. (3)
Durazno y Convención, vista desde Convención , Fotografía de Edgardo Balduccio, tomada del blog: http://callesdemontevideo.blogspot.com/
Señalada para el mejor destino musical, Isla de Flores supo convertirse, en un tramo, en calle Carlos Gardel.
En el verano, con las azoteas observando el mar y los balcones abiertos de par en par, sones ancestrales relampaguean por el empedrado angosto, al paso de afro-descendientes y lubolos. El “tangó-tangó” de las lonjas hechiza, hace mover los pies y vibrar los cuerpos. Y Gardel está ahí, asomándose desde la intimidad de los barrios enlazados por los senderos de su emoción.
Casi como elegidos por un destino común, un día Enrico Caruso, y otro “El Zorzal”, y otro Alfredo Zitarrosa, zarparon de la costa uruguaya. Cruzaron a la isla anhelada de los capitanes. Sus rostros surcaron los aires salobres. Sus liras iban en pos de las estrellas.
Desde Isla de Flores, desde Durazno y Médanos o, desde Durazno y Convención, ellos socavan con sus cantos la nostalgia, acaso para suscribir estas estrofas de Roos:
Y un día, un día te veré contento,
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención. (3)
Los pasos de Gardel se sienten hoy por los barrios Sur y Palermo. Están en la multitud, en el vocinglerío de la antigua escuela y en la calle Isla de Flores, crecida entre sones de guitarras, lances y piropos veinteañeros.
Desde Isla de Flores, desde Durazno y Médanos o, desde Durazno y Convención, ellos socavan con sus cantos la nostalgia, acaso para suscribir estas estrofas de Roos:
Y un día, un día te veré contento,
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención. (3)
Los pasos de Gardel se sienten hoy por los barrios Sur y Palermo. Están en la multitud, en el vocinglerío de la antigua escuela y en la calle Isla de Flores, crecida entre sones de guitarras, lances y piropos veinteañeros.
TEXTOS CITADOS
(1)
LA ESCUELITA DE CARLOS GARDEL
Zorzal de vuelo eterno, todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
deambula el duende niño de tu canto
preso en la bruma azul de la nostalgia.
Una foto tiznada por la herrumbre
del tiempo, conservó limpia tu cara,
espejo con que hiere nuestros ojos
la orfandad que llevabas en el alma.
Una escuelita cobijó tus sueños
de botija pueblero, desde el alba
de una ciudad que hundía sus raíces
en el cauce del Río de la Plata.
Entre los muros cálidos de un patio,
Zorzalito inocente de alas altas,
con lápiz, tinta, tizas y cuadernos
Durazno casi Médanos te ampara.
¡Qué importa si hoy la nombran de otro modo,
si es Barrios Amorín o escuela Wara..!
En el aula, en el aire, en los recreos
se oye el eco inmortal de tu campana...
Y dicen que una sombra va arrancando
a su tañido sones de guitarra,
robándole sollozos al madero
que lleva, como vos, savia uruguaya.
Sobre su esquina crispan lunas sepias
la amarga eternidad de una añoranza
que no tiene consuelo, porque lejos,
tu voz se convirtió en eterna llama.
Ardiendo en tangos anda todavía
por ese Barrio Sur que vio tu infancia,
mientras tu canto arpegia besos dulces
en la boca del Río de la Plata.
Martina Iñiguez
(2)
(2)
ISLA DE FLORES
Isla de Flores, tan angostita,
mi callecita costa del mar
en tus casuchas nacieron todos
los más coperos del arrabal
y cuantas noches a mis oidos
llegaron ruidos del guitarrear
y en las heridas del conventillo
me hicieron taura para tanguear.
Calle, de mis primeros principios
fuiste donde comencé a topar
Calle, por tí me hice milonguero,
me embriagué con tu bullicio
y el tango ha sido mi vicio
en mi vida de arrabal.
Y aunque he sufrido en esta ausencia
las consecuencias de un berretín
por tí he perdido a mi viejecita,
mis 20 abriles, todo perdí,
y los recuerdos aun no han borrado
mi cruel tormento, mi horrible mal,
yo te perdono, nada reprocho
mi callecita, costa del mar.
Calle..., de mis primeros principios
fuiste donde comencé a topar
Calle..., por tí me hice milonguero,
me embriagué con tu bullicio
y el tango ha sido mi vicio
en mi vida de arrabal.
Letra de Roman Machado
Música de Arturo César Senez
(3)
DURAZNO Y CONVENCIÓN
La calle Durazno nace a la intemperie,
telón ceniciento, palmeras al viento.
Abierta a las olas marrones y blancas
de la playa chica que muere en el Gas.
La calle Durazno muere sin saberlo,
cuando se ilumina, toda de lila,
en pleno diciembre, la hora más lenta,
la siesta obligada del jacarandá.
La vida,
la vida como siempre dura,
la noche como siempre oscura
por la calle Convención.
El mismo,
el mismo taconeo absorto,
los yiros del paseo corto
de la calle Convención.
La vida,
la vida tironeando el cobre,
la tienda del judío pobre
de la calle Convención.
Botijas,
botijas de la moña suelta
de las rodillas bien mugrientas
por la calle Convención.
La calle Durazno atraviesa dos barrios
de chata figura, de amarga dulzura
son Sur y Palermo, rivales y hermanos
que cruzan Durazno camino del mar.
Candombe,
candombe murga y batucada
paseándose por la bajada
de la calle Convención.
Canilla,
canilla… Acción, El Plata, El Diario…,
paquete bajo el brazo largo
por la calle Convención.
Los lentes,
los lentes de los relojeros,
los ojos de los bagayeros
de calle Convención.
Y un día
y un día te veré contento
el día que te lleve el viento
de Durazno y Convención.
Los perros,
los perros de los bichicomes
durmiéndose por los balcones
de la calle Convención.
Baldosas,
baldosas partidas hace años,
recuerdos que me hicieron daño
por la calle Convención.
Y un día,
un día te veré contento,
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención.
Letra y Música: Jaime Roos
waltercelina1@hotmail.com